A diferencia de otros países de la región Perú no participó del ciclo progresista latinoamericano de comienzos de milenio. A pesar de ello, hubo expectativas de cambio truncas con Alejandro Toledo en 2001 y con Ollanta Humala en 2011. En 2021 el arco popular volvió a ganar, pero con un Congreso híper fragmentado con gran dificultad de lograr consensos progresistas.

La victoria de Pedro Castillo auguró una nueva línea en política internacional, pero las presiones de los poderes fácticos obtuvieron una rápida victoria contra el canciller Héctor Béjar, esto marcaría un punto de inflexión en su capacidad de juego. Asimismo, el discurso del maestro tuvo un impacto muy positivo en la cumbre de la CELAC pero no implicó que se abstuviera de votar las sanciones contra Nicaragua impulsadas por la OEA, tal vez uno de los motivos por el cual Perú fue uno de los grandes ignorados en la VII reunión del Grupo Puebla, a  pesar de que los intentos de golpe parlamentario eran evidentes en pleno contexto de moción de vacancia, cambios de las reglas del juego sobre la marcha -aun tratándose de reformas constitucionales que alteran las reglas del juego-, operaciones mediáticas y judicialización del partido que ganó las elecciones.

A pesar de ello, el Grupo Puebla no atribuyó un sujeto político al golpismo y omitió calificar la judicialización de los miembros de Perú Libre como lawfare. Cabe destacar que los días 21 y 22 de diciembre se inaugurará en Cusco el Runasur, organismo creado por Evo Morales para desarrollar una integración en término no solo regionales sino plurinacionales. Este anuncio implicó una ofensiva del Parlamento para impedir el encuentro y declarar a Evo Morales persona no grata. Asimismo, comenzó a instalarse en los medios, la ultraderecha y una carta de excancilleres y diplomáticos peruanos que el expresidente de Bolivia y su proyecto son un “peligro” para la soberanía del país, demostrando la criminalización que implica cualquier intento de cambio de rumbo.