Luego de una audiencia a puertas cerradas en la Cámara del Consejo de Bruselas, la eurodiputada griega Eva Kaili fue informada de que continuará en prisión preventiva por otro mes. La ex vicepresidenta del Parlamento Europeo, de 44 años, fue destituida luego de haber sido acusada de pertenecer a «una organización criminal» y de «blanqueo de dinero y corrupción» en relación con presuntos sobornos de Qatar para beneficiar la imagen pública de la monarquía. La expresentadora de televisión del canal público helénico alega inocencia y pidió que mientras se continúe con el proceso judicial se le permita quedar en un régimen de libertad vigilada con un brazalete electrónico. Pero la solicitud fue denegada.

Es de suponer que es mucho mejor que Kaili esté en prisión para que mantenga un silencio conveniente ante el caso que estalló en la institución legislativa continental el martes de la semana anterior. En el marco de esta causa fueron detenidos su pareja, Francesco Giorgi, el también europarlamentario Pier Antonio Panzeri y el lobista Niccolo Figa-Talamanca. Pero ya comenzaron a aparecer sospechas sobre otros dirigentes. De hecho había un grupo Amigos de Qatar en la Unión Europea, integrado por 13 eurodiputados y presidido por el español José Ramón Bauzá, del partido Ciudadanos, que se llamaron a silencio «hasta que se llegue al fondo del asunto».

Otro presunto implicado, el secretario general del Consejo General de la Confederación Sindical Internacional (CSI) Luca Visentini, admitió haber recibido 50.000 euros de una ONG ligada al gobierno de Qatar para financiar su campaña a dirigir esa institución gremial, que ya lo despojó del cargo. La defensa de Kaili apuntó para arriba y dijo que tanto la presidenta del Europarlamento, la maltesa Roberta Metsola, como el jefe de la diplomacia regional, Josep Borrell, estaban al tanto de sus actividades y sus relaciones con Qatar. La encendida defensa del régimen que hizo Kaili en la sede legislativa hace algo más de un mes no recibió en ese momento mayor rechazo, aunque bajo la superficie estaba avanzando la investigación de la justicia belga.

Borrell se reunió este viernes con el canciller catarí, Mohamed bin Abdulrahman Al Thani, en Jordania en ocasión de la conferencia Bagdad II, de la que participan Francia y la Unión Europea, para tratar la problemática del Medio Oriente extendido. Borrell dijo que había conversado con Al Thani del embrollo armado en Bruselas y aseguró que habían llegado al convencimiento de que había que investigar a fondo. «Discutimos temas regionales y bilaterales, entre otros las acusaciones contra miembros y personal del Parlamento Europeo. Estuvimos de acuerdo en la necesidad de que las investigaciones en curso brinden total claridad», escribió luego el catalán en su cuenta de Twitter.

Ni bien trascendió el escándalo, las autoridades cataríes negaron las imputaciones. Y se quejaron de que a pesar de que la investigación aún no dio otras pruebas de que el dinero encontrado en poder de Kaili haya salido del país árabe, como medida preventiva anunciaron que impedirán el ingreso de personas relacionadas directa o indirectamente con la monarquía al recinto.

La decisión de imponer «este tipo de restricciones discriminatorias» antes de que termine la pesquisa «va a afectar negativamente la cooperación en seguridad y las discusiones en curso sobre la pobreza y la seguridad energéticas mundiales», deslizó un diplomático a medios europeos que resguardaron su identidad. Desde Jordania, el canciller Al Thani dijo que rechazaba «las filtraciones engañosas de los medios sobre Qatar». La queja lleva de la mano al mensaje de que este tipo de actitud puede afectar el suministro de gas, en un momento en que Qatar se convirtió en un proveedor alternativo al combustible ruso, bloqueado por las restricciones europeas.

El gobierno de Hungría, el más reacio a acatar las sanciones de la UE contra Rusia a raíz del operativo militar en Ucrania, firmó acuerdos con Qatar para la provisión de gas natural licuado (GNL) al país europeo en unos tres años, informó la semana pasada el ministro de Exteriores húngaro, Peter Szijjarto.

Ahora, el primer ministro Víktor Orban dijo que, a la luz de los escándalos surgidos en este mes, es tiempo de profundas reformas en el poder legislativo continental. En su cuenta de Twitter fue bastante contundente: «Las salvaguardias anticorrupción de la Eurocámara han fracasado estrepitosamente. Si queremos restaurar la confianza pública, llegó la hora de abolir el Parlamento Europeo».   «

La pelota va de Moscú a Washington

El viaje del presidente Volodímir Zelenski a Washington reavivó la «causa ucraniana» en los medios estadounidenses y en los foros de debate geopolítico. El mandatario ucraniano se reunió con su par estadounidense Joe Biden y lo instó a que Rusia acepte el plan de paz que dijo haber pergeñado. «Necesitamos paz, y Ucrania ya ha ofrecido propuestas», dijo Zelenski luego a la prensa. El canciller de EE UU, Antony Blinken aprovechó esa declaración para señalar que el Kremlin no muestra señales de que quiera avanzar hacia un proceso de paz.

Desde Moscú, el vocero presidencial, Dmitri Peskov, dijo en cambio que no tienen idea de ese supuesto plan. «Sería prematuro lanzar negociaciones serias sobre garantías de seguridad en el contexto de Ucrania y la región euroatlántica mientras se inyecten armas y fondos al régimen (de Ucrania), mientras los militares estadounidenses y de la OTAN permanecen en el país, y a menos que se reconozcan ciertos desarrollos prácticos sobre el terreno», replicó posteriormente el director del Departamento para Norteamérica del Ministerio de Exteriores ruso, Alexander Darchiev. 

Uno de los objetivos de Zelenski –que habló en el Congreso de EE UU vestido con su ya clásica remera color verde militar para consternación de los clasicistas del saco y la corbata– es que los legisladores aprueben un nuevo paquete de «ayuda» por 40.000 millones de dólares.

Darchiev abundó en su crítica al rol de la Casa Blanca y afirmó que Rusia hizo intentos «honestos» para llegar a un acuerdo pero ante esa escalada armamentista no pueden confiar ni en EE UU ni en Occidente. «La pelota ahora está en la cancha de Estados Unidos», resumió.