En contra de sus propias determinaciones de no premiar a instituciones financieras que están en riesgo por maniobras como las que llevaron al colapso de la burbuja inmobiliaria, la Comisión Europea aprobó el rescate que el gobierno italiano propone para el banco más antiguo del mundo, el Monte dei Paschi di Siena (BMPS), por más de 6600 millones de euros.

Nacido en 1472 como banco de empeños en momentos en que arreciaba la peste bubónica que se llevó la vida de la mitad de la población de Siena, en la Toscana, el BMPS atravesó a lo largo de sus 545 años de vida por muchas crisis y sobrevivió a todas las guerras europeas, lo que no es poco.

Sin embargo nunca estuvo tan cerca de desaparecer como desde que Giuseppe Mussari, un abogado sin experiencia en los entresijos de las finanzas, asumió la presidencia, en 2006, y aceptó las recomendaciones de un grupo de asesores muy imbuidos de la locura de los derivados financieros tan de moda desde principios del siglo XXI.

Los escándalos se sucedieron enchastrando en el lodo no solo a Mussari, que huyó espantado para reasumir el trabajo para el que reconoció estar mejor preparado, las cuestiones leguleyas como las que, por otro lado, debe lidiar desde entonces. Algunos de sus consejeros de aquel período, en cambio, conocieron la cárcel desde adentro y como él debieron sentarse en el banquillo de los acusados por desfalco.

Años antes de este «penoso incidente», a fines de los ´90, el banco había aparecido en un escándalo local cuando el Banco de Crédito Provincial (BCP) de La Plata entró en bancarrota. Un caso de película de misterio que tuvo la virtud de poner en la misma bolsa a una mutual del Ejército; el embajador de Carlos Menen ante el Vaticano, Francisco Trusso, y sus hijos; la cúpula de la Iglesia de la época -Monseñor Antonio Quarracino y su segundo, Jorge Bergoglio, hoy papa Francisco, y el obispo platense, Héctor Aguer-y de un modo tangencial al BMPS, muy ligado también a la curia vaticana. Había diez millones de dólares que se esfumaron en el aire y que si no terminó de salpicar al banco italiano fue porque supieron saltar a tiempo del incendio.

Para el BMSP el problema del que no pueden escapar sucedió a la llegada de Mussari al sillón presidencial, cuando se decidió comprar la Banca Antonveneta al Grupo Santander por 9.000 millones de euros. Esa operación lo convirtió en el tercer mayor banco de Italia, pero desde entonces los números fueron en rojo. Y ahí nacieron los derivados financieros que al principio parecieron la milagrosa solución a las pérdidas que se sumaban sin cesar en el mundo real.

Pero no fue fácil evitar que saliera a luz que el Santander, bajo la férrea conducción fallecido Emilio Botin, había pagado por el Antonveneta 6600 millones de euros en octubre de 2007, unos días antes de la venta al BMPS, el 8 de noviembre. Cuando se destapó la olla, Mussari fue haciendo mutis por el foro.

El hecho también detonó en el centroizquierdista Partido Democrático, liderado entonces el hombre que aspiraba a reemplazar en el gobierno al empresario Silvio Berlusconi, Pier Luigi Bersani. Es que la mayoría accionaria del antiguo banco está en manos de una Fundación y de la comuna de Toscana.

Gianluca Baldassarri, el jefe del área de Finanzas del BMPS, fue encarcelado en febrero de 2013 -la justicia es lenta en todas partes- y algunos meses mas tarde tuvo el beneficio de seguir detenido pero desde su casa. En total, fueron procesados 13 altos directivos del banco, desde Musari para abajo.

En la «volteada» por la oscura operación Antonveneta también cayeron empleados de un banco japonés, el Nomura, y del Deutsche Bank sucursal Londres, y los fiscales llegaron emitir una convocatoria al propio Botín, apellido inapropiado quizás para dueño de un banco.

La causa es por la poco clara operación pero también por haber engañado a los clientes y accionistas minoritarios sobre el carácter del emprendimiento que se estaba intentando concretar. Y que llevó a una serie sin fin de pérdidas en cada ejercicio fiscal.

De todas maneras, en ese mismo 2013 la Unión Europea ya le había brindado al BMPS un “rescate” por 3000 millones de euros con el compromiso de dejar en la calle a 8000 trabajadores y vender parte del paquete accionario. La cifra de empleados con que cuenta la institución en la actualidad es de unos 33.000 esparcidos en algo así como 3000 oficinas para atender a al menos 4,5 millones de clientes.

«Esta solución es un paso adelante positivo para el BMPS y el sector bancario italiano», justificó este jueves la comisaria europea de la Competencia, Margrethe Vestager. Según la funcionaria, esto «permitiría a Italia inyectar capital en BMPS como medida de precaución, de acuerdo con las normas de la UE, mientras que limitaría la carga para los contribuyentes italianos».

El banco toscano registró pérdidas por alrededor de 3.240 millones de euros en 2016 y además de poner el foco en la dirigencia política de la región pone en jaque a todo el sistema bancario italiano, especialmente por una amplia cartera de activos «tóxicos» como producto de la bicicleta de los derivados.

El plan de reestructuración acordado por la UE podría implicar que otros 5.000 trabajadores terminen sin empleo.

Y así concluye este nuevo capítulo en la historia del banco más antiguo -en funcionamiento, trabajoso pero funcionamiento al fin- de los que hay en el mundo. Una entidad que fue producto de un momento particular en el desarrollo del capitalismo financiero, ya que fue surgió como uno de los tantos Banchi di pegni con los que artesanos, agricultores y pequeños comerciantes se fondeaban en el siglo XV italiano, la época del Renacimiento, para afrontar sus tareas cotidianas.

No había posibilidades, para este sector, de acceder a los créditos de las grandes bancas, como las que tenían los Medici, y fue entonces que aparecieron, inspirados por los monjes franciscanos, los Monti di Pietà (Montes de Piedad). Uno de ellos fue el Monti di Siena, que en 1624 cambió su nombre a Monte dei Paschi di Siena con que hoy se lo conoce, y que mantiene en su sede del Palacio Salimbeni tesoros artísticos al que el público no tiene acceso.

Tesoros renacentistas de altísimo valor de mercado, sin dudas, pero no tanto como el costo que la caída definitiva del banco podría acarrear a Italia y a la Unión europea, por lo que deja trascender este nuevo salvataje.