A las 8:30 de la mañana de este viernes 6, la decisión del ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva (PT) fue no ir a Curitiba para entregarse a la Policía Federal.

Lula pasó la noche en el Sindicato de los Metalúrgicos de São Bernardo do Campo (SP), en compañía de los hijos, amigos y dirigentes del partido, y allí pretende quedarse durante el día.

En breve conversación telefónica, Lula le dijo al medio Folha de Sao Paulo, que estaba tranquilo, bien dispuesto, y que ya había hecho sus ejercicios matinales como lo hace todos los días.

La decisión de Moro fue tomada el jueves después de que el magistrado recibió oficio del Tribunal Regional Federal de la 4ª Región.

Por su parte, los abogados de Lula presentaron un nuevo habeas corpus en el que aducen que no se agotaron los recursos posibles para ser presentados ante el tribunal para comprobar la inocencia de Da Silva. «La defensa ni siquiera fue notificada de la sentencia que juzgó los embargos en la sesión del  juicio ocurrida el día 23 de marzo», finaliza el comunicado.

Además, anunció que presentarán una medida cautelar ante el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (ONU) con el fin de frenar la detención.

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La decisión sorprendió la defensa del ex presidente que no esperaba que la detención ocurriera antes del próximo martes, cuando entraría con nuevo recurso. En el orden de ejecución de la pena, Moro recuerda que la última apelación cabal en el caso no tiene poder para modificar la sentencia.

El ex presidente será arrestado nueve meses después de la sentencia, mientras que los otros casos duraron de 18 a 30 meses.

La pena definida por el tribunal es de doce años y un mes de prisión con inicio en régimen cerrado, por corrupción pasiva y lavado de dinero, en el caso del tríplex de Guarujá.