Dicen que los chinos dicen “que te toquen tiempos interesantes”. Por más expertos que puedan reunirse, aún no está claro si es un buen deseo o una maldición.


En Ecuador, el traslado de presos vinculados al narcotráfico parece ser el detonante de la violencia en las regiones de Guayas y Esmeralda. Hablamos de un contexto de cárceles superpobladas con violencia endémica; de atentados con balas y explosivos, ejecuciones de civiles, policías muertos.

Los sectores conservadores de Ecuador señalan el origen del problema en el reclutamiento de los ciudadanos con menores ingresos por parte de los narcotraficantes. Afirman que es la consecuencia de la ausencia de las fuerzas armadas norteamericanas en la base de Manta, en el marco de un convenio comenzado en 1999 que venció en 2009 y que el Presidente Correa no renovó. Tal base tenía por objetivo el control de los narcotraficantes, al menos en los papeles. En el terreno, existieron las exacciones propias de todo ejército de ocupación (violaciones de mujeres, agresión a los pescadores, destrucción de propiedad privada) aunque los norteamericanos estaban exentos de responder ante la justicia local. Sin detenerse en la historia, la derecha pide el involucramiento de las fuerzas armadas para controlar la situación interna, lo que permite la declaración del estado de excepción en las regiones involucradas, y por supuesto, el regreso de los marines. No vale escudarse atrás de los derechos humanos, declaró el Presidente Lasso.

En lo que hace a Brasil, la estrategia de Lula fue correcta, ya que ganó. Podemos esperar un gobierno que sea de izquierda en lo social, de centro en lo político, aunque más conservador en lo económico. Este diagnostico no es una crítica, sino el reconocimiento que Lula debe trabajar con lo que existe para asegurar lo esencial: “combatir la pobreza”, como dijo, “otra vez”, y salvar Petrobras de la privatización, los trabajadores de la precarización y la Amazonia de la extinción. No es un proyecto menor, es un programa realista. Y eso es un elogio. Fernando Henrique Cardoso, el clásico rival de Lula -llamado el “príncipe de los sociólogos” por la traducción de Montesquieu al portugués- expresó un apoyo sin límites.
Enfrente, Jair Mes

Dicen que los chinos dicen “que te toquen tiempos interesantes”. Por más expertos que puedan reunirse, aún no está claro si es un buen deseo o una maldición.

En Ecuador, el traslado de presos vinculados al narcotráfico parece ser el detonante de la violencia en las regiones de Guayas y Esmeralda. Hablamos de un contexto de cárceles superpobladas con violencia endémica; de atentados con balas y explosivos, ejecuciones de civiles, policías muertos.

Los sectores conservadores de Ecuador señalan el origen del problema en el reclutamiento de los ciudadanos con menores ingresos por parte de los narcotraficantes. Afirman que es la consecuencia de la ausencia de las fuerzas armadas norteamericanas en la base de Manta, en el marco de un convenio comenzado en 1999 que venció en 2009 y que el Presidente Correa no renovó. Tal base tenía por objetivo el control de los narcotraficantes, al menos en los papeles. En el terreno, existieron las exacciones propias de todo ejército de ocupación (violaciones de mujeres, agresión a los pescadores, destrucción de propiedad privada) aunque los norteamericanos estaban exentos de responder ante la justicia local. Sin detenerse en la historia, la derecha pide el involucramiento de las fuerzas armadas para controlar la situación interna, lo que permite la declaración del estado de excepción en las regiones involucradas, y por supuesto, el regreso de los marines. No vale escudarse atrás de los derechos humanos, declaró el Presidente Lasso.

En lo que hace a Brasil, la estrategia de Lula fue correcta, ya que ganó. Podemos esperar un gobierno que sea de izquierda en lo social, de centro en lo político, aunque más conservador en lo económico. Este diagnostico no es una crítica, sino el reconocimiento que Lula debe trabajar con lo que existe para asegurar lo esencial: “combatir la pobreza”, como dijo, “otra vez”, y salvar Petrobras de la privatización, los trabajadores de la precarización y la Amazonia de la extinción. No es un proyecto menor, es un programa realista. Y eso es un elogio. Fernando Henrique Cardoso, el clásico rival de Lula -llamado el “príncipe de los sociólogos” por la traducción de Montesquieu al portugués- expresó un apoyo sin límites.

Enfrente, Jair Messias Bolsonaro encarna en lo político lo que Artemio López ha calificado como la consecuencia de la reprimarización en lo económico. También es el efecto del desplazamiento de un clero católico comprometido con su tiempo y pueblo que, descabezado por Juan Pablo II, habilitó el auge de un evangelismo muy presente en Brasil. Así, la democracia como ámbito de verdades relativas que suelen dirimirse mediante la argumentación y el voto, pasa a ser el subproducto del absoluto de las certezas que hacen a la fe, y que por lo tanto no son discutibles. Tanto es así que los bolsonaristas llevan la camiseta de la selección de Brasil como identificación partidaria –el fútbol, otro absoluto- cortan rutas y hacen el saludo fascista frente a los cuarteles para reclamar un golpe de Estado, ya que la “justicia” no funcionó para proscribir a Lula.

Queda Bolivia. Por una cuestión de censo a realizarse en 2023 o 2024 –algo que suelen practicar los Estados desde la antigua Roma-, los mismos que participaron en el golpe contra Evo Morales y gobiernan la región de Santa Cruz declararon un paro indeterminado, con las consecuencias esperables de tal medida tomada por una derecha insurreccional. No es el censo que discuten, es el gobierno de Arce. Como se autoperciben blancos (y además evangelistas), los sediciosos deben cancelar a los indígenas, que por cuestiones raciales o religiosas no deben gobernar, aunque esos descendientes de los indios hayan establecido el monopolio público del litio, contenido la inflación, instrumenten la distribución del ingreso y ejerzan una política exterior soberana. O precisamente por eso. Comunidades y sindicatos los enfrentan en las calles, en defensa de la democracia, de Bolivia.

Tiempos interesantes. Intervenciones extranjeras, narcotráfico, fascismo de lumpenburgesía, industrialistas versus extractivistas, absolutismos de la fe evangelista, racismo, violencia… ¿Tan interesantes deben ser los tiempos?