Un buen número de religiosos de América del Sur pidieron durante el sínodo de obispos que se celebra en el Vaticano la ordenación de hombres casados para hacer frente a la escasez de curas en la Amazonía, un debate que podría generar un cisma en la Iglesia de Francisco.

El Sínodo sobre la Amazonía se inauguró el domingo pasado y reúne en total a más de 100 “padres sinodales” provenientes de la región amazónica que, junto a expertos, misioneros e indígenas, participarán hasta el 27 de octubre, en las reuniones convocadas bajo el lema: “Amazonía: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral”.

El delicado tema de los viri probati, es decir que hombres casados, maduros, con una conducta intachable y en algunos casos indígenas puedan ser curas, es uno de los asuntos claves de la asamblea especial de obispos dedicada a la defensa de la Amazonía y sus habitantes.

En la reunión, en la que participan 113 religiosos y obispos que provienen de los nueve países de la Amazonía, especialmente de Brasil (30%), el tema dejó de ser tabú. El misionero austriaco Erwin Kräutler, obispo emérito de Xingu, en Brasil, calcula que dos tercios de los obispos de esa región están a favor de los viri probati para las regiones más perdidas de la selva, donde se necesitan varios días de viaje por difíciles caminos para llegar a las poblaciones y dar los sacramentos.

«No hay otra posibilidad, los pueblos indígenas lo piden», confesó el religioso a la prensa.  El asunto desata debate en Roma, donde los sectores ultraconservadores  manifestaron su total oposición ya que consideran que se viola un valor tradicional.

Que la eucaristía o comunión, un rito sagrado y esencial de la tradición cristiana, sea repartida por un sacerdote casado, es algo intolerable para algunos sectores. Para Kräutler en cambio la eucaristía es más importante que el celibato de los sacerdotes, impuesto en el siglo XI. «Es una idea que comparten muchos de los que se encuentran en la sala del sínodo», confesó uno de los asistentes.

«No espero que este sínodo cambie la ley del celibato eclesiástico. Pero espero que tome nota de que esa ley, como todas las leyes humanas, no puede abarcar todas las situaciones concretas», explicó uno de los llamados «padres sinodales».

El objetivo del Sínodo, convocado por Francisco en octubre de 2017, era «identificar nuevos caminos para la evangelización de esa porción del Pueblo de Dios, especialmente de los indígenas”.

El documento Instrumentum laboris, aprobado por el Consejo Presinodal, confirma que “el celibato es un don para la Iglesia”. Sin embargo, también aconseja, entre otras cosas, la posibilidad de ordenar sacerdotes a ancianos casados. En uno de sus puntos destaca que en las zonas más remotas de la región se interrogan sobre “la posibilidad de la ordenación sacerdotal para personas ancianas, preferentemente indígenas, respetadas y aceptadas por su comunidad, aunque tengan ya una familia constituida y estable, con la finalidad de asegurar los Sacramentos que acompañen y sostengan la vida cristiana”.

Lo importante es que se abra el debate», comentó a AFP el misionero Roberto Carrasco. El debate, de hecho, resulta un paso adelante, una señal de apertura para atender las necesidades espirituales de esos católicos que residen en territorios remotos.

Para el cardenal brasileño Claudio Hummes, quien conoce de cerca la dura realidad de esa inmensa región, donde la iglesia pierde a diario fieles que adhieren a las sectas evangélicas, hay que encarar urgentemente el fenómeno.

Aunque el debate no se centra en el fin del celibato en la Iglesia, los tradicionalistas provocaron controversia ante la posibilidad de que se introduzca una excepción para esa región.

El cardenal estadounidense Raymond Burke, uno de los mayores críticos del papa, a mediados de septiembre lanzó una cruzada contra el documento de trabajo del sínodo por sus «errores teológicos y herejías», iniciando así la batalla. 

«Rezo para que no haya cisma, pero no tengo miedo», confesó Francisco a los periodistas. Una respuesta dirigida sobre todo a los prelados conservadores rebeldes, que le reprochan que habla mucho de desigualdades sociales y poco de moral sexual.

En la misa matutina del martes en su residencia de Santa Marta, Francisco, que asiste a todos los debates en la sala del Sínodo, comentó a distancia: «Hablan de herejías» y dicen «no, no, a todo cambio».

Esos creyentes «prefieren la ideología a la fe», lamentó.