En su primer discurso frente a la Asamblea General de la ONU, Jair Bolsonaro se dio maña para atacar a Cuba, Venezuela, las poblaciones originarias y ponerse el sayo de nacionalista en un intento por defender su cuestionada política ambiental.   «Es una falacia decir que la Amazonia es un patrimonio de la humanidad», dijo,  y no representa «los pulmones de la Tierra», afirmó.

«La Amazonia no está siendo devastada ni consumida por el fuego como dice mentirosamente la prensa», continuó en el mensaje de apertura de la 74ª UNGA, por sus siglas en inglés. Manifestantes con camisetas verdes portaban afuera un cartel que decía «Bolsonaro, una amenaza para la Tierra» y gritaban «¡La Tierra está ardiendo, la Amazonia está ardiendo, Bolsonaro es un mentiroso!”.

El mandatario brasileño llegó a Nueva York con el objetivo de instalar la idea de que representa “un nuevo Brasil”, alejado de los últimos gobiernos del PT. «Es el Brasil que resurge después de estar al borde del socialismo, está siendo reconstruido a partir de los anhelos e ideales de su pueblo», dijo. Y en su red social, lo puso en negro sobre blanco.

Luego fustigó a los gobiernos de Cuba y Venezuela. “Estar junto al socialismo trajo corrupción generalizada, recesión económica, violencia y ataques ininterrumpidos a valores familiares y religiosos».Su mensaje recibió críticas de sectores como el del Partido Socialismo y Libertad, cuyo dirigente más conocido, Guilherme Boulos, replicó en un tuit.

Prosiguiendo su intento de demonización de sus opositores, destacó que el acuerdo del gobierno de Dilma Rousseff para que médicos cubanos hicieran tareas sanitarias en Brasil, el ex capitán del Ejército brasileño afirmó que los profesionales hacían “un verdadero trabajo esclavo”, por el que recibían una mínima parte de lo que se pagaba por su trabajo.

La respuesta en este caso vino de la cancillería cubana:

En una línea que viene sosteniendo desde que el 1 de enero llegó al Palacio del Planalto, dijo que el Foro de Sao Paulo, que integran partidos políticos progresistas de la región, “es una organización criminal” y comparó su tarea con la de la dictadura militar. «Vencimos aquella guerra y resguardamos nuestra libertad» y, entiende, están haciendo lo mismo ahora.De allí a atacar la ideología de género había un paso. Y Bolsonaro lo dio. Invadió nuestros hogares, intentó destruir la inocencia de nuestros niños, pervirtiendo la identidad más básica y elemental, la biológica; lo políticamente correcto expulsó la racionalidad y la sustituyó por la manipulación, la repetición de clichés y los lemas. Expulsó a Dios y la dignidad con la que él nos revistió», insistió.

En cuanto a los incendios forestales que devastaron parte de la selva amazónica, generando críticas y cuestionamientos desde todo el mundo, el mandatario señaló –sin ponerle nombres, aunque era obvio que hablaba de Emmanuel Macron, su par francés- que “un país se embarcó en las mentiras de los medios y se portó de forma irrespetuosa y con espíritu colonialista, en contra de lo que es más sagrado: nuestra soberanía». Para añadir luego que «osó sugerir aplicar sanciones a Brasil sin ni siquiera escucharnos».

Su explicación sobre la catástrofe ambiental, reconoció que muchos de los incendios son intencionales, pero culpó a las poblaciones indígenas. «Personas dentro y fuera de Brasil quieren tratar a nuestros indios como verdaderos hombres de las cavernas», criticó, al tiempo que amenazó con terminar con el «monopolio» del cacique Raoni, un líder tribal propuesto como candidato al Nobel de la Paz.

O líder indígena Raoni Metukire foi atacado por Jair Bolsonaro durante discurso na Assembleia Geral da ONU. O presidente disse que «acabou o monopólio do senhor Raoni».

«Los que nos atacan están preocupados por las riquezas y minerales y la biodiversidad que existe en esa área”, agregó. Tan cierto como que los hacendados que lo apoyan también tienen como objetivo esas riquezas.