La andanada de medidas que el gobierno provisional de Michel Temer desplegó en Brasil en estos diez días despertó críticas y protestas no sólo en su país sino en el mundo entero. El reclamo por el furioso intento de reemplazar el paradigma que en 13 años fue modelando el Partido de los Trabajadores llegó incluso a Buenos Aires, donde los residentes brasileños nucleados en Coletivo Passarinho protagonizaron una performance frente a la embajada donde escenificaron las áreas que el golpismo busca demoler. 
Por si hacía falta algo para comprobar de qué viene esta nueva era, el Fondo Monetario Internacional celebró las medidas adoptadas por el nuevo ministro de Hacienda Henrique Meirelles para «estabilizar la trayectoria de la deuda y preservar el sistema de seguridad social a través de reformas que garanticen la sustentabilidad financiera a largo plazo», destacó el vocero Gerry Rice. El clima festivo se extendió a los mercados, que reaccionaron con subas en las acciones de Petrobras tras el anuncio de que el ex titular de la Casa Civil Pedro Parente será presidente de la mayor empresa del gigante sudamericano.
El golpe contra Dilma Rousseff se revela cada vez más como una acción combinada de los poderes económico-financieros internacionales y sectores de inteligencia estadounidense. Meirelles había sido titular del Banco Central con Lula da Silva y proviene del riñón bancario. Parente, jefe de Gabinete de Fernando Henrique Cardoso, dirigió la filial de Bunge en Brasil y desde 2010 regentea su propio emprendimiento: un fondo de inversiones, Prada, exclusivopara la gestión de fortunas que superen los 20 millones de reales (casi seis millones de dólares). 
El Gabinete de Michel Temer deja mucha tela para cortar en el ámbito judicial. De los 21 ministros designados, siete están implicados en la causa Lava Jato –el escándalo Petrobras– y tres en otras denuncias de corrupción a su paso por gestiones estaduales y federales. Un detalle: Otavio Azevedo y Flavio Barra, dos jerarcas de la multilatina Andrade Gutierrez, acusaron al flamante ministro de Planificación Romero Jucáde haber recibido millonarios aportes para su campaña en el marco de acuerdos irregulares para la construcción de una represa.
En ese sentido tal vez el último condenado por el caso de la petrolera sea el ex jefe de Gabinete de Lula, Jose Dirceu, sentenciado a 23 años y tres meses de prisión por el juez Sergio Moro el miércoles. 
Este escenario motivó una columna irónica del sociólogo de Oxford Celso Rocha de Barros relacionada con la crítica de que el Gabinete de Temer no tiene damas ni afrodescendientes. “Las mujeres y los negros están subrepresentados entre los implicados en el Lava Jato”.
Al decir de Glenn Greenwald, el periodista que publicó las revelaciones del analista de la NSA Edward Snowden en The Guardian, la arremetida contra el gobierno del PT tiene olor a petróleo y tal vez sea la principal consecuencia del espionaje ilegal a la mandataria y a Petrobras, otro escándalo pero de corte político-internacional. Greenwald, que vive desde hace 11 años en Brasil, dice que para él fue “inspirador y estimulante ver un país de más de 200 millones de habitantes liberarse del grillete de 21 años de dictadura de derecha apoyada por Estados Unidos y Gran Bretaña, y madurar una joven y vibrante democracia”. Lo dramático, añade, es “lo fácil y rápido que esa democracia puede ser revertida y abolida en todo menos el nombre”.
Y sí, las primeras medidas de Temer –recortes en planes de seguridad, el anuncio de modificaciones en el sistema de jubilaciones que los sindicatos rechazaron y suspensiones en la construcción de dos millones de viviendas del plan Mi Casa, Mi Vida– son favorables a lo que los mercados y el FMI apetecen. A nivel regional la designación de José Serra, notorio enemigo del Mercosur y Unasur, es en cambio un bocado para la estrategia del Departamento de Estado. La visita que Serra este domingo tiene planeada a Buenos Aires motivará protestas de la militancia local y de residentes brasileños. Pero Temer ya se está acostumbrando a ese rechazo generalizado.

La cultura de pie por la democracia

En todo el mundo los brasileños repudiaron «la muerte de la democracia». Lo que no imaginaban los propulsores de la interrupción del gobierno del PT es que los más visibles sean actores y artistas en general por la eliminación del Ministerio de Cultura. Uno de los hechos más trascendentes fue en el festival de Cannes, cuando el director de la película Aquarius, Kléber Mendonça Filho, y la protagonista, Sonia Braga, se sumaron al elenco para decirle No al golpe.  

En Río de Janeiro, el edificio del Ministerio de Cultura se cantó un tema del oratorio de Carl Orff, Carmina Burana contra el vice en ejercicio. 

En Buenos Aires, Isabela Gaia y el Coletivo Passarinho hicieron una performance frente a la sede del consulado, puntualizando cada uno de los logros del petismo derogados con urgencia por el gobierno provisional de Michel Temer.