Radicado en Argentina a poco de iniciarse la dictadura pinochetista, Patricio Contreras hizo una destacada carrera como actor y director de tevé, cine y teatro, sin descuidar que resultaría difícil encontrar peros en su trayectoria fuera de sets o escenarios. Por eso se lo nota preocupado con la situación de su país a las puertas de un balotaje entre un candidato que espera representar el deseo de cambio expresado en las movilizaciones de octubre de 2019 -Gabriel Boric- y otro que se ofrece como un giro aun más a la derecha de lo que la democracia trasandina vivió desde la recuperación de la institucionalidad civilizada, José Antonio Kast. El modo que encontró para dar testimonio el consagrado intérprete de películas memorables como Made in Lanús, Gringo Viejo, La fuga o programas como Vidas robadas, fue ponerle el hombro a una campaña para convencer a los chilenos del exterior de que voten el próximo domingo por el candidato de Apruebo Dignidad para evitar lo que percibe como una tragedia.

“Con unos amigos chilenos convocamos a votar, sobre todo por la alarma que sonó en la primera vuelta: la posibilidad de que gane un representante de la derecha más extrema, un fascista. Eso nos dio terror, quedamos muy preocupados por que asuma un espécimen como ese”.

¿Quiénes son los que te acompañan?

–Amigos que vivimos acá desde hace años, militantes de distintos partidos, del socialismo básicamente, aunque en mi caso me autodenomino “allendista”. Fue el primer presidente que voté como ciudadano y tuvieron que pasar varios decenios para poder volver a votar en mi país, cuando lo hice para la presidencia de Patricio Aylwin (1990-1994).

–¿Nunca dejaste de votar desde entonces?

–Algunas votaciones me perdí porque el voto de los chilenos en el exterior lo conseguimos recién en 2017. Somos muchos los chilenos que estamos en el mundo. Hubo muchos en el sur que, una vez que cayó el régimen de Pinochet, empezaron a volver.

–¿Qué influencia puede tener en el resultado final el voto del exterior?

–Aparentemente es poca, pero sobre todo porque no hay tanta participación. Por eso queremos remover el avispero, para que se den cuenta de que por más que vivamos acá estamos ante la posibilidad de que nuestra patria sufra las consecuencias de un gobierno de una derecha tan abismante. Creo que tienen poca conciencia, somos casi 10 mil los chilenos registrados en Buenos Aires y fue menos de una tercera parte a votar en la primera vuelta. Las enseñanzas de países como Perú señalan que se gana por muy pocos votos. Las diferencias son muy poquitas, y las encuestas no son muy confiables. No hay obligación de que voten los chilenos. Pero cuesta muy pocos votos definir una elección, por eso estamos con este trabajo artesanal de conminarlos a votar.

–Estaba pensando que lo que pase en Chile también es importante para toda América Latina, como en 1973 lo fue para comenzar el ciclo de dictaduras feroces y neoliberalismo.

–Absolutamente. Es muy determinante para lo que pase en la región. Son muy antipáticas las declaraciones del candidato Kast, que considera poco menos que enemigos a los argentinos, cosa que es común en el empresariado chileno. Cada vez que pueden fomentan o crean climas sociales en contra de la Argentina por cualquier razón.

–Pero cuando pueden hacer negocios como las cadenas de supermercados, entonces se acaban los problemas.

–Sí, ahí no tienen problemas. Pero es que ven a la Argentina como un país escandalosamente desordenado. Y si bien es cierto que somos medio caóticos al punto de ser un país muy entretenido (risas), ellos quieren el orden. Sobre todo este Kast, que viene a organizar el orden, y hay que conseguir que no llegue, por eso estamos moviéndonos. Porque si llegara a la presidencia, tiene claro que la Asamblea Constituyente no va más. Él considera que la Constitución de Pinochet no tiene ningún problema como para querer cambiarla. Por eso insisto en la necesidad de que los chilenos vayan a votar. El regreso de los monstruos sería un retroceso enorme para Chile, para la región y para lo que se ha logrado construir en cuanto a institucionalidad, democracia, derechos.

–Cuesta trabajo pensar cómo fue que después de las revueltas de 2019 un candidato como Kast pueda estar peleando la presidencia. Uno pensaría en Sebastián Sichel, que sería la continuidad del actual presidente, pero Kast…

–Esto es un misterio, por lo menos para mí, y seguro que son distintos factores. Han conseguido crear mucho desprestigio de la política. La derecha en el mundo se dedica a eso, a desprestigiar la política para poder moverse mejor. Y los jóvenes no creen en la política. La chilena es una sociedad donde, si no tienen dinero, no hay posibilidades de una educación, de una formación, de una cobertura de salud. Para acceder a la universidad se necesitan por lo menos 25 mil dólares como inversión. La frustración es muy grande. Y los jubilados, que están con el régimen de las AFP, que ahora la van a cambiar y están devolviendo el aporte en cuotas. Eso ha creado un conflicto y una frustración enormes. Jubilados maltratados, trabajadores que ganan poco y jóvenes que no tienen perspectivas de futuro, es probable que a eso se deba el alto índice de suicidios de jóvenes en Chile, que es algo espantoso que me da mucha tristeza. Es una sociedad que tiene clientes, no ciudadanos. Todo se mide desde el punto de vista del incremento económico. Hay una cifra que leí el otro día que me dejó helado, que Chile esta entre los 15 países del mundo con peor distribución de la riqueza. De ahí que se concentre la riqueza del modo tan escandaloso que se ve. Yo veo muy seguido coches como Ferrari Testarrosa circulando por Santiago.