Donald Trump colocó a las relaciones con Cuba en su momento más tenso desde que Washington y La Habana restablecieron los contactos diplomáticos en 2015 después de medio siglo de ruptura y desconfianza mutua. El Departamento de Estado comunicó el pasado viernes que retirará a más de la mitad de su personal de la embajada en la isla y suspenderá la emisión de visas, tras los «ataques específicos», aún inexplicados, denunciados por sus propios diplomáticos. Además, funcionarios de la entidad federal publicaron una nota de Alerta de Viajes en la cual recomienda a los ciudadanos estadounidenses que eviten visitar la mayor de las Antillas, aun cuando los reportes de daños a la salud sólo mencionan a miembros del servicio exterior. El gobierno cubano negó toda responsabilidad en los hechos y dejó en claro que hasta el momento no existe «evidencia alguna» que confirme las denuncias de Washington.

De acuerdo con las denuncias, en el último año, 21 diplomáticos estadounidenses fueron víctimas de raros «ataques específicos» aparentemente con dispositivos acústicos o de ultrasonido, que por ahora permanecen en el misterio. En una nota oficial, el secretario de Estado Rex Tillerson afirmó que Washington «mantiene» sus relaciones diplomáticas con Cuba pero adelantó que el caso será «agresivamente investigado» hasta que quede resuelto. El funcionario afirmó que el número de empleados en la embajada en La Habana permanecerá reducido a personal de emergencia «hasta que el gobierno de Cuba pueda garantizar la seguridad de nuestros diplomáticos».

Los ataques fueron definidos como «acústicos» por varios medios de comunicación, pero el Departamento de Estado no confirmó por ahora la naturaleza ni la causa o responsable de los sucesos, que, según el texto, ocurrieron en «residencias de diplomáticos de EE UU y hoteles frecuentados por ciudadanos estadounidenses».

Cuba juzgó «precipitada» la decisión de Estados Unidos de retirar a «más de la mitad» de su personal diplomático en La Habana a raíz de los supuestos «ataques acústicos», y vaticinó que esa medida «va a afectar» las relaciones entre los dos países. No obstante, la directora de Estados Unidos de la Cancillería cubana, Josefina Vidal, reiteró que «la voluntad de Cuba es continuar una cooperación activa entre las autoridades de los dos países para el esclarecimiento total de estos hechos», y que «para ello será esencial tener y contar con la participación y el involucramiento efectivo de las autoridades estadounidenses».

Tillerson apuntó que Cuba «nos ha dicho que cooperará para investigar estos ataques y continuaremos cooperando con estos esfuerzos. Seguiremos investigando agresivamente hasta que el asunto quede resuelto». Según el Departamento de Estado, los «ataques» ocurrieron en residencias diplomáticas y hoteles frecuentados por ciudadanos estadounidenses en la capital cubana. «No tenemos informes sobre ciudadanos privados estadounidenses que hayan sido afectados por los ataques», señaló Tillerson. Según agregó, el Departamento de Estado «no tiene una respuesta definitiva sobre la causa o la fuente de los ataques y es incapaz de recomendar medidas para mitigar la exposición».

Por el momento se desconoce la forma o el instrumento utilizado en estos «ataques», aunque el Departamento de Estado afirma que ellos provocaron en los afectados sordera temporaria, fatiga, problemas de concentración, dificultades para dormir y mareos.

En ese sentido, el historiador cubano Néstor García Iturbe se preguntó «¿por qué creer a Estados Unidos que se volvieron sordas 21 personas?» al observar que no sufrieron ningún daño los otros cientos de diplomáticos de ese país que trabajaban en Cuba y los familiares de los «supuestamente afectados». En su opinión, reproducida por la agencia Sputnik, al retirar a los «dañados», el gobierno de Estados Unidos eliminó la posibilidad de comprobar que lo que argumentan es falso.

Trump adoptó varias medidas para revertir las reformas que impulsó Barack Obama desde el restablecimiento de relaciones a mediados de 2015 , pero mantuvo abierta la embajada. El actual mandatario dijo varias veces que su administración no levantará el bloqueo contra Cuba hasta que lleve a cabo reformas fundamentales, aunque la atribución para levantar ese embargo en forma completa no es potestad del gobierno, sino del Congreso estadounidense. 

«Se trata de otra mentira de Washington»

«EE UU durante décadas ha mentido para justificar sus agresiones y el bloqueo económico, comercial y financiero contra la isla», afirmó el doctor en Ciencias Históricas Néstor García Iturbe. En declaraciones a la agencia Sputnik, el historiador recordó que en los inicios de la Revolución Cubana, Washington hizo creer que el gobierno privaría a los padres de la patria potestad sobre sus hijos, lo cual resultó falso. «También dijeron que los aviones que bombardearon Playa Girón en 1961 eran cubanos, y no era verdad», agregó.

Durante décadas EE UU y su poderoso sistema mediático diseminaron calumnias acerca de Fidel Castro y de otros dirigentes, recordó el historiador. «Entonces, ¿por qué creer a EE UU que se volvieron sordas 21 personas?, preguntó García Iturbe, con la observación de que no sufrieron ningún daño los otros cientos de diplomáticos de ese país que trabajaban en Cuba y los familiares de los «supuestamente afectados». «No me cabe duda, se trata de otra mentira de Washington», concluyó el investigador. «