Al xenófobo y primitivo grito de “fuera los indios de mierda de Bolivia”, algunos cientos de jóvenes blancos del departamento oriental de Santa Cruz se armaron el pasado jueves para avanzar con piedras y palos sobre las sedes del Movimiento al Socialismo (MAS), el partido que desde 2006 mantiene a Evo Morales en la Presidencia del país. “No más collas, vamos a sacar a todos los indios de mierda de Bolivia, vamos a sacar a todos los collas de mierda de la patria”, vociferaba la turba, olvidando que su presidente, “el Evo de mierda”, es orgullosamente aymara y hermano de los collas, así como hermano de todos los indios de esa abrumadora legión que componen las 36 etnias que integran el 63% de la población del Estado Plurinacional. Para la ultraderecha, cada país tiene su “yegua”, con su propio sexo y con su propio nombre.

Hace 13 años que Evo Morales viene soportando el criminal racismo de ese tercio de la sociedad boliviana que se beneficia más que nadie con las bondades que derrama el modelo político-social impuesto por el MAS. Ahora, hacía días que la ultraderecha venía activando en todo el país con el objetivo de impedir que se realicen las elecciones del 20 de octubre, de las que desde ya se considera perdedora. “Son fascistas, mercenarios que no sólo quieren impedir que se realicen las elecciones, porque son golpistas que no soportan más a un gobierno que gobierne democráticamente, para todos”. El viernes, hecho el balance del ataque protagonizado por los “guerreros” de la Unión Juvenil Cruceñista y el Comité Cívico de Santa Cruz –las víctimas humanas felizmente no mortales y los cuantiosos daños materiales–, Evo Morales llamó a los bolivianos a no prestarse al juego de la ultraderecha.

El presidente insistió con un razonamiento pacificador, que advierte que “estos señores reaccionan contra la democracia porque en este terreno no han podido realizar planteos superadores que escapen de los marcos de transformaciones y cambios estructurales que se han producido en Bolivia en los últimos 13 años de elevada estabilidad económica y niveles de crecimiento superiores al 4 por ciento.”