“El Parlamento de Israel (Knesset) fue disuelto luego de que venciera el plazo para la aprobación del nuevo presupuesto en medio de una crisis política y una compleja coalición de gobierno”. Esta noticia parece vieja y en algún punto lo es. Ocurre por cuarta vez en dos años y consecuentemente con ello, las nuevas elecciones que se realizarán el 23 de marzo serán las cuartas consecutivas en ese lapso, un proceso recurrente. Aunque se da nuevamente la paradoja que Benjamín Netanyahu (71 años), primer ministro desde el 31 de marzo de 2009, con su partido Likud, supera en las elecciones a su archirrival político Benny Gantz (61), de la coalición Azul y Blanca, y luego forma gobierno, pero esa supremacía no se refleja en el parlamento y ante la imposibilidad de votar afirmativamente ciertas leyes fundamentales como la del presupuesto se disuelve en forma automática. Y aunque unos y otros proclaman la urgente necesidad de una reforma, no puede llevarse a cabo por esas desavenencias que convierte a la política israelí en un laberinto sin salida.

Netanyahu es el único primer ministro nacido en Israel después de la creación del Estado. Dijo: “Israel irá a elecciones generales por las peleas internas del Azul y Blanco (…) El pueblo quiere vacunas y no elecciones”.

¿Es tan diferente a Benny Gantz? Muchos lo consideran su espejo. El número dos de la política israelí, además de llamarse igual, es el actual ministro de Defensa, luego de acordar con Netanyahu -en abril pasado tras las últimas elecciones- que ambos alternarían el puesto de primer ministro y que él asumiría el 17 de noviembre de 2021. Se verá si no asume, o según los resultados de marzo, asume antes.

Este Benjamín, Benny, nació en 1959 en el moshav (cooperativa agraria) de Kfar Ajim, soldado de carrera y político, veterano de varias guerras, ex consejero militar de la Embajada de Israel en EE UU , ex jefe del Estado Mayor (2011-15) creó un nuevo partido, Resilencia Israel, que integra una alianza de “centro amplio”, aunque a la derecha de Lukud, de nombre Azul y Blanco, los colores de la bandera israelí. Parece ser el único que puede desbancar al emblemático Netanyahu. En definitiva, dos pesos pesados pelean por quién es más de derecha.¿Pero son tan diferentes