Cierto es que la ultraderecha corre los límites de las democracias en los países occidentales hacia lugares oscuros y peligrosos. También se debe decir que cuenta con la tolerancia y el beneplácito de los poderes fácticos y hasta una no despreciable complicidad judicial y mediática. La gente de la revista humorística española Mongolia probó en carne propia, en cambio, que cuando se trata de la sátira, correr límites tiene otro precio. Sobre todo en sociedades que conservan ese toque de afectada dignidad de las aristocracias decadentes.

Mongolia, una publicación que guarda alguna reminiscencia de nuestra mítica Humor o la más actual, Barcelona, no tiene detrás una gran editorial. Se trata más bien de un grupo de entusiastas que la pueden mantener a flote mediante el aporte de los suscriptores y la venta de la publicación en papel. Entre los que la hacen hay algún argentino, como Darío Adanti, y periodistas de larga experiencia en los diarios más importantes de la península, como Pere Rusiñol.

En noviembre de 2016, un fotomontaje del extorero José Ortega Cano los puso contra las cuerdas. El que fuera marido de la cantante Rocío Jurado, que había salido recientemente de prisión tras haber provocado un accidente fatal de tránsito, era presentado en tapa como un extraterrestre. El exmatador consideró que ese dibujo vulneraba su honor y los demandó.

Luego de varias instancias judiciales, el Tribunal Constitucional rechazó todos los recursos de amparo y ordenó pagar 40 mil euros de multa al señor José Ortega Cano. Con las accesorias y costas, el “chiste” costó 70 mil euros, una cifra suficiente como para poner en riesgo la continuidad de la revista. ¿De dónde salió el dinero para cumplir con el dictcamen?  De los propios lectores, a esta altura una comunidad muy identificada con ese proyecto, que también se muestra en espectáculos teatrales.

Por esa razón abrieron otra convocatoria para ir a tribunales internacionales con su reclamo. “Mongolia considera que se trata de un precedente gravísimo, que supone un retroceso enorme para el ejercicio de la sátira en España y una invitación a la autocensura de los creadores”, se explican. Si difundir un fotomontaje puede costar 70 mil euros, alegan, eso se convierte en un lujo que los medios independientes no se pueden permitir. 

Mediante una campaña de micromecenazgo a través de Verkami, una plataforma de crowfounding europea, buscaban recaudar 15 mil euros. Pero ya juntaron 18.500 euros con los que, además de cubrir los costes jurídicos, editarán un libro sobre la libertad de información y expresión de los humoristas en España. El abogado José Luis Mazón presentará el tema en el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas en Ginebra.  «