El impresionante triunfo de López Obrador alejó la posibilidad de cualquier trampa. AMLO ( como se lo conoce en su pais ) había triunfado en 2006 y en 2012, pero por poca diferencia y el fraude le había impedido asumir la presidencia. Esta vez los 30 millones de votos obtenidos por MORENA fueron lapidarios. 

El hartazgo de la población con lo que sucedía era monumental. Una política neoliberal, que con el acuerdo de libre comercio con EEUU y Canadá había destruido la economía; la violencia provocada por los narcotraficantes y el ejército, que se cobró 200.000 vidas en 12 años; más la corrupción invadiendo todo y un abandono del gobierno de todo lo vinculado a lo social y educativo hacía pensar que ese pais estaba en situación de Estado Fallido. Es decir, un estado que no cumple con las responsabilidades más elementales.

Una de las respuestas de por qué Lopez Obrador será el presidente de México es por MORENA, que originalmente se constituye como asociación civil para respaldar su candidatura a presidente en el 2012 y luego se va transformando en un movimiento social que convoca a diferentes sectores con reivindicaciones propias, como campesinos, estudiantes, mujeres, ambientalistas.

MORENA se va haciendo sobre la marcha. Les gusta decir a sus dirigentes » un lugar donde vive la gente y la gente hace su vida».
Luego se transforma en partido para las elecciones » pero en el hacer y no en el deber ser «. Además, tiene el acierto en su nombre, que si bien es el acrónimo de Movimiento Regeneración Nacional, en realidad remite a la virgen de Guadalupe, la virgen morena, la más querida por lo mexicanos católicos, en un país extremadamente religioso.

Lopez Obrador habla de realizar la cuarta reforma. La primera fue la Independencia, la segunda la reforma llevada adelante en 1848 por Benito Juarez y la tercera es la revolución mexicana. Es decir que le plantea al pueblo una epopeya, una tarea épica. Tendrá que lidiar con problemas gigantescos y convivir con su vecino del Norte. veremos si puede, y si lo dejan.
 
Cuando triunfó Mauricio Macri en las elecciones presidenciales, muchos hablaron de fin de época en la Argentina y en la región. Creían que la ofensiva del imperio y las derechas locales sobre el proceso que se daba en nuestra América -coordinado y sostenido, especialmente sobre los tres pilares de la integración: Argentina, Brasil y Venezuela- había dado resultados y que aquella victoria electoral era su expresión.      

Sin embargo, y afortunadamente, la verdad es más compleja. En Argentina la resistencia crece día a día, y la situación de Macri es la peor desde que asumió. En Brasil, a pesar de estar en prisión y de todo el ataque que sufrió el PT, Lula es el dirigente con más respaldo popular y electoral. La derecha no puede instalar un candidato  y peligra el llamado a elecciones.

En Honduras no bastó con proscribir a Manuel Zelaya, tuvieron que hacer fraude para que no ganara la fuerza política que él apoyaba. En Paraguay tuvieron que  impedir que Lugo sea candidato.Evo Morales se mantiene firme en Bolivia.  En Venezuela Maduro ganó su reelección y en Colombia, Gustavo Petro llevó por primera vez la izquierda a una segunda vuelta y promete constituirse en el dirigente de una poderosa oposición.

Lo dijimos antes, e insistimos ahora, nuestra región es una región en disputa. La contraofensiva conservadora se produce, pero tiene grandes dificultades para volverse irreversible. Y la explicación es que el modelo neoliberal no es sustentable electoralmente.

No pueden los gobiernos aplicar recetas que ajustan al pueblo y esperar que estos no luchen y que los respalden electoralmente por mucho tiempo. Por eso tienen que recurrir a la persecución, difamación y encarcelamiento de los dirigentes y luchadores populares con la complicidad de un sector del Poder Judicial. Por eso tienen apelar a represión y a la presencia militar, por más hegemonía que tengan en los medios de comunicación para dar una versión tergiversada de la realidad.

Estos no son los 90. Nuestros pueblos adquirieron en estos últimos años un nivel de conciencia elevado y tienen fresco el recuerdo de gobiernos con los que lograron derechos y mejor condición de vida.

El neoliberalismo no tiene nada que ofrecerles y le cuesta mucho hacer pie. Sus recetas para pocos y que empobrecen a la mayoría de la población son cada día más rechazadas y resistidas por una población.  

No hay fin de época. Sí una disputa que será larga.

Dependerá de la voluntad, la inteligencia, la organización y la unidad de los sectores del campo popular. Depende de nosotros, y a pesar de las dificultades, tenemos todas las condiciones para volver a transitar juntos los caminos de la Patria Grande. El triunfo de Lopez Obrador es un aporte extraordinario en ese sentido.