El jueves fue el cierre de campaña y aún quedaba un porcentaje considerable de ecuatorianos en la franja de indecisos, que hoy deberán ajustar sus anhelos y proyectos para definir alguno de los dos posibles escenarios que anteceden unas elecciones presidenciales y legislativas clave. Después de la contundente doble gestión de Rafael Correa, el economista y conductor de la Alianza PAÍS deja a un sucesor que deberá captar el voto oficialista y continuar la senda de la “Revolución Ciudadana” frente a una derecha que ha intentado en numerosas e incansables oportunidades deslegitimar e incluso desplazar al gobierno.

Según los sondeos, el correísta Lenín Moreno, ex vicepresidente del primer mandato (2007-2013) y acompañado en la fórmula por Jorge Glas, vice actual, lidera en intención de voto con una diferencia de 10 o más puntos, pero no llega al 40% requerido para ganar en primera vuelta. Esto lo colocaría en posición de disputar un balotaje previsto para el 2 de abril con el candidato de la derecha neoliberal, Guillermo Lasso (CREO), o la conservadora Cynthia Viteri (Partido Social Cristiano).

Esta polarización parecería favorecer a un gobierno que, con aciertos y errores, hizo foco en combatir la pobreza, generar empleo y promover la movilidad social a través de una redistribución más equitativa de la riqueza, frente a candidatos que proponen reducir impuestos, privatizar medios y regular las universidades, entre otras medidas. Pero el oficialismo confía en que ganará la primera vuelta. “Considero remota la posibilidad de una segunda vuelta; pero si llegara a producirse, cualquiera de los candidatos que enfrente a Moreno perdería. De hecho, parecería ser que Lasso y Viteri están en un empate técnico y unidos por su ideología, antecedentes políticos y acciones neoliberales”, estimó José Eduardo Torres Lara, miembro de la Asamblea Nacional (Congreso unicameral) por la Alianza PAÍS cuyo mandato vence en mayo.

En diálogo con Tiempo, Torres Lara consideró que las motivaciones de la derecha por llegar al gobierno se fundan en “la ambición de volver a controlar el Estado ecuatoriano, ya que tienen poderosos grupos económicos ligados a la banca, industria, comunicación, comercio, entre otros, es la motivación evidente en la presente coyuntura. Además, sectores de la clase media sin una clara definición de los objetivos nacionales y de los logros de esta década se suman a esa postura neoliberal”.

Esos sectores sin definición son los que inclinarán la balanza hoy. Se trata de un 25 a un 35% del electorado que no se siente del todo representado por las transformaciones sociales de la “Revolución Ciudadana” ni logra ser captado por las arengas “anticorrupción”, “antichavistas” y promercado de las fuerzas opositoras con mayor intención de voto. Según cita la agencia IPS, el analista político y docente de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) Adrián Bonilla aseguró que parte del electorado podría actuar como un “voto útil” al gobierno, que considera a Moreno como “mal menor”, aun siendo críticos de Correa. Otros, en cambio, podrían querer una segunda vuelta en aras de garantizar una polarización que facilite su decisión final, en cuyo caso votarían al más cercano a Moreno. En este caso, el oficialismo deberá tender puentes hacia los sectores progresistas que hoy son críticos de su gestión, como el que encabeza el exmilitar de Izquierda Democrática, Paco Moncayo, quien se ubicaba cuarto en los sondeos.

Lenin Moreno se propone llevar adelante “12 revoluciones”: política; ética; económica productiva y del trabajo; agraria; social; ecológica; del conocimiento y las capacidades; cultural; de justicia, seguridad y convivencia; urbana y de territorios con vivienda y servicios de calidad; de soberanía e integración; y de juventud. Su programa prevé un crecimiento de 10 puntos en el PBI y la creación de 250 mil empleos nuevos para 2025. De llegar al gobierno, buscará diferenciarse de su antecesor con un perfil más dialoguista. “Será un gobernante que fortalecerá el diálogo con distintos sectores y, dentro de su comprensión del cambio, buscará nuevos acuerdos”, graficó el legislador Torres Lara.

Lasso asegura que creará un millón de puestos de trabajo en cuatro años pero quiere eliminar 14 impuestos “para atraer la inversión”. Entre ellos a la salida de divisas, a la tierra y al llamado impuesto «verde» (ambiental), con el que se financian programas sanitarios. También quiere regular las universidades y privatizar los canales de televisión estatizados. En estos puntos coincide con Viteri, quien tiene una propuesta similar en materia impositiva, y ofrece incentivar al sector financiero privado con una quita de hasta el 50% en el impuesto a la renta. Además, quiere promover una consulta popular para modificar temas en la Constitución (reformada integralmente en 2008), como devolver la autonomía e independencia a organismos de control y a la justicia.

Ecuador llega a las elecciones con la conmoción sufrida por la presidenta de la Asamblea, Gabriela Rivadeneira, quien el miércoles recibió, al igual que otras cuatro personas, una carta-bomba oculta en un estuche de DVD. Los artefactos fueron detectados y no estallaron. Correa señaló la gravedad del hecho y aprovechó para señalar el “bombardeo mediático” que apunta a su gobierno con el objeto de limar votos en estas elecciones. «