Jean Wyllys siempre mantuvo un perfil alto. El exdiputado brasileño de 47 años saltó del reality Gran Hermano al Congreso en 2011, donde desplegó una agenda en favor de la diversidad sexual y se ganó la hostilidad de un recinto dominado por hombres conservadores. En esa misma cámara escupió a su entonces colega Jair Bolsonaro, luego de que este reivindicara al torturador de Dilma Rousseff durante el proceso de destitución de la entonces presidenta en 2016. A partir de allí, todo fue para peor: la campaña de acoso y amenazas en su contra se intensificó, el asesinato de la concejala y activista por los Derechos Humanos Marielle Franco –su compañera del Partido Socialismo y Libertad (PSOL)– fue una amenaza nada velada para toda la izquierda y el triunfo de Bolsonaro –que trató de “maricón” a Wyllys en más de una ocasión– lo obligó a moverse con custodia. En enero de 2019, semanas después de la asunción de Bolsonaro, Wyllys renunció a su banca y se exilió en Barcelona. En este tiempo, se volcó a la academia y siguió el desenlace político en Brasil a la distancia. A finales de mayo sorprendió al dejar el PSOL y afiliarse al Partido de los Trabajadores. En un acto virtual de bienvenida fue recibido, entre otras figuras destacadas, por Rousseff y Lula da Silva. Emocionado, el expresidente y líder del PT le dijo que “mañana, cuando con tu ayuda toda esta pesadilla llegue a su fin, estaremos felices de darte la bienvenida nuevamente a Brasil”.

–¿Cuál es tu visión sobre la gestión de la pandemia por parte de Bolsonaro?
–El de Bolsonaro es un gobierno genocida, guiado por un sombrío darwinismo social. Esto significa que calculó cuántos debían morir para que el país tuviera inmunidad de rebaño, y luego no solo comenzó a dejar que la gente muriese sino también a ayudar a matarlas, ya que difundió fake news y teorías conspirativas sobre la enfermedad. Saboteó deliberadamente las acciones de gobernadores y alcaldes para frenar el avance del Covid-19. El gobierno de Bolsonaro decidió que matar gente sería más barato que invertir en vacunas, sobre todo cuando se sabía que la enfermedad mataría más a los viejos, los pobres y a personas “no productivas” para la economía neoliberal.
–Ya son más de dos años fuera de Brasil. ¿Cómo es la vida en el exilio?
–El exilio no es una experiencia fácil de vivir. Es un insomnio largo, como decía el escritor Víctor Hugo. Este estado de vigilia e inseguridad solo se incrementó con la llegada del Covid-19. La violencia de la extrema derecha en mi contra me obligó a dejar mi país. Y la pandemia me obligó a exiliarme dentro del exilio. Pero aun siendo el blanco principal de la violencia y la estupidez de la extrema derecha que sumió al país en el desempleo, la miseria y el odio, aun estando en el exilio, nunca dejé de enfrentarme a estas personas y luchar por mejores días.
–¿Por qué decidiste afiliarte al PT?
–Porque creo que Lula es el único candidato capaz de superar el fascismo y traer mejores días a todos nosotros. Lula fue responsable de los mejores años de la vida de los brasileños. Y esta no es una mera opinión personal. Está probado por los indicadores económicos y sociales de sus gobiernos.
–¿Creés que Bolsonaro podría adoptar una actitud similar a la de Donald Trump si pierde las elecciones del próximo año?
–Bolsonaro y sus fascistas ahora están tratando de levantar sospechas sobre una elección que todavía no sucedió. Esto demuestra su certeza de que ya están derrotados electoralmente. Ahora son una minoría ruidosa y violenta que puede intentar no aceptar los resultados de las elecciones utilizando la violencia. Pero incluso en el peor de los casos serán derrotados y terminarán como los fascistas en Italia. Después de lo ocurrido con los trumpistas en Estados Unidos y la derrota de Netanyahu en Israel, lo mejor para los fascistas brasileños será aceptar el resultado de las urnas. La democracia los tratará mejor de lo que ellos la trataron. «