El 6 de agosto el canal 22 de México realizó un conmovedor reportaje dedicado a la única vez en la historia que un país arrojó una bomba atómica sobre una ciudad de un enemigo en guerra.

La bomba se llamó en clave militar norteamericana Little boy y fulminó la ciudad japonesa de nombre Hiroshima. Mató alrededor de 150 mil personas instantáneamente y dejó un número semejante con desfiguraciones y traumas a los que sobrevivieron por varios años.

Ese horror está extraordinariamente relatado por el escritor japonés Kenzaburó Oé, premio nobel de literatura de 1994, en su conmovedor reportaje “Cuadernos de Hiroshima” publicado en 1963.

También fue el tema de una hermosa película de los franceses Margarite Duras y Alain Resnais  de nombre “Hiroshima mon amour”

Ese 6 de agosto de 1945 la bella Bogotá celebraba el aniversario 407 de su fundación y se preparaba para celebrar el 7 de agosto un aniversario más de la batalla de Boyacá, que selló la independencia bolivariana de Colombia.

Este año Hiroshima ha recordado los 77 años de su martirologio.

La conciencia moral de la humanidad demanda que no haya nunca más Hiroshimas, en ninguna parte del planeta.

En Bogotá, este 7 de agosto ha tomado el poder Gustavo Petro, por primera vez un presidente ajeno al grupo de poder liberal-conservador-oligárquico. Es un  ex guerrillero del M 19, con una experiencia y convicción semejante al ex guerrillero Tupamaro el uruguayo, José Mujica. En su discurso de posesión  Petro ha resaltado como su primera tarea el logro y consolidación de la paz, y como segunda la atención a los pobres y marginados  de Colombia.

La justicia internacional proclama que nunca puede repetirse el martirologio de Hiroshima.

La justicia colombiana y latinoamericana demanda que Colombia alcance la paz tantos años desconocida y la justicia social que la fundamente.