Las expectativas eran muchas y parecía una forma de salir del atolladero en que se encuentra Venezuela. Por un lado, los países latinoamericanos reacios a ir como furgón de cola de Donald Trump pedían una salida democrática y pacífica y por el otro la vicepresidente europea y un grupo de naciones de la UE hablaban de generar las condiciones para evitar una intervención militar, como amenazan los halcones del gobierno estadounidense y el propio inquilino de la Casa Blanca.

Finalmente, hubo un documento de mayoría, si, pero contrario al deseo de uno de los convocantes del encuentro de Montevideo, México, que además no firmó otro invitado, Bolivia. Y que, contra la voluntad de ambos, expresada en un documento de 24 horas antes, llama a elecciones y pone plazos para aceptar condiciones al gobierno de Nicolás Maduro.

En, concreto, tras varias horas de debate en la sede de la presidencia de Uruguay, el Grupo Internacional de Contacto (GIC) llamó a «restaurar el Estado de derecho en Venezuela, establecer garantías para celebrar elecciones y reconocer a la Asamblea Nacional (AN)». Los encargados de leer el texto fueron el canciller de Uruguay, Rodolfo Nin Novoa, y la jefa de la diplomacia de la Unión Europea (UE), Federica Mogherini.

«Es crucial restaurar la democracia en todas sus dimensiones, respetar el Estado de derecho, establecer las garantías necesarias para un proceso electoral creíble en el menor tiempo posible y reconocer a la democráticamente electa Asamblea Nacional», recalcaron Mongherini y Nin Novoa.

La declaración, de 10 párrafos, fue firmada por Uruguay, la Unión Europea, Costa Rica, Ecuador, España, Italia, Portugal, Suecia, Alemania, Francia, Países Bajos y Reino Unido. Mongherini aclaró que Bolivia había aceptado continuar formando parte de ese grupo, pero no firmó el documento, mientras que México participó del encuentro pero no forma parte del Grupo de Contacto.

Esta cumbre en la capital oriental había sido convocada por la nación anfitriona junto con el nuevo gobierno de México de Andrés Manuel López Obrador, dos de los pocos países latinoamericanos que se distanciaron del dictado de Washington y no reconocieron al diputado Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela. Luego se sumaron representantes de países de la UE que si tomaron partido por el presidente de la AN, y que asistieron en una delegación que presidió Mongherini.

A esta altura se percibió una dualidad, ya que horas antes del inicio de la ronda de debates, que se hizo en la Torre Ejecutiva de Montevideo, Nin Novoa y el canciller mexicano Marcelo Ebrard, presentaron el Mecanismo de Montevideo, un documento con algunos lineamientos sobre los ejes en que plantean interceder en una situación tan dramática como la que viven los venezolanos en este momento.

«La posición histórica de nuestros países ha sido y siempre será la de privilegiar la diplomacia sobre las demás alternativas, ya que solo así se podrá alcanzar la paz y estabilidad de manera sostenible, legítima y efectiva», dijo el jefe de Relaciones Exteriores uruguayo en la previa al encuentro.

«Los suscriptores de esta declaración coincidimos en que el grado de complejidad de las circunstancias no es razón para desestimar las vías políticas de solución de controversias», dice el texto conjunto que elaboraron las dos cancillerías junto con representantes de la Comunidad del Caribe (Caricom).

El «Mecanismo» propone cuatro instancias: un diálogo inmediato entre las partes, una negociación, llegar a compromisos concretos en plazos establecidos y la implementación de esos acuerdos. Pero sin plazos u objetivos finales, salvo el mantenimiento de la paz. Más bien, señalaba la necesidad de no poner condiciones antes de abrir un posible diálogo.

Este grupo proponía un equipo de coordinadores para garantizar esa mesa de diálogo integrado por Rebeca Grynspan, exvicepresidenta de Costa Rica; Enrique Iglesias, excanciller uruguayo y extitular del BID; el extitular de Relaciones Exteriores mexicano Bernardo Sepúlveda, y «un alto representante de Caricom».

Desde el otro lado del océano trajeron la propuesta de dar un plazo de 90 días para llegar a elecciones presidenciales. Además, se jactaron de que desde octubre trabajan en esta iniciativa que pensaban presentar a mediados de este mes. Sólo que el reconocimiento a Guaidó por parte de Trump se adelantó a sus planes. Por Europa integran este grupo cancilleres de España, Portugal, Italia, Francia, Alemania, Reino Unido, Países Bajos y Suecia. Por América Latina figuran jefes diplomáticos de Bolivia, Costa Rica, Ecuador, México y Uruguay.

Contradicciones

Pero Venezuela es un tema complejo incluso puertas adentro de la UE y de los países latinoamericanos que no reconocieron a Guaidó. Madrid mandó enviados a Montevideo, pero el jefe de Gobierno, Pedro Sánchez, en línea con Washington, al igual que Francia, el Reino Unido y Alemania, ya tomó partido por Guaidó. La italiana Mongherini, en tanto, navega entre dos aguas ya que su gobierno reconoce a Nicolás Maduro.

En Uruguay también hay mar de fondo, ya que el secretario de la Organización de Estados Americanos (OEA), el ex canciller del Frente Amplio, Luis Almagro, es un enemigo declarado de Maduro y fue uno de los que lanzó la propuesta de una incursión armada para sacarlo del Palacio de Miraflores. Es más, este mismo miércoles ninguneó el encuentro en su «paisito» al decir que se trata de un “falso diálogo que sólo oxigena a la dictadura”, como califica al chavismo.

La derecha uruguaya también está contra el gobierno bolivariano y sus medios afines juegan para boicotear el encuentro. Tan es así que este mismo jueves el diario El País publicó en tapa un reportaje al diputado Guaidó en el que afirma que de ninguna manera participará en un diálogo con Maduro y se mostró disgustado con la posición del gobierno de Vázquez. El secretario de Estado, Mike Pompeo, ya había dicho que «no es hora de negocia sino de actuar».

Con ese mismo libreto, Guaidó dijo en el matutino uruguayo, y vale copiarlo en forma textual: «Hemos participado en esfuerzos de diálogo, negociación y acuerdo en varias oportunidades con el régimen de Nicolás Maduro. Lo hemos hecho dentro y fuera de Venezuela, de manera privada, y también públicamente. Solos y con acompañamiento internacional. En la última ocasión entre los meses de diciembre 2017 y enero 2018 en la República Dominicana con el apoyo del presidente de ese país, Danilo Medina, quien se comprometió mucho en ese intento, y con la presencia de los cancilleres de México y Chile. Ellos son testigos de excepción de lo ocurrido. La consecuencia invariablemente en todos esos procesos ha sido la misma: el incremento de autoritarismo del régimen y de la represión».

El titular de la ANV no menciona al ex premier español José Luis Rodríguez Zapatero, que coordinó aquella mesa de diálogo y fue quien denunció que a último momento la oposición se negó a firmar el acuerdo que habían alcanzado en Santo Domingo por pedido del entonces mandatario colombiano Juan Manuel Santos y el ex jefe de la diplomacia estadounidense, Rex Tillerson.

«Debemos intentar llegar en el día de hoy a un entendimiento común sobre los aspectos claves para un proceso de transición política que desemboque en elecciones», dijo Mogherini en la apertura de la cumbre de este jueves, poniendo énfasis en el tema que sin dudas más difícil de tragar para los convocantes latinoamericanos.

«Tengámoslo muy claro, la mayor disyuntiva que tiene Venezuela hoy es entre la paz o la guerra, por eso en nuestro insistente llamado a la serenidad a las partes involucradas y a la prudencia a la comunidad internacional», replicó a continuación el presidente uruguayo, Tabaré Vázquez.

Analistas políticos habían adelantado que era difícil la aceptación de los europeos al plan sudamericano porque el «Mecanismo» no habla de plazos ni se propone elecciones de un modo explícito. Con las sutilezas que le exige el cargo, Nin Novoa lo explicó el miércoles.

«Creo que cuantas más condiciones se pongan para el diálogo más difícil es conseguir un resultado favorable. Si nosotros decimos que tiene que haber elecciones en tal momento, que tiene que cambiarse la Corte Electoral, que tiene que haber liberación de los presos políticos, estamos imponiendo condiciones que dificultan el diálogo”, señaló en conferencia de prensa previa.

Pero el jueves se desdijo y aceptó la posición euro-estadounidense. Para mal trago de bolivianos -que estuvieron representados por su canciller, Manuel Ventura Robles- y de Ebrard, en enviado de AMLO.

En un intento por explicar lo que estaba sucediendo, Mongherini dijo en una conferencia de prensa posterior que «el Grupo de Contacto y el Mecanismo de Montevideo tienen objetivos diferentes, pero no son incompatibles». Y anunció que tendrán una segunda ronda de debates en marzo, aunque sin precisar lugar del encuentro.