El 7 de septiembre próximo, principal fecha patria de Brasil y día en que se conmemora algo parecido a la independencia –un príncipe regente que rompe los lazos con las cortes de Portugal sin derramar sangre para conseguirlo– las carteleras de los cines exhibirán el poster de un estreno que promete polémica. Se trata de la película Policía Federal. La ley es igual para todos, un film en el que se contará la acción de esa fuerza de seguridad en el combate a la corrupción. Uno de los protagonistas de la historia –no el central, pero con bastante incidencia en la trama– es el juez federal Sergio Fernando Moro. El magistrado de provincias, nacido en Maringá, segunda ciudad del estado de Paraná (junto con Santa Catarina y Río Grande do Sul conforman el próspero sur del país), saltó a la fama y cuyo nombre trascendió las fronteras tras condenar a Lula Da Silva a 9 años y medio de prisión. Moro, sin embargo, no ordenó la detención inmediata de Lula, quien ya se había lanzado como candidato presidencial y mide primero en las encuestas.

Moro es consciente de la incertidumbre y todo lo que está en juego con el fantasma de la proscripción de Lula. Lo dejó en evidencia en sus primeras declaraciones tras el fallo de la última semana. «Considerando que la prisión cautelar de un expresidente de la República no deja de envolver ciertos traumas, la prudencia recomienda que se aguarde» (en referencia a la detención), reconoció. Pero la prudencia, justamente, no ha sido el rasgo particular de su trayectoria reciente. Lo suyo fue, más bien, la audacia, que le permitió ganar popularidad, ser considerado –o promocionado– por la Red O Globo y la revista Veja como un posible candidato a la presidencia y hasta recibir una condecoración del Ejército brasileño que en su mismo nombre encierra una paradoja: lo premiaron con la Medalla del Pacificador. 

Graduado en Derecho en su ciudad natal, Moro se especializó en el combate a la corrupción «trasnacional» luego de cursar un programa focalizado en la cuestión en la Universidad de Harvard. Desde ese momento, el juez federal de Curitiba no dejó nunca de viajar periódicamente a EE UU. «Moro fue adiestrado en el Departamento de Estado. Viaja permanentemente a EE UU. Moro sabe cómo ganarse la aprobación de Washington», lo describió en una entrevista de febrero pasado el diplomático brasileño Samuel Pinheiro Guimarães.

«Moro es un sheriff de provincia que está cumpliendo con la función que el poder real de Brasil le ha otorgado para sacar del juego a Lula. Detrás de él, es evidente, está el Departamento de Estado», aseguró a Tiempo el periodista argentino Diego Vidal, residente en el estado de Sergipe. «