Los ataques del ministro del Interior de Francia, Gérard Collomb, contra Jean-Luc Mélenchon en torno a su llamamiento a manifestar con ‘cacerolazos’ contra las ordenanzas del Código Laboral, muestran una crasa ignorancia de la historia y constituyen una ridícula provocación, indigna de su condición de ministro de la República.

En efecto, el viernes 29 de septiembre en la cadena de televisión CNews, Collomb pretendió comparar este legítimo método de protesta ciudadana contra el golpe de Estado social del presidente Emmanuel Macron, con los métodos utilizados por la extrema derecha chilena contra Salvador Allende en los años ’70.

Se trata de ataques insultantes e inadmisibles contra el presidente del bloque de la Francia Insumisa en la Asamblea Nacional. Es preciso recordar que Mélenchon fue, desde la primera hora, una de las figuras políticas francesas que no sólo denunciaron el golpe de Estado en Chile de 1973 y ayudaron a los refugiados chilenos en Francia, sino que además apoyaron concretamente las actividades clandestinas de la resistencia popular contra la dictadura de Augusto Pinochet.

Este digno comportamiento le valió a Mélenchon ser distinguido con el diploma de reconocimiento oficial de Chile en 2016, firmado por la presidenta de ese país, Michelle Bachelet.

El señor Collomb está equivocado. Según él, Mélenchon “adopta viejos métodos; fue en Chile que la extrema derecha estaba batiendo las ollas bajo Allende” en 1973. Luego añadió: “No debe equivocarse de referencia histórica”.

Por su parte, Christophe Castaner, portavoz del gobierno, había invitado a Mélenchon a abordar una “pequeña tarea de historia”, para no cometer “ciertos errores”, indicando que los “cacerolazos” fueron utilizados por la extrema derecha en Chile por “quienes derribaron a Salvador Allende”.

Se ve que la historia no es el fuerte de estos “comunicadores” improvisados. Las manifestaciones callejeras, con o sin cacerolas, han sido siempre, y por excelencia, un recurso de expresión política ciudadana contra los poderes que se muestran sordos a las demandas populares.

En 1973, la extrema derecha chilena sólo logró movilizar a algunas mujeres ricas desfilando en Mercedes en los barrios de la alta burguesía, con la esperanza de derribar al gobierno de la Unidad Popular. Para eso tomaron prestados los métodos de las verdaderas fuerzas populares. Pero los fascistas fracasaron en esa pretensión: tuvieron que recurrir al golpe de Estado para lograr sus fines.

Los ‘cacerolazos’ fueron expresión de descontento en Argentina entre 2001 y 2002, en España en 2011 y 2012 por los ‘indignados’ contra la austeridad, así como en Islandia contra las instituciones financieras durante la crisis de 2009.

El señor Collomb parece ignorar también que el pueblo chileno celebró grandes conciertos de cacerolas desde las primeras manifestaciones abiertas contra la dictadura: durante dos años de crecientes protestas, se manifestó ruidosamente hasta 1988, año en que Pinochet perdió el referéndum al que había convocado para perpetuarse en el poder.

Queda claro que los ignorantes de la historia son los señores Collomb y Castaner. Pretenden evitar un debate sobre las expresiones democráticas de oposición y denigrar al político que surge hoy ante ellos como el único opositor institucional con apoyo popular.

Si estos señores aceptasen abordar una “pequeña tarea de historia” aprenderían, por ejemplo, que en la Constitución chilena aún vigente, impuesta sin consulta ciudadana por Pinochet en 1980, existen leyes llamadas “antiterroristas” incorporadas al Derecho Penal común. En algunos aspectos, estas leyes se parecen como dos gotas de agua a las leyes que Macron está decretando –también sin consulta ciudadana- al transponer las disposiciones excepcionales de la Constitución francesa en leyes de aplicación permanente.

Denunciamos este tipo de ataques como provocaciones dignas de los peores panfletistas a sueldo de un poder monárquico. Al hecho de que procedan del señor Gérard Collomb, ministro del Interior, lo consideramos como una denigración de su propia función. Nosotros, los Franco-Latinos Insumisos, ciudadanos franceses de origen latinoamericano, y particularmente chilenos, manifestamos nuestra profunda indignación.

En París, octubre de 2017.

*Encargado de Relaciones Internacionales para América Latina de France Insoumise