La Plaza Dignidad tuvo un clima de resaca en la tarde del viernes de Santiago de Chile. En plena veda electoral un grupo de personas se reunieron a manifestarse como cada viernes pero sin demasiada convocatoria, después de una semana embriagada de actos de cierres de campañas, e incluso de festejos por «la muerte de la vieja». Mientras tanto, a unas pocas cuadras de la plaza insignia del estallido social, el resto de la población cenaba o tomaba algo en los bares de la capital, desentendida incluso de la llegada amenazante de Carabineros.

El acto del candidato derechista José Antonio Kast se desarrolló en la ya suya Plaza Arauco, en el exclusivo barrio de Las Condes. Con un registro festivo, el referente del Partido Repúblicano fue presentado por una de sus nueve hijos y desde el escenario insistió con su retórica del miedo frente al «comunismo» y reiteró algunos de los pilares de su campaña que fueron patria, libertad y orden. Pese a que las encuestas no lo daban como favorito, Kast se consideró confiado en que los indecisos y quienes se abstuvieron, está vez concurrirán a darle sus votos y reafirmen la tendencia histórica que indica que el ganador del primer turno, repite el resultado en el balotaje.

Gabriel Boric por su parte cerró su campaña también con un masivo acto en Parque Almagro, ubicado a poco menos de diez cuadras en línea recta con el Palacio de La Moneda. Hizo referencia a Kast como el «heredero de este gobierno y del pinochetismo» y aseguró que pese a sus cortos 35 años y de no saber cuál sería su primera acción de gobierno, con él «entra el pueblo». También aludió a un posible intento de fraude: «Desde la otra candidatura ya están diciendo que van a desconocer los resultados de esta elección, el clásico manual de la ultraderecha en cualquier parte del mundo”, dijo. El miércoles también se movilizaron sectores del feminismo chileno en apoyo al referente del Frente Amplio.

La idea de un posible fraude se agitó los días previos, de la mano del militante ultraderechista Sebastián Izquierdo quien tiene una amplia presencia en las redes desde donde llamó a hacer «trampa» el día de la elección. En concreto, convocó a las autoridades de mesa a impugnar la mayor cantidad de votos posible de Boric. Esto provocó que Izquia Siches -quien dejó de ser la presidenta del Colegio Médico de Chile después del primer turno para pasar a ser la jefa de campaña de Boric- presentara una denuncia ante el Servicio Electoral (Servel) porque consideró que se estaba realizando una “campaña sucia” desde las filas del Partido Republicano de Kast. El Servel anunció ayer que daba lugar a la denuncia y que incluso será parte de la querella. Esto se sumó a los dichos del presidente de Renovación Nacional, Francisco Chahuán, quien evaluó que el desenlace de la elección se daría en la justicia, sembrando dudas sobre el proceso electoral.

Además del ritmo de campaña, el jueves se coló la noticia de la muerte de Lucía Hiriart ex esposa de Augusto Pinochet, un hecho que también volcó a los chilenos y chilenas a las calles. El punto central fue nuevamente Plaza Dignidad. “No hay mal que dure 100 años”, decían los carteles improvisados, en alusión a que la viuda del dictador murió a los 99. Los manifestantes sabían que lejos de ser una figura secundaria, Hiriarte ocupó roles claves en las decisiones de la dictadura, desde las relaciones diplomáticas hasta incluso liderando desfalcos como presidenta de CEMA Chile, fundación que vendió más de 100 propiedades que el Estado le había concedido como donación, embolsando millonarias ganancias.

La noticia llegó a la primera plana del comando de Boric cuando almorzaban en el barrio La Florida, ubicado a una hora hacia el sur del centro de Santiago, y alguien dijo: «Se murió la vieja». Boric ya se había levantado de la mesa pero el resto de los presentes discutieron cómo abordar el tema públicamente y la decisión fue la de no confrontar, ni festejar. Sin embargo, la movilización espontánea emergió.

Ya en la última plaza previa a la elección se revivió la disputa entre los dos sectores porque la campaña de Kast pintó de blanco la mitad del ex monumento al general Manuel Baquedano y llenó de césped y flores el terreno que borde el mismo lateral, en un acto por simbolizar el “orden” que representaría el derechista frente a un supuesto caos asignado a Boric. Los manifestantes consideraron la intervención como una provocación porque, como decían, “la plaza es nuestra”.  Eso motivo a que tomaran los verdes retazos para improvisar un jardín frente al monumento, en lo que fue la estación de subte donde denunciaron que funcionó un centro clandestino de tortura durante el estallido.

Se percibe allí un rechazo a Kast evidente, incluso más marcado que el apoyo a Boric – algunos tildan de “amarillo” para aludir a cierta “tibieza” política-, pero a quien igualmente aseguran que apoyarán en la elección definitoria del día de hoy. Porque si desde las filas del derechista azuzan el fantasma del comunismo, quienes votarán en su contra enfrentan el temor a un eventual retroceso democrático.