Todo indica que el gobierno de Maduro realizó un gigantesco fraude en las elecciones a la Asamblea Constituyente. El anuncio de que votaron más de 8,1 millones de personas (41% del censo) es muy poco creíble. Basta recordar que en las elecciones de 2013, justo después de la muerte de Chávez, Maduro recogió 7,5 millones de votos; y en las legislativas de 2015 unos 5,6 millones. La misma empresa Smartmatic, encargada del voto electrónico desde hace años, dijo que el resultado fue «manipulado». Pero además del fraude, el régimen ejerció una fuerte coerción sobre amplios sectores de la población para obligarlos a ir a votar.

Significativamente, la izquierda que defiende a Maduro y pide más represión, no dijo palabra sobre esas presiones y amenazas. Lo cual no es casual, ya que estos militantes e intelectuales constituyen una expresión depurada de la concepción burocrática (y nacionalista) del socialismo, cualquiera sea el significado que le den a esa palabra. Esta gente está convencida de que cuando se fuerza a un obrero de PDVSA, o del metro de Caracas, a ir a votar por Maduro, se está fortaleciendo la conciencia socialista de la clase trabajadora. Incluso, alguno pensará que por esta vía el gobierno está combatiendo a peligrosos trabajadores «contrarrevolucionarios pro-imperialistas». Por eso no ven nada esencialmente criticable en lo que hace Maduro.

No aprendieron nada de las trágicas experiencias de los «socialismos reales», de las colectivizaciones forzosas, de las unanimidades conseguidas en base a campos de concentración y muros de Berlín. Es una izquierda enajenada por el nacionalismo estatista, que, como siempre, gusta pensar que a la «vanguardia iluminada» le asiste la razón histórica que todo lo justifica. Todo esto con una consecuencia brutal: a los ojos de millones de explotados en el mundo, el socialismo hoy se encarna en Maduro amenazando con castigar obreros «renuentes», en el marco de un país arrasado por el hambre y sacudido por los repetidos asesinatos de manifestantes opositores.

Por eso, pensar que el socialismo se va a reconstruir de la mano de burócratas, y de los intelectuales pro-stalinistas que los defienden, es un contrasentido. Es imposible que avance la conciencia socialista en la clase obrera porque se obligue a los trabajadores a votar por un determinado gobierno. Más aun, Maduro amenazando con represalias es la absoluta negación de la idea encerrada en «la liberación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos». Es imposible salvar el abismo que me separa de estos burócratas y de los intelectuales de izquierda que los aplauden. «

Extracto de https://rolandoastarita.blog/2017/08/03/socialismo-de-burocratas-o-conciencia-de-clase/