Mario González fue vital en los inicios de la ocupación del diario y, aunque era trabajador de otra empresa –una agencia de seguridad–, siempre fue solidario con nuestra lucha: desde el principio, a las seis de la mañana, cuando se iba, nos despertaba para que cerráramos y nos dejaba la llave. Hubo días en que se quedó hasta más tarde. Pero nunca Mario -un tipo bueno, un tipo sencillo, un laburante, siempre con una sonrisa- nos dejó a gamba. Jamás. Tenía 33 años y era un gran deportista.
Nos mataron a un compañero. El 1º de mayo por la tarde, salió a practicar boxeo con un amigo en Ezpeleta, cerca de la autopista Buenos Aires-La Plata: dos hombres los apretaron para robarles. Estaban armados. Mario intentó defenderse: lo asesinaron con un tiro en el pecho.
Junto a sus familiares y amigos pedimos Justicia. Mario no era un laburante formal de Tiempo o Radio América. Pero era nuestro compañero. Y así lo vamos a reivindicar. Todo lo que hizo en los días más difíciles que atravesamos los trabajadores del diario y la radio (hasta que lo trasladaron como guardia a otro edificio porque la empresa para la que trabajaba había dejado de cobrar) fue lo que hace un compañero. Y por eso volvió siempre para saludarnos, para estar con nosotros. Fue parte de la lucha de Tiempo y América. 
Hasta siempre, Mario.