Si alguien esperaba que el gobierno de Estados Unidos apoyara el reclamo de la oposición hondureña y reconociera que hubo fraude para impedir el triunfo de Salvador Nasralla, no tuvo en cuenta que Donald Trump puede estar en contra de las políticas de Barack Obama en casi todo el mundo. Pero que en cuanto al «patio trasero», la Casa Blanca siempre los prefiere sumisos. Y Juan Orlando Hernández lo demostró el jueves cuando su representante en la ONU fue uno de los nueve que disciplinadamente levantó la mano contra la resolución que rechaza el reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel. El otro país latinoamericano que acompañó ese escaso apoyo en la Asamblea general fue Guatemala, donde su presidente Jimmy Morales también depende del apoyo de Washington para sostenerse en el poder ante las denuncias de corrupción en las que aparece envuelto.

Tanto Hernández como Morales, por lo demás, mantienen excelentes relaciones con el gobierno derechista de Israel. Y Morales fue el primero en acompañar a principios de este mes la decisión de Trump. En el caso del cuestionado presidente hondureño, diversos medios de aquel país señalaron al general Jacob Levi y al oficial Jehad Leiner, de los servicios de inteligencia israelíes, como asesores en temas de seguridad del presidente. Que cuenta con el apoyo del lobby judío de Estados Unidos.

Los pasos que dio el candidato de la Alianza de Oposición, el presentador televisivo Salvador Nasralla, podrían indicar que estos datos tienen mucho asidero ya que durante esta semana viajó a Estados Unidos para presentar su caso, horas después de que el Tribunal Supremo Electoral (TSJ) declarara triunfador del comicio al actual presidente.

Primero, Nasralla se reunió con el secretario general de la OEA, el uruguayo Luis Almagro, y luego con representantes del gobierno de Trump. Almagro, diplomáticamente, aceptó que pudo haber irregularidades en la elección que se hizo el 26 de noviembre y pidió nuevos comicios. Pero pateó la pelota para los primeros días de enero.

En el departamento de Estado le dijeron que tenía a todo el Poder Judicial hondureño para hacer las denuncias que creyera convenientes. Pero da la casualidad de que la Corte –la misma que se opuso de un modo tajante a que Manuel Zelaya planteara una reforma constitucional con la excusa de que no avalarían la reelección permanente– torció su criterio para aceptar un nuevo mandato de Hernández sin siquiera llamar a consulta.

Tras la votación en la ONU, Washington se apuró a reconocer como ganador a Hernández. Ya tenía la excusa de que era lo que había indicado el TSJ. Nasralla no esperó mucho más en el país del norte y anunció que dado que EE UU reconocía a JOH, no tenía mucho mas que hacer y que dejaba la Alianza para volver a la tevé, donde es estrella y entre otras cosas, condujo la versión local de Bailando por un sueño.

Ese fue un duro golpe para la coalición coordinada por Manuel Zelaya, que quedó como quien dice «pedaleando en el aire» ante la realidad de que su candidato, por el que salió a las calles a defender incluso con la vida de muchos hondureños el triunfo electoral, decidía abandonar. En cercanías del mandatario derrocado en 2009, prefieren no romper lanzas definitivamente y aseguran que volverán a manifestarse esta semana porque el reclamo sigue vigente. «Todo lo que pasó no cambia que hubo fraude y ganó la Alianza de Oposición contra la Dictadura», dicen. Y aseguran que si se lograra su objetivo y Nasralla no quisiera asumir el cargo, tienen a la vicepresidenta para ocupar ese lugar en representación de Libre, la agrupación creada por Zelaya. De hecho, Xiomara Castro es la esposa del expresidente. «