Berlín ya está con el clima navideño a pleno, “no hace tanto frío, la ciudad está muy linda, muy iluminada, con mercaditos vendiendo dulces y vino caliente”, cuenta Sergio Randi, sociólogo argentino que está completando un doctorado en el Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Libre de Berlín. Debajo de ese espíritu festivo, sin embargo, sobrevuela la preocupación por el grupo ultraderechista desarticulado esta semana y que según las autoridades planeaba un golpe al Bundestag (Parlamento alemán) calcado del que los grupos trumpistas intentaron el 6 de enero del año pasado en el Capitolio.

En una redada en 11 de los 16 estados federados, unos 3.000 policías realizaron 130 allanamientos y detuvieron, en un principio, a 25 personas implicadas en un intento de golpe para derrocar al gobierno y reinstaurar lo que sería un Cuarto Reich. Hubo redadas también en puntos de Austria e Italia. Entre los detenidos figuran integrantes de la policía, del Mando de Fuerzas Especiales (KSK), varias unidades de ‎paracaidistas del ejército alemán, una jueza y el descendiente de una familia de la nobleza que aspiraba a ser el nuevo fürer o algo por el estilo. Pero nadie ignora que esa organización tiene muchos más integrantes, está más arraigada de lo que las autoridades están dispuestas a aceptar y que, en realidad, vienen actuando desde hace varias décadas.

“El plan del grupo que se autodenomina Reichbürger (Ciudadanos del Reich) era un asalto militar al Bundestag -cuenta Randi- y tienen influencias de grupos conspirativos de EEUU como QAnon”. El sociólogo recuerda que hay indicios de que las fuerzas de seguridad están infiltradas por la extrema derecha desde desde los años `90, pero durante el gobierno de Angela Merkel “su amenaza fue minimizada”. Y en ese lapso, fueron desplegándose al interior de sitios claves de un estado del que abominan. “Están dentro incluso de los escuadrones especiales del Ejército, lo que les permite tener acceso a armas y formación militar”.

Pero no solo eso. Entre las detenidas está Birgit Malsack-Winkemann, jueza en Berlín y ex diputada por el partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD por sus siglas en alemán). Cuando terminó su mandato quiso volver a los tribunales pero fue suspendida por sus comentarios ultraderechistas en el Parlamento. Para ella, el grupo golpista tenía destinado el cargo de ministra de Justicia. Mujer de armas llevar, cuentan que es una eximia tiradora y amante de las armas.

La cabeza del Ejecutivo estaba destinada a Heinrich XIII Prinz Reuss-Köstritz, de la casa Reuss, antigua dinastía de Turingia que data del siglo XII. En Alemania no hay títulos de nobleza desde hace mas de un siglo, pero el hombre gusta de utilizarlo como rasgo distintivo. Los Prinz-Reuss se lo sacaron de encima en 2009 porque sus posturas extremas comprometían a los negocios y el prestigio familiares.

Los Reichsbürger, por su parte, tienen mucha presencia en las redes sociales y fueron creciendo sobre todo en zonas rurales y en sectores medios y altos de Turingia, Baviera, Baden-Württemberg y Sajonia. Abrevan en las teorías conspirativas del tipo QAnon, que en EEUU es fuente de inspiración de Donald Trump y sus seguidores.

De ellos emana la teoría de que el mundo está controlado por un “Estado Profundo”, integrado por miembros de la administración pública, servicios de inteligencia y fuerzas armadas que controlan a todos los gobiernos, que asi resultan una fachada para oscuros intereses que relacionan con el progresismo, las ideas igualitarias de raza y sexo y hasta la pedofilia.

Para ellos, Alemania no es un país independiente sino “una empresa” dirigida por Estados Unidos y se proponen tomar el poder para, según publicó uno de los detenidos en Instagram “poner todo patas arriba” donde “los fiscales y jueces actuales, así como los jefes de los departamentos de salud y sus superiores se encontrarán en el banquillo de los acusados en Nuremberg 2.0”. El crecimiento de estos grupos fue notable, destaca la periodista Annika Brockschmidt, en la pandemia, donde se mostraron en marchas antivacunas y antirestricciones en todo el país.

Algunos medios deslizaron que los confabulados tenían apoyo de Rusia. Brockschmidt registra más de un millar de delitos cometidos por Reichsbürger en los últimos años y señala que “desde 2012, el sitio web staatenlos.info menciona ‘Nuremberg 2.0’ como un paso necesario ‘para liberar a Alemania y Europa del fascismo y el nazismo mediante el establecimiento de los tribunales de justicia”. Definen a Alemania como una colonia fascista que necesita ser “desnazificada” por Rusia. Pero todo indica que al menos oficialmente, las autoridades no ven relación entre el Kremlin y los golpistas detenidos. «

Intercambio de prisioneros entre Rusia y Estados Unidos

La basquetbolista estadounidense Brittney Griner y el comerciante de armas ruso Viktor Bout llegaron a sus respectivos países tras un intercambio de prisioneros que abre las puertas a nuevos canjes entre Moscú y Washington.

«Me despertaron en medio de la noche y me dijeron que recogiera mis cosas. No había información clara de antemano», dijo Bout desde Moscú, donde fue recibido por su familia, dice Télam. En una entrevista al canal RT, acusó a los países occidentales de querer «destruir y dividir» a Rusia: «Occidente cree que no acabaron con nosotros en 1990, cuando la Unión Soviética empezó a desintegrarse», dijo el exoficial soviético nacido en Tayikistán acusado de comerciar armas provenientes de la exURSS.

Bout, de 55 años, había sido detenido en 2008 en Tailandia en el marco de una operación encubierta de la CIA, que lo calificó como “el mercader de la muerte”. Hollywood ya había contado su historia, vagamente, en la película “El Señor de la Muerte”, protagonizada por Nicolas Cage en 2005.

«El hecho de que intentemos vivir, no estar gobernados por nadie ni depender de nadie, ser una verdadera potencia independiente (…) está claro que, para ellos, es una novedad sorprendente. Piensan que pueden destruirnos de nuevo y dividir a Rusia», agregó ahora de vuelta en su hogar.

Griner, por su parte, había sido detenida en Rusia en febrero acusada de tráfico de drogas. El intercambio de prisioneros se produjo en un aeropuerto de Abu Dabi, en Emiratos Árabes Unidos.

En su cuenta de Twitter, el presidente Joe Biden dijo que habló con Griner, que ya estaba «a salvo, en un avión, camino a casa» y aseguró que la atleta tenía «buena moral» a pesar del «trauma» que sufrió.

Más tarde, la cadena CNN informó que «una persona que parecía ser Griner se bajó del avión poco después de las 5:30» en Kelly Field, San Antonio, Texas.

«Mi familia está completa», celebró su esposa, Cherelle Griner, quien expresó su agradecimiento al Gobierno demócrata y pidió respeto por la privacidad de la atleta en su «camino hacia la sanación».

Luego del intercambio, Putin dijo que es «posible» pactar con Estados Unidos otros canjes de prisioneros, informó la agencia de noticias AFP.