Comenzar a entender las razones por las cuáles Jair Bolsonaro ha cosechado casi 50 millones de votos requiere un esfuerzo para apartarse de los preconceptos instalados por ignorancia o ex profeso. En primer lugar debemos aceptar que el excapitán nacido en San Pablo no es fascista ni neofascista. Su programa de gobierno está basado en una plataforma de corte liberal del Chicago boy Paulo Guedes, quien propone privatizar todos los activos posibles para disminuir el peso de la deuda externa de ese país.

Esta situación ha generado marchas y contramarchas, los consejos militares que existen en Brasil se expresaron a través de general Oswaldo de Jesús Ferreira, han definido a Petrobrás como estratégica y se oponen a la privatización que quieren Guedes y los inversores extranjeros.

Los estrategas de campaña del PT, influidos por las corrientes europeas y estadounidenses de izquierda posmarxista, no percibieron que la ideología de género con la que se identificó el gobierno de Dilma Rousseff era muy mal recibida por la sociedad.

El pueblo brasileño es sumamente religioso. Los evangélicos (30% del total), apoyaron a Bolsonaro por 70% a 30%, con los pentecostales de la Asamblea de Deus a la cabeza, los católicos (55%) apoyaron a Bolsonaro por 46% a 40% de Haddad. Si sumamos estos sectores más otras minorías religiosas vemos que el universo al que se dirigió la campaña del PT se restringía a menos del 10% de la población.

Bolsonaro, a diferencia de los políticos del sistema que perdieron el contacto con las bases populares o no se atrevieron a desafiar la corrección política, edificó un discurso duro, explícito, con rasgos soeces inclusive, advirtiendo que él venía a terminar con la corrupción económica y moral durante años.

Mientras tanto el PT hacía una mala lectura llevando a Manuela del PCdB como candidata a vice, cuya pertenencia al comunismo es rechazada por el anticomunismo que afianzó el evangelismo. Una campaña basada en la promoción de su apoyo a las políticas de género, fueron determinantes para el rechazo de muchos sectores bajos y medios.

Cada vez que lo atacaban a Bolsonaro por misógino u homofóbico, Bolsonaro sumaba. El movimiento «Ele Não» impulsado por el feminismo local e internacional produjo un efecto desastroso, Bolsonaro subió 6 puntos su apoyo entre las mujeres llegando al 28% del total, contra el 20% que lo hacía por Haddad en una semana. Las mujeres brasileñas rechazaron la campaña.

El PT ha tomado nota del desastre electoral, la campaña se reorientó: Lula dio un paso al costado para captar a los indecisos anti PT, se redujo la exposición de Manuela, desaparecen las menciones a las políticas LGBT y Haddad ha comenzado a buscar el contacto con los fieles religiosos recordando que él es nieto de un pastor evangélico.

Las vacilaciones de Bolsonaro sobre la economía es donde buscará golpear el PT de Haddad. La cercanía de una victoria ha reavivado una feroz interna.

¿Será suficiente este vuelco en la campaña? La diferencia es grande, se demoró mucho en identificar la política correcta, es muy complejo revertir números tan negativos.

Lo positivo es que hay 20 millones de brasileños que no votaron y un 9% más que lo hicieron en blanco o anularon su voto, eso es el aliciente para que Haddad no baje los brazos, y los medios no quieren a Bolsonaro.

La próxima tanda de encuestas será determinante para ver si se comienza a revertir la tendencia o definitivamente Bolsonaro será el triunfador.

Un presidente lleno de contradicciones y sin experiencia en funciones ejecutivas con un líder como Lula encarcelado sin pruebas, apenas por la «firme convicción» de un juez formado en los EE UU. Una receta explosiva para Brasil y la región. «