Hace nueve meses la Argentina entraba en la primera fase de cuarentena. Tal vez por la obligada introspección, por un ingobernable deseo, o por alguna cuota de ingenuidad algunos augurios pasaban por cambios profundos, cuotas mayores de humanismo y solidaridad. Acertaron los descreídos: el coronavirus dejaría una mayor sensibilidad, pero no mucho, y el capitalismo ahondaría sus peores miserias. Un ejemplo rápido y concreto: la vacuna contra el Covid-19.

¿Quién desconoce el fabuloso poder de la industria farmacéutica, compa-rable con la bélica, hasta superior en tasas de ganancias que los bancos? Un poder que atraviesa la cada vez más brutal disputa comercial entre occidente y oriente, en un mundo donde todavía impera la OTAN, entre tantos otros organismos, para reafirmar una grieta más amplia que los continentes entre EE UU, Europa, Rusia, China, nada menos. En ese contexto todos los demás países deben negociar con los laboratorios. En realidad, por supuesto, los que pueden…

En octubre, la Organización Mundial de la Salud anunció el programa Covax: más rápidamente que la propagación del coronavirus adhirieron cerca de 159 países, casi todos los de la UE, varios latinoamericanos, pero ni EE UU ni Rusia. Codirigido por la Alianza Gavi-CEPI y la OMS, estaba destinado a cubrir la vacunación del 20% de la población mundial “más vulnerable”. Está a punto de fracasar por “falta de fondos, riesgos de suministros y arreglos contractuales complejos”. A pesar de que los esfuerzos de organizaciones sin fines de lucro que trabajan paralelamente a la OMS, algunas con respaldo de multimillonarios como Bill Gates.

Pero no alcanza. Hace pocas horas, el secretario general de la ONU, An-tónio Guterres, volvió a exhortar a las naciones más ricas a apoyar la compra de vacunas para los países pobres y afirmó, casi como una inocentada, “que es hora de gastar menos dinero en armas y más para abordar las necesidades creadas por el Covid”. Informó que el Covax enfrenta un déficit de más de 20 mil millones de dólares y que fracasará si en lo inmediato no recibe una inyección de 5000 millones. “Al mismo tiempo, veo países que han comprado más vacunas que varias veces el volumen de su población”, dijo.

En realidad, se hace eco de una denuncia de Amnistía Internacional, Frontline AIDS, Global Justice Now y Oxfam que alertaron ese modo de países de acaparar dosis suficientes para vacunar casi tres veces a toda su población. De tal modo, que unos 80 países pobres –muchos de los cuales, ya notificaron millones de casos–, solo podrán vacunar a una de cada diez personas y probablemente no antes de 2024.

Los países ricos contienen solo el 14% de la población mundial: com-praron el 58% de las vacunas. Hasta la fecha. Por caso, Canadá se aseguró vacunas suficientes para inocular cinco veces a cada canadiense. EE UU y el Reino Unido podrían hacerlo cuatro veces, la UE podría vacunar dos veces a sus habitantes. Las cifras son escasamente precisas, pero se calcula que los países ricos reservaron 6000 millones de dosis a través de acuerdos bilaterales con las compañías farmacéuticas. EE UU compró lotes enteros de vacunas y se garantizó 100 millones de dosis de Pfizer (con opción de 500 millones más); 200 millones de Moderna (con 300 millones adiciona-les) y un red de 810 millones de dosis de AstraZeneca, Johnson & John-son, Novavax, que podría ampliarse a 1500 millones. Tiene 328 millones de habitantes

La OMS define que las vacunas contra el Covid-19 son un «bien público mundial gratuito» para la población, distribuido equitativamente y basado en las necesidades. Un blef. En el mismo sentido, India y Sudáfrica presen-taron un pedido conjunto ante la OMC para que se suspenda la aplicación y cumplimiento, o al menos se flexibilicen ciertos aspectos sobre propiedad intelectual en medio de la pandemia. Ni fueron escuchados.

Además, al momento ni la vacuna de Pfizer-BioNTech ni la de Moderna podrían distribuirse en los países de bajos ingresos porque carecen de la infraestructura adecuada para conservar las dosis en cadena de ultrafrío (de entre -20 y -80°C), y además por el precio: se calcula que el valor para inmunizar estaría entre los 40 y 60 dólares por persona. Por eso, mientras ya comenzó la vacunación en algunos sitios y las primera gran distribución de dosis está en pleno proceso, en casi un centenar de naciones pobres aún siquiera hay previsiones de cuándo les tocará y si podrán superar la barrera de inmunizar a más de una de cada diez personas.

Todo esto, en un contexto en el que se avanzó en cantidad de pobres: más de 45 millones más solo en América Latina y el Caribe. Todo esto en un mundo que está a punto de superar los 77 millones de contagiados y en el que la curva sigue subiendo: en los últimos días se marcaron nuevos récords al llegar a los 738 mil casos por día entre varios con cifras por el estilo. Tremendo. Como las cifras de muertos en el planeta: más de 1,7 millones. En esta semana, durante varios días se re-gistraron más de 13 mil muertos y el miércoles llegó a 13.696. Espanta. No, decididamente, no estamos mejor… «