Así como Venezuela estrena el Petro como moneda virtual, las autoridades suecas analizan la posibilidad de poner en marcha una e-corona, pero por distintas causas y con diferentes criterios. Mientras que en el país caribeño las razones obedecen al bloqueo financiero del gobierno de Estados Unidos y se trata de una suerte de bitcoin basado en las reservas de petróleo venezolano, en la nación báltica sería una forma de atemperar las consecuencias de la eliminación del dinero en efectivo en algunos sectores de la sociedad no bancarizadas o aún reacios a usar aplicaciones en los celulares.

De todas maneras, el dinero contante y sonante tiene los días contados en el norte europeo y Suecia es una avanzada en tal sentido. Según destaca un informe de la agencia Bloomberg, en 2017 el cash bajó en ese país un 40 % en una década y los carteles que dicen “no se acepta efectivo” son cada día más frecuentes en los comercios más pequeños, al tiempo que el uso de tarjetas y con medios de pago electrónicos crece día a día.

También Dinamarca planea la desaparición del billete desde hace más de dos años, en el marco de un plan que en primer lugar elimina el dinero físico en locales de venta de ropa, estaciones de servicio y restaurantes para terminar en una bancarización total para el 2030.

Proyectos similares se estudian en Alemania, donde Peter Bofinger, uno de los Cinco Sabios -un consejo de expertos que asesora en temas económicos al gobierno germano- señaló en 2017 que “con las posibilidades técnicas de las que disfrutamos hoy en día, las monedas y los billetes son de hecho un anacronismo”.

Pero ahí es donde aparecen las dificultades para una aplicación rápida y realmente eficaz de medios alternativos para saldar ls cuentas. Por un lado existen muchas personas que por edad o por otras razones no están habituadas al uso de aplicaciones de celulares o de tarjetas de crédito.

Por el otro, se necesita que sean medios no vulnerables. En países con tradiciones menos “escandinavas” la adulteración o el hackeo de cuentas bancarias son, valga el ejemplo, “moneda corriente”.

Hay transacciones habituales en la vida cotidiana que también resultan, en principio, difíciles de imaginar con aplicaciones como la danesa Mobile Play, las de las empresas telefónicas globales o las que ya desarrollaron Google o Apple. Es el caso de la donación a una iglesia o a alguna persona en particular, la compra callejera o el aporte para un músico “a la gorra”, sin ir más lejos.

Pero todo indica que incluso en estos casos habrá la manera de sortear esa complicación puntual.

Para Bjorn Eriksson, ex director de la policía sueca y ex presidente de Interpol, «hay todo tipo de riesgos cuando una sociedad empieza a andar sin dinero en efectivo».

El hombre, que trabaja para una cámara de empresas de seguridad, piensa los robos podrían reconvertirse en complicaciones mayores cuando los ladrones no tengan cómo obtener dinero físico. Y advierte que los gastos administrativos crecerán dramáticamente por el uso de medios electrónicos.

Pero precisamente uno de los argumentos para las entidades bancarias es que el recuento de billetes es engorroso e insume muchos recursos y tiempo que con el pago virtual desaparecerían.

Donde seguramente deberá enfrentarse más oposición –quién sabe si tan explícita- es en la amplia arquitectura que se aplica para los delitos de guante blanco. O para esa amplia franja de la economía de cada país que no está registrada.

Bofinger, el “sabio” alemán, ya lo tuvo en cuenta: “si prescindiéramos de ellos podríamos luchar de forma más eficaz contra la economía sumergida y el comercio de la droga”.

Y también de la evasión fiscal y el lavado, claro. Aunque los paraísos fiscales ya seguramente están pensando en la forma de persistir en ese método tan redituable de hacer que los que más tienen no paguen impuestos por ello.

Otro de los obtáculos para demorar la puesta en marcha a nivel global de esta nueva cultura, que tiraría por tierra con cerca de 2800 años de historia de la humanidad, es que habrá un registro certero de cada movimiento de cada ciudadano, lo que incluye gustos personales y hábitos. «Los pagos electrónicos son muy rastreables, lo que es algo bueno para las autoridades fiscales y los gobiernos, pero para usted como individuo, sin duda hay ciertas cosas que no quiere que el Gran Hermano esté vigilando», dijo a la NBC Jacob de Geer, uno de los fundadores de la empresa de pagos móviles iZettle.

Nada de lo que hoy no puedan averiguar los bancos, por cierto.

Un dato curioso es que el pago electrónico cierra un ciclo iniciado, según los registros históricos, con las primeras monedas, creadas en la cultura griega afincada en Lidia, en el actual territorio de Turquía. Era el electro, por el nombre de una aleación de oro y plata muy común en la región de Anatolia y que a veces se conoce como oro blanco.