Todavía traumatizados por el sismo que sacudió a México hace una semana dejando más de 300 muertos, muchos habitantes no pueden volver a sus fracturadas casas y menos aún a su vida habitual, mientras parientes de los desaparecidos bajo los escombros continúan su angustiosa búsqueda.

Siete días después del sismo de 7,1 grados que derrumbó 39 edificios, las calles de esta megalópolis de 20 millones de habitantes volvían a su habitual congestionamiento vial, mientras escuelas, bancos y comercios reabrían paulatinamente sus puertas.

Pero muchos habitantes que lo perdieron todo siguen sin tener a dónde ir.

«Piensas que nunca te va a tocar a ti. Me cuesta saber en qué día del calendario estoy. Solo hemos buscado donativos (de ropa) porque nos quedamos con lo que teníamos encima», dice a la AFP Gerardo Álvarez, un periodista de 31 años que no puede regresar a su casa por los daños estructurales que sufrió.

«Está en pie pero se ha ido colapsando hacia adentro. En la fachada una columna está caída y se ven parte de los ladrillos, y en mi departamento las paredes tienen cicatrices diagonales», describe este venezolano que vive en Ciudad de México hace tres años.

Desde el sismo, Álvarez y su esposa embarazada han tenido que pasar las noches con amigos, y su búsqueda de un nuevo departamento se complicó por una inesperada suba de precios.

El alcalde de Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, firmó un decreto que incluye un apoyo temporal de 3.000 pesos (167 dólares) mensuales en alquiler para los damnificados.

En tanto, peritos se desplegaban a puntos rojos de la ciudad para, tras evaluar edificaciones endebles, dar luz verde a habitantes que necesitan entrar rápidamente para recuperar pertenencias y documentos importantes.

«Estamos de mudanza, francamente no es buen momento» para declaraciones a la prensa, dijo una madre que, con guantes y la ayuda de su hija, sacaba los muebles de lo que fue su casa.

– Ambiente triste –

Más allá de las grietas en los muros, los habitantes no terminan de sanar las cicatrices emocionales de la tragedia.

La empleada de un restaurante frente al edificio desplomado de la zona chic Roma-Condesa, donde aún siguen buscando gente bajo los escombros, hubiera preferido no ir a trabajar «por respeto» a la gente.

«El ambiente aquí de por sí es muy triste, a mí se me hace una falta de respeto total que esté abierto. O podría estar abierto pero como un centro para ayudar», dijo bajo el anonimato por temor a represalias de sus jefes.

Cerca de ahí, un gran mural de colores para escribir mensajes de aliento fue erigido por ciudadanos con el título «Fuerza México».

«Estamos con todos los que perdieron su casa y su familia. México está de luto pero México es fuerte. ¡Vamos a reconstruirnos!», decía uno de los numerosos mensajes.

– Sin información de desaparecidos –

Como en el devastador sismo de 1985 -que con 8,1 grados dejó más de 10.000 muertos-, miles de ciudadanos mexicanos se improvisaron socorristas, mientras rescatistas profesionales del mundo -Centroamérica, Chile, Colombia, Japón, Francia- llegaron a echar una mano.

Estos esfuerzos permitieron salvar con vida a 69 personas de entre los escombros, pero las posibilidades de que esto siga pasando palidece a medida que pasa el tiempo.

Desde el viernes, solo cadáveres llegan a la superficie.

En algunas zonas dañadas de la ciudad, como en el edificio de la céntrica Roma-Condesa, siguen los trabajos de rescate en medio de reclamos de familiares de víctimas, quienes aseguran que el gobierno les ha ocultado el paradero de la gente que desapareció bajo esos escombros.

«Queremos información (…) Nos han tenido engañados. Ayer querían entregarme un cuerpo que no era mi sobrina, ya la encontré en el Semefo (servicio médico forense)», dijo en una improvisada rueda de prensa una mujer que dijo ser tía de una de las víctimas.

«El gobierno se ha burlado una y mil veces de los familiares, diciéndonos que hay avances y dando falsas esperanzas», se indignó Juan Pedro Filomeno, primo de la desaparecida Noemí Manuel García, de 25 años.

Hasta este martes, sumaban 333 muertos: 194 en Ciudad de México, 74 en Morelos, 45 en Puebla, 13 en Estado de México, seis en Guerrero y uno en Oaxaca, según Protección Civil federal.