El presidente Donald Trump presentó esta semana su Estrategia de Seguridad Nacional (ESN), la novena desde la fundación de Estados Unidos. El ritmo con que cada presidente estadounidense elabora o modifica lo que se conoce como la Doctrina o, en resumidas cuentas, la política exterior con que regirá su mandato, demuestra que uno de los problemas que aquejan a los líderes de ese país es la falta de un horizonte a largo plazo bien definido. 

El empresario convertido en presidente de la principal potencia militar del planeta en enero de este año, puso esta vez el eje en cuestiones económicas, sin olvidarse de que para sostenerlas deberá mantener fuerzas armadas bien pertrechadas y, como reconoce, porque eso además de generar las condiciones para imponer su dominio, genera crecimiento de la economía.

Sólo para hacer un recuento histórico rápido, la primera doctrina fue elaborada por George Washington en su discurso de despedida de 1796, como recuerdan los académicos argentinos Fabián Calle y Federico Merke. Luego vendrían las más conocidas Doctrina Monroe, de 1823 (América para los americanos… del norte) y la del Destino Manifiesto, de 1839. Otros ejes fueron la de la Guerra Fría de Harry Truman y el Nuevo Orden Mundial de George Bush padre. Sólo Barack Obama presentó dos ESN, una en 2010 y otra en 2015. El hecho de que aparezca la Doctrina Trump a menos de un año en el gobierno indica que el polémico empresario quiere realmente cambiar el rumbo de políticas que, como dijo en campaña, llevaron el país a la decadencia. 

Así, identifica como una primera prioridad «rejuvenecer la economía estadounidense», con menos impuestos, menos regulaciones, renegociando tratados comerciales y despreocupándose sin culpa por el medio ambiente. Como un slogan de campaña, dice en el prólogo al documento de 68 páginas: «Durante mi primer año en el cargo han sido testigos de mi política exterior de America First en acción».  

«La competitividad económica es un tema de seguridad nacional», añade la ESN. «La mejor arma que tenemos es la fuerza de nuestro PBI», especificó en la presentación del plan el secretario de Defensa, Jim Mattis. «Por primera vez, la estrategia estadounidense reconoce que la seguridad económica es seguridad nacional», corroboró el presidente.

Para desarrollar ese desafío, la Doctrina Trump identifica cuatro niveles de Intereses Nacionales Vitales (INV) de EE UU y tres de amenazas. Entre los INV figuran «proteger al pueblo estadounidense, a la patria y al estilo de vida estadounidense», luego anota «la seguridad económica como seguridad nacional», en tercer lugar «preservar la paz a través de la fuerza» y finalmente pretende acrecentar la influencia estadounidense en el mundo. «EE UU liderará nuevamente», resume.

Pero para lograr esto también la ESN clasifica a sus enemigos. En primer lugar ubica a China y luego a Rusia, que representan según el texto «un desafío al poder, la influencia y los intereses de Estados Unidos». 

Se entiende que coloque como su gran escollo a un plazo no muy grande a China, ya que a esta altura es la primera economía del mundo y por su enorme población es razonable considerarla un poder militar difícil de controlar en el futuro. Lo extraño es –para analistas como Andrew Bacevich, de la Universidad de Boston–, que también ponga a Rusia, teniendo en cuenta que ese país tiene un PBI similar al de Italia y no tiene un desarrollo industrial que impacte en el bolsillo del estadounidense medio, que en cambio sí compra productos Made in China a granel.  

Tal vez la explicación sea que Trump es atacado en su frente interno desde antes de asumir de mantener relaciones oscuras con el gobierno de Vladimir Putin y acusan que desde Moscú ayudaron a su campaña utilizando las redes sociales en contra de su rival Hillary Clinton. Y que por otro lado, esta misma semana tanto desde el Kremlin como desde la Casa Blanca se congratularon de haber desarticulado un atentado terrorista en San Petersburgo con la ayuda de la CIA.

Obviamente, los chinos pusieron el grito en el cielo ante este documento. «Instamos a Estados Unidos a que cese de deformar voluntariamente las intenciones estratégicas de China, y que abandone sus conceptos ya superados, como su mentalidad de Guerra Fría», declaró Hua Chunying, portavoz de la cancillería. Los rusos no se podían quedar atrás y Dmitri Peskov, vocero de Putin, dijo que «el carácter imperialista de ese documento es evidente, tanto como el rechazo a renunciar a un mundo unipolar». 

Pero hay un segundo nivel de amenazas que la Doctrina Trump identifica en una suerte de «Eje del Mal». Son ellos Irán y Corea del Norte, el contrincante predilecto en estos casi 12 meses de mandato. Son calificados como Estados rebeldes y «azote del mundo».

El tercer «infierno» entre los enemigos de EE UU lo integran los grupos terroristas como el yihadismo. En este punto, Trump felicitó a sus tropas por haber derrotado a ISIS en Medio Oriente. «Gran trabajo», les dijo, intentando soslayar el rol que jugaron los efectivos rusos en apoyo de Bashar al Assad, el mandatario sirio, que ahora ya no aparece como objetivo de Estados Unidos. «