La primera aparición de Vladimir Putin después del Mundial de Rusia fue en una reunión con Donald Trump, una cumbre en Helsinki, la capital de Finlandia. Si algo buscaba Moscú a partir del fútbol era derribar los prejuicios sobre los rusos, construidos sobre todo en Hollywood. Es posible que lo haya logrado en parte. Y, sin embargo, del encuentro entre el presidente ruso y su par de Estados Unidos quedó una historia de James Bond. Como Putin le entregó a su colega una pelota de fútbol con un microchip interno, algunos medios se preguntaron si no era un intento de espionaje.

Putin le dio a Trump una pelota de última generación que se utilizó a partir de octavos de final del Mundial 2018. Era el traspaso de delegado, por cierto: Estados Unidos (junto a México y Canadá) recibirá a la Copa del Mundo en 2026. Según Adidas, la marca que la produce, se utilizó en ella tecnología NFC (Near Field Communication, o comunicación de campo cercano). Lo indica un logo en uno de sus gajos. La pelota puede entregar datos como si traspasó la línea de gol, y también otras informaciones para evaluar el rendimiento de quienes la utilizan, incluso puede transmitir videos a los que se pueden acceder a través de un sitio web específico mediante tablets y smartphones.

«Verificaría el balón de fútbol para escuchar dispositivos y nunca lo permitiría en la Casa Blanca», tuiteó el senador republicano Lindsey Graham. Parecía absurdo, pero algunos dudaron en serio. De hecho, la agencia Bloomberg publicó una declaración de la secretaría de prensa de la Casa Blanca, Sarah Sanders, quien explicó que “el proceso de evaluación de seguridad que se realiza para todos los regalos se hizo para el balón de fútbol”.

La cuestión era saber si el chip permitía escuchar lo que sucediera en la Casa Blanca. O si el chip había sido eliminado y reemplazado por otro para espiar. Básicamente, si Putin le había metido un caballo de Troya a Trump. Adidas no hizo comentarios en relación a su se pudo haber vulnerado la pelota. Pero según el sitio web de la marca alemana no se pueden eliminar o reescribir los parámetros codificados. La Casa Blanca no quiso hacer más comentarios. Hubo algunos analistas que lo dejaron en una broma. Pero ahí quedó, en otra historia (improbable) de espías.