En febrero de 2015 Cristina Fernández de Kirchner plantaba en China, el país más alejado de la Argentina, una baliza para el futuro. Firmaba acuerdos trascendentales, entre ellos la construcción de la cuarta central nuclear, y de las represas entonces llamadas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic, un nuevo swap entre los bancos centrales de ambos países y la instalación de una estación de apoyo para las misiones chinas de exploración espacial.

Fue la última vez que la expresidenta estuvo en China, coronando un vínculo cultivado desde 2004, cuando los dos países profundizaron su relación bilateral, con tres visitas a China incluidas, una como primera dama y dos como presidenta. Hoy, con Cristina Fernández de Kirchner nuevamente en el poder (su primera actividad como vicepresidenta fue reunirse con el enviado de China a la asunción presidencial, Arken Imirbaki), diferentes sectores esperan ver el modo en que aquella asociación es retomada.

En aquel 2015, durante la apertura de las sesiones del Congreso, la expresidenta preguntaría: «¿Saben que la canciller alemana va prácticamente una vez por mes a China? Porque los alemanes advierten la necesidad de ampliar sus mercados». También vaticinó que «dentro de cinco años, China va a ser el actor económico más importante, si ya no lo es, del mundo» y postuló que, «si toda la vida nos dijeron que teníamos que tener relaciones carnales con aquellos que nunca nos daban nada y nos sacaban todo, ¿cómo no vamos a tener relaciones normales, comunes y diplomáticas, económicas y estratégicas con aquellos que nos ofrecen inversiones?».

En su última visita a China, Cristina Fernández de Kirchner elevó con su par Xi Jinping la categoría de la relación entre Argentina y China a «Asociación Estratégica Integral». Los discursos que la expresidenta pronunció aquellos días son parte de «una política exterior soberana», un libro del Instituto Patria que la editorial Colihue publicó en 2019 y cuya versión en chino está gestionando la Academia China de Ciencias Sociales.

En todo momento, la expresidenta destacó la necesidad de generar un «salto cualitativo» entre ambos países, es decir, superar lo meramente comercial para llegar a instaurar una cooperación, en principio, en los campos de la energía, logística, alimentación y ciencia y tecnología. «El mundo de compradores y vendedores se va a ir diluyendo con el tiempo, porque van a surgir las necesidades estratégico-políticas de asociación», sostuvo.

Recordó la creación de la empresa estatal de satélites Arsat y manifestó su deseo de «acompañar y aprender de China toda su experiencia en materia de exploración espacial». Mencionó la licitación del 4G y advirtió su disposición a «a seguir trabajando en forma conjunta y ampliar el espectro de posibilidades, y también ampliar la competencia que en nuestro país deben tener todos los servicios».

Advirtió que en la cuarta central nuclear cada país aportaría el 50% y en una quinta, «que tiene mayor grado de desarrollo tecnológico, porque es con enriquecimiento de uranio y agua liviana», Argentina aportará el 70%, «con lo cual tenemos que tener en claro que esta asociación estratégica presupone desarrollo de tecnología en forma conjunta (…) y asociación entre empresarios argentinos y chinos».

En el campo de alimentos, dijo que Argentina no debe ser solamente un exportador de materias primas, «sino que tengamos asociación estratégica para que lo que se produce en nuestro país pueda tener valor agregado y ser exportado como producto terminado por empresas que van a ser argentinas (…) pero sus accionistas pueden ser chinos». «La asociación no debe limitarse a una exportación directa de granos, sino a la capacidad de producción de alimentos terminados y de alto valor de consumo de proteínas (…) entre China y la Argentina».

También sostuvo que el contexto de la relación entre los dos países «no sólo es una cuestión de relaciones bilaterales, sino también de relaciones de China y Argentina con el mundo», al que «debemos integrarnos desde nuestros propios intereses».

Finalmente, en aquellos discursos, Cristina Fernández de Kirchner planteó que la asociación podía encontrar fundamento en la histórica tercera posición. Recordó que «así como Mao postulaba un modelo chino propio, que no tenía que ver ni con el Este ni con el Oeste, también el presidente Perón propiciaba un modelo de capitalismo nacional». «Por eso comprendemos tan bien cuando los responsables de conducir al pueblo chino reiteran que el modelo chino es un modelo de crecimiento propio, diseñado por chinos y para los chinos», agregó.

En los indicios que pueden leerse en aquellas convicciones, resulta imposible soslayar el hecho de que la Dirección de Relaciones Internacionales del Senado haya estado en manos de Sabino Vaca Narvaja, un especialista en China que también dirige el Programa de Cooperación y Vinculación Sino-Argentino de la Universidad Nacional de Lanús.

De formación académica, Vaca Narvaja también participó del viaje que hace dos años hizo a China el actual presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, en el que planteó la necesidad de incorporar la innovación de los avances tecnológicos del gigante asiático a los programas educativos argentinos.

Al establecer los lineamientos de política exterior en su primer discurso como presidente, Alberto Fernández sintonizó con los planteos realizados hasta 2015. Así, sostuvo que Argentina debe «integrarse a la globalización con inteligencia, preservando la producción y el trabajo nacional», y anunció que «nuestra Cancillería estará concentrada en generar una activa promoción productiva de inversiones extranjeras directas, que contribuyan a modificar procesos tecnológicos y a generar empleo». 

Profundizar los vínculos estratégicos

En sus primeras declaraciones sobre China desde que asumió como presidente, Alberto Fernández afirmó que es «ineludible» el rol del gigante asiático en el orden global y destacó que durante su gestión buscará «profundizar la Asociación Estratégica Integral” que ambos países tienen desde 2014.

En una entrevista exclusiva con la revista DangDai, Fernández aseguró que «la relación es amplia y diversificada y el relacionamiento político es dinámico. Ambas naciones poseen importantes coincidencias en la agenda internacional».

También consideró que «ambos países establecimos que la Asociación Estratégica Integral es extensible a la Iniciativa La Franja y la Ruta y que ambas partes promoverán la cooperación de sus empresas en terceros mercados dentro de dicha Iniciativa», lo cual está formalizado en la Declaración Conjunta de diciembre de 2018 y en el Plan de Acción Conjunta 2019-2023 que continuó a los primeros planes conjuntos en los gobiernos del kirchnerismo.

«La Argentina –agregó Alberto Fernández– viene analizando con gran interés la Iniciativa y su evolución, dada su potencialidad para promover la conectividad y la inserción de productos y servicios argentinos a lo largo de los países de la Iniciativa. Esperamos poder ir formalizando acuerdos específicos dentro de la filosofía de la relación bilateral, de continuar avanzando en beneficios mutuos, tal como nos propusimos en el marco de la Asociación Estratégica Integral».