Era una de sus promesas de campaña y la está cumpliendo. La reforma laboral ideada por el presidente francés Emmanuel Macron comienza a tomar color y con ella empiezan a medirse las fuerzas políticas. Los partidos de izquierda y los trabajadores son los que se oponen a esta medida que flexibiliza el mercado laboral al máximo, con el supuesto objetivo que busca Macron para bajar el desempleo, que hoy alcanza al 10 por ciento. «Estemos o no de acuerdo y por más que no lo haya votado, está haciendo lo que prometió», dice una joven estudiante como conformándose ante una promesa cumplida.

Si bien el representante de En Marcha sigue sosteniendo que es de centro, esta medida lo hace ubicarse a él mismo dentro de las políticas sostenidas por los partidos de la más rancia derecha. El modo en que esta reforma será aprobada, a través de un decreto, lo denota. El Consejo de ministros adoptará los cinco textos de la reforma antes de que termine septiembre y en las semanas siguientes el Parlamento, con mayoría absoluta del gobierno, lo deberá ratificar.

¿De qué tratan estas medidas? En primer lugar, la reforma permitirá a las pymes de menos de 50 trabajadores a negociar directamente con el personal las condiciones laborales sin necesidad de que intervenga un delegado sindical. El gobierno argumenta que en este tipo de empresas apenas hay representanres gremiales, lo que obliga a plegarse a los acuerdos sectoriales. La medida es aplaudida por los pequeños empresarios y rechazada por las centrales sindicales.

La reforma también modifica los despidos colectivos ligados a la crisis. Hasta ahora, para lanzar un plan de reestructuración debido a los problemas financieros de una multinacional hay que tener en cuenta su situación en todos los países donde está presente. El nuevo texto permitirá que la empresa pueda hacerlo si certifica que su situación económica es dificultosa sólo en Francia. Se cree que una legislación tan beneficiosa atraerá a los inversores extranjeros.

Otro punto importante es el límite fijo que le pone a las indemnizaciones por despido, algo que el año pasado no pudo ser aprobado debido a las idas y vueltas del gobierno de François Hollande por el estallido social que causó.

El tope de las indemnizaciones era decidido en el organismo de arbitraje laboral. Ahora habrá un techo fijo de acuerdo a los años trabajadores y el salario obtenido. Para una persona que haya trabajado hasta diez años y fue despedida sin causa, obtendrá una indemnización de un mes de salario por año trabajado. Entre los diez y los treinta años, será medio mes más de salario, con un tope de 20 meses. 

No se entiende el alcance de la reforma laboral sin tener en cuenta que es el primer capítulo de una serie de reformas, que incluirán el seguro de desempleo y la formación profesional, tratados en los próximos años. Sin embargo, la gran patronal Medef (Movimiento de Empresas de Francia), considera la reforma como «tímida e insuficiente».

«Se ha confirmado uno de nuestros temores», sostuvo Philippe Martínez, el secretario general de la CGT, una de las principales centrales sindicales, que llamó a los trabajadores a una marcha el próximo martes. Lo llamativo es que los otros dos sindicatos de mayor presencia en Francia, CFDT y Fuerza Obrera, no se sumarán a la marcha por los derechos de los trabajadores que se ven afectados por esta reforma. 

Quien tomó la voz y se plantó como máxima oposición fue Jean-Luc Mélenchon, líder de La Francia Insumisa. En uno de sus discursos, arengó al pueblo «a tomar Paris contra el golpe de Estado social el día 23 con una masiva manifestación».

Por su parte, Macron sigue sosteniendo su discurso de acuerdo a los números. «Somos el único país de Europa que en los últimos 30 años no pudo frenar el desempleo masivo», dijo en una entrevista exclusiva a la revista Le Point..

«Esta es una prueba para Macron y para la sociedad, ya que para los países vecinos, Francia es incapaz de reformar sus políticas públicas sin que haya una guerra social», sostuvo Christian Lequesne, investigador del Centro de Estudios de Relaciones Internacionales.

Reformar las leyes laborales en Francia es caminar por campo minado. El expresidente socialista François Hollande, cuando intentó hacer una reforma laboral más ambiciosas que la de Macron el año pasado, se enfrentó a meses de protesta en las calles, de las cuales muchas fueron violentas.

Se avecinan tiempos de cambio en Francia. Si bien la imagen del presidente bajo notoriamente a un 40% de aprobación por parte de la ciudadanía, sigue con la idea de profundizar todas sus promesas de campaña. 

El termómetro será la calle: una fuerza política de izquierda liderada por Mélenchon se ubica como la máxima oposición. De las centrales trabajadoras, sólo una saldrá a las calles. Con este panorama, la reforma de 200 páginas del Código de Trabajo pasará sin sobresaltos por encima del pueblo francés y la Asamblea.  «