Los talibanes rechazaron este viernes el llamado del Consejo de Seguridad de la ONU para que se reviertan las restricciones impuestas a las mujeres en Afganistán y calificaron de «infundadas» las preocupaciones de la comunidad internacional. El Consejo de Seguridad pidió el martes a los talibanes «que reviertan rápidamente las políticas y prácticas que actualmente restringen los derechos humanos y las libertades fundamentales de las mujeres y niñas afganas», en una declaración aprobada por unanimidad.

El texto de 15 miembros del Consejo cita «la imposición de restricciones que limitan el acceso de las mujeres a la educación, el empleo, la libertad de movimiento y la participación plena, igualitaria y significativa en la vida pública». En particular, el Consejo de Seguridad pide a los dirigentes talibanes que reabran las escuelas para todas las niñas y expresa su «profunda preocupación» por la exigencia de que las mujeres se cubran el rostro en los espacios públicos y en las emisiones de televisión.

En un comunicado emitido este viernes, el Ministerio de Relaciones Exteriores afgano dijo que las preocupaciones del Consejo de Seguridad eran «infundadas» y «reafirmó su compromiso» de garantizar los derechos de las mujeres afganas. «Dado que el pueblo afgano es predominantemente musulmán, el gobierno afgano considera que el respeto (del uso del) hiyab islámico está en consonancia con los valores religiosos y culturales de la sociedad y con las aspiraciones de la mayoría de las mujeres afganas», agregó el comunicado.

A inicios de mayo, el líder supremo de los talibanes ordenó a las mujeres que cubran completamente su cuerpo y rostro en público, estimando que el burka, que solo deja una rejilla a la altura de los ojos, es la mejor opción. Las restricciones impuestas a las mujeres afganas «describen un modelo de segregación total de género y pretenden hacer a las mujeres invisibles en la sociedad», dijo ayer en Kabul el relator especial de la ONU para los derechos humanos en Afganistán, Richard Bennett.

Todas estas medidas «describen un modelo de segregación total de género y pretenden que las mujeres sean invisibles en la sociedad», aseguró. La comunidad internacional hizo del respeto a los derechos humanos, especialmente de las mujeres, un requisito previo en las negociaciones sobre la ayuda y el reconocimiento del Gobierno islamista radical. Las nuevas restricciones confirman la radicalización de los talibanes, que en un principio habían intentado mostrar un rostro más moderado que durante su anterior gobierno, entre 1996 y 2001.