Para el ex presidente del gobierno español José María Aznar, la culpa de las “colas del hambre” en los principales centros urbanos de la península es de las actuales autoridades. Nada que ver con el coronavirus, que causó cerca de un cuarto de millón de infectados y más de 27 mil muertos, según el dirigente derechista, sino las acciones que tomó la coalición de centroizquierda que está en La Moncloa desde enero pasado. Más aún, engloba a Pedro Sánchez, que ocupa el cargo desde junio de 2018 y se alió con Unidas-Podemos el año pasado. Para los millones de ciudadanos que día a día sólo pueden subsistir por la asistencia solidaria la realidad es otra.

Lo primero a decir es que en España hay un sistema de redes sociales que desde hace tiempo vienen haciendo el trabajo de sostener a los más vulnerables, entre los que hay una enorme mayoría de emigrantes, pero primero en 2008 y ahora con la pandemia, también muchos españoles descubren que si no fuera por ese tipo de redes, no tendrían qué comer.

En Barcelona, el uruguayo Fizgerald Morisini tiene un emprendimiento del rubro gastronómico con el que le iba bastante bien. Tanto como para no calificar a los planes de ayuda estatal ante el cierre de la economía. Ligado a los grupos latinoamericanos, junto a un argentino, Héctor Orellana, decidieron ayudar a los colectivos que integran. Se ligaron con redes ya existentes, como las peñas de los clubes en Cataluña -aunque parezca exótico, hay peñas de todos los clubes argentinos, incluso Argentinos Juniors, Talleres o Godoy Cruz- y consiguieron que la Cooperativa El Poblet les facilitara un lugar donde acopian donaciones de alimentos no perecederos.

“Hacemos una Feria de los Jueves. Ese día cerramos las donaciones que la gente viene a retirar los viernes. Se hace los jueves porque es el día que recibimos donaciones de Mercabarna, el mercado de abasto barcelonés, que nos entrega fruta y verdura”. La cifra de asistentes es variable pero ronda las 60 familias que si no fuera por la Movida Solidaria no tendrían qué llevarse a la boca. Hay, por supuesto, latinoamericanos, pero también de todas las nacionalidades.

En Madrid, Marta Curiel Tirado cuenta de otra movida, más grande, en el popular barrio de Lavapiés. Y que también salió del fútbol. “Un grupo de vecinos echamos una mano al club Los Dragones, donde se juntaban muchas personas en situaciones desesperantes”, explica a Tiempo. El club nació en 2014 como un proyecto de padres que no querían a sus chicos en la despiadada competencia que plantean para los infantiles los equipos de la liga española. Así nació Los Dragones, que cuenta con niños de 28 nacionalidades entres sus distintas categorías. Cuando los directivos hicieron un sondeo entre los padres para ver en qué situación los dejaba la cuarentena, vieron que era realmente complicada.

“Comenzamos a juntarnos desde varias redes para crear una plataforma desde la que conseguimos donaciones y las repartimos a unas 700 familias y otras 500 personas en situación de calle”, dice Marta. Unas 3000 personas cada día. Periodista radial, a una semana de haber ingresado en el grupo Mediapro, fue incluida en un ERTE (Expediente de RegulaciónTemporal de Empleo, un mecanismo estatal para subsidiar el ingreso de trabajadores suspendidos por sus empresas).

Como dato anecdótico, el parate total en la economía dio tiempo a muchos para ocuparse de asistir a personas en situaciones extremas. Pero eso no se podría haber hecho sin redes de contención preexistentes al coronavirus. La plataforma Lavapiés Cuidando el Barrio (La CuBa) se construyó sobre la base de vecinas de esas callejuelas no tan lejanas del centro de la capital española, del Micro para el Sahara, del que participa Marta, al que sumaron al Teatro del Barrio.

“Era el espacio más grande podíamos disponer para garantizar medidas de seguridad e higiene en una emergencia sanitaria. Además de lo que significa ese proyecto para el barrio. A nivel político y social era perfecto para albergar esta iniciativa.  Llamamos y a las 12 horas estábamos allí instalados”, relata. Luego se sumaría un restaurante donde cocinan para personas que no tienen residencia fija.  “Como tuvieron que cerrar dijeron ‘joder, pues pa’ estar en casa, dadme alimentos y nos ponemos a cocinar’”. Entregan 150 platos diarios.

Sólo en Madrid se abrieron 37 despensas solidarias y se supone que junto a los bancos de alimentos y parroquias atienden a más de 2 millones de personas en todo el país. Las cifras de desocupados se acercarán este año al 20%, todavía lejos de la crisis de las hipotecas que dejo a cientos de miles en la calle, generó un 27% de desempleados y provocó fuertes manifestaciones en la Plaza del Sol en 2011.

De aquel recordado 15M (por el 15 de mayo) que alentó un giro en la política española, nacieron otras redes solidarias. Javier Rico está en una de ellas, a la que ahora bautizaron como Despensa Solidaria de Carabanchel, otro barrio madrileño, pero en extramuros. Venían atendiendo a no más de 20 familias vulnerables, pero “todo ha pegado un salto impresionante -cuenta- y ahora tenemos ya a 160 familias, esto es como 500 personas”.

Como en todos lados, los asistidos son de todas las nacionalidades que acudieron alguna vez a España como a una tabla de salvación. Latinoamericanos, de Europa del Este, del norte de África. Pero también españoles. “Los emigrantes tienen las peores viviendas, los peores trabajos y la mayor precariedad”, resume Javier.

Ingreso mínimo vital para todos

Cuando aún muchos españoles volverán a trabajar sin aún haber cobrado el Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE), el gobierno avanzó en una de sus medidas más discutidas por la derecha, como la creación de un ingreso mínimo vital.

«Hoy nace un nuevo derecho social en España», proclamó Pablo Iglesias, el vicepresidente del gobierno y líder del sector más identificado con la izquierda de la coalición de gobierno, Unidas-Podemos, tras aprobarse la medida en consejo de ministros. Esa renta mínima vital será de 462 euros al mes para a un adulto que viva solo. En caso de tener familia, se sumarán 139 euros al mes por cada persona adicional, adulto o niño, con un máximo de 1015 euros por hogar. La renta mínima será compatible con otros ingresos bajos, en cuyo caso funcionará como un complemento hasta alcanzar ese piso salarial.

De esa manera se espera atender a 850 mil hogares en los que viven 2,3 millones de personas, un 30% de las cuales son menores. En el mes entrante, informaron en La Moncloa, unas 100 mil familias se beneficiarán de la medida.


Nissan cierra sus plantas en Barcelona

La excusa formal de la automotriz japonesa Nissan fue la huelga de trabajadores de sus plantas de Barcelona. Sin embargo, la medida de fuerza, declarada el 4 de mayo pasado en pleno confinamiento, tenía que ver con la incertidumbre sobre el futuro de la fábrica en España. Y este viernes la noticia confirmó las peores expectativas: la firma informó al gobierno que dejará de elaborar sus productos en ese país, con lo que 3200 personas quedan literalmente en la calle y se perderán otros 25 mil empleos indirectos.
El gobierno central propuso la creación de un grupo de trabajo para «estudiar escenarios alternativos que garanticen la continuidad de la actividad industrial», pero todo apunta a que la decisión de Nissan ya está tomada.