Ariel Dorfman, literato y académico, chileno-argentino, escribió antes del cuatro de septiembre un hermoso artículo donde, evocando a Salvador Allende, expresaba su deseo de que la población chilena votara por el Apruebo, en el referéndum por la nueva constitución, cuando cumplía 52 años la victoria popular de 1970.

Figuras del universo técnico , académico y político chileno, expresan su voluntad de votar inicialmente por el Apruebo para después introducir reformas que consideraban indispensables en el nuevo texto propuesto por la Convención Constituyente.

Un Intelectual trascendente como José Rodríguez Elizondo publicó un libro “Vía Constitucional hacia la Revolución” en el cual hacía una crítica del texto constitucional elaborado por la Convención y demostraba que la piedra angular de la nueva Carta Magna era la plurinacionalidad y que, con sobra de argumentos, manifestaba los riesgos de lo que eso significaba para Chile. El mayor de ellos era nacimiento del separatismo que tanto dolor y sangre trajo en otras latitudes. Habrían 12 naciones. Una chilena y 11 de minorías aborígenes.

Chile no es Bolivia , ni Guatemala, países donde casi el 80% de la población es indígena. En Chile la población indígena es del 14 por ciento.

Ecuador está proclamado estado pluricultural y pluriétnico, pero no plurinacional. Y la población ecuatoriana indígena por procedencia étnica, manejo alternativo del quechua como lengua y adscripción a alguna comunidad indígena, es de alrededor del 10 por ciento. Su organización, la CONAIE, tiene eso un peso fundamental, en alianza con otros sectores sociales empobrecidos, en la lucha social y política.

Un focus group realizado por la especialista Nora Riesemberg mostraba días antes del plebiscito que la población chilena estaba mayoritariamente por el rechazo, principalmente por el tema de la plurinacionalidad y los múltiples sistemas judiciales que lo acompañarían. Además del aborto y la supresión del Senado, que alguna vez Salvador Allende presidió, en la antesala de su histórico triunfo del 4 de septiembre de 1970.

Vale resaltar que en los distritos electorales donde vota una mayoría indígena el rechazo alcanzó el 70% en el plebiscito. Es decir que los propios indígenas se sienten integrados como parte de la nación chilena y no quieren plurinacionalidad.

No es prioridad de este análisis explicar las causas extra-texto constitucional de la victoria aplastante del rechazo. Más trascendente es destacar que el gobierno y la mayoría de los partidos, con excepción del pinochetista partido republicano, están de acuerdo con la continuación del proceso de elaboración de una nueva Constitución que sustituya a la de Augusto Pinochet.

La metodología de su elaboración está en debate. Si es una nueva convención electa, si es el Congreso en funciones, si un grupo de expertos constitucionalistas. Lo más racional y pertinente parece ser el Congreso en funciones y la asesoría de un grupo de expertos en diferentes áreas del conocimiento, no solo constitucionalistas doctorados en jurisprudencia.

En la parte metodológica parece pertinente también no imponer el corsé de rechazar o aprobar todo el texto que se elabore. Pueden ser consultadas dos o tres áreas fundamentales de temas cardinales y que el pueblo soberano se exprese.

Sustituir la Constitución pinochetista es indispensable y así lo ha expresado el pueblo de Chile en el referéndum anterior, con el 78% de las voluntades. Y hay que hacerlo en democracia y en paz, con el instrumento de la negociación política , de la cual Chile fue ejemplo hasta 1973. Y que fue retomada con la restauración de la democracia.

El destino de Chile en el que Allende creyó será una democracia social, constitucionalmente consagrada. Después de dos pasos adelante ahora sufrió un paso atrás, evocando una de los textos de Vladimir Lenin. Sin emabrgo el camino por las anchas alamedas continuará.

Ahora con más urgente necesidad, cuando el 11 de septiembre personalidades de la vida pública manifestaron su pinochetismo resiliente. Y en la vecina Argentina parece haber surgido un grupo neonazi , que sería el autor del fallido atentado contra la vicepresidenta de la república.

Chile ya derrotó al fascismo pacíficamente. Ahora debe consagrar esa voluntad constitucionalmente. Para que sea siempre “el largo pétalo de mar y vino y nieves” que Pablo Neruda poetizó.