A partir de los resultados oficiales, basados en el procesamiento de casi la totalidad de las actas, el progresismo en Ecuador enfrenta un enorme desafío de cara a la segunda vuelta electoral de abril, que pone a los dirigentes frente a una gran responsabilidad política acaso inesperada. Las encuestas afirmaban que Andrés Arauz, quien obtuvo el 32,16% representando a la fuerza de Rafael Correa ante su imposibilidad de candidatearse ni siquiera como vice, era quien reunía la mayor preferencia del electorado.

Sin embargo, expresaban un resultado muy diferente con respecto al segundo. Yaku Pérez, el hombre del indigenista movimiento Pachakutik, logró arrimar a 20 puntos porcentuales, muy por encima de los 8 a 15 que auguraba la mayoría de las consultoras, lo que lo convierte en quien disputará la presidencia a Arauz en el balotaje. A su vez, el banquero de la derecha, Guillermo Lasso, no pudo romper su techo y quedó unas décimas por debajo de Pérez.

Ante este escenario, corresponde hacer dos lecturas. La primera es inmediata y tiene que ver con que el pueblo ecuatoriano se expresó en forma contundente contra los proyectos conservadores y dirigidos por el poder financiero que propone la derecha latinoamericana. Más del 50% eligió entre volver al proyecto popular y de integración y con fuerte presencia estatal que significa el correísmo, o bien dar una oportunidad a una fuerza de izquierda sin experiencia en gestión a nivel nacional (a excepción de gobiernos regionales), con una fuerte impronta ambientalista, antiliberal y en parte antisistema que supone el Pachakutik. Incluso con una posición que hasta “corre” por izquierda a la Revolución Ciudadana, razón por la cual se produjo la ruptura en 2013 tras años de alianza estratégica. En este panorama cobra mayor relevancia la traición de Lenin Moreno, elegido por los ecuatorianos para continuar las políticas de su antecesor. Claramente la mayoría ecuatoriana esperaba otra cosa.

Si bien la gobernante Alianza País presentó una muy tibia candidatura (de hecho, Ximena Peña apenas sacó el 1,5%), el proyecto que más se emparentaba con el giro encarado por Moreno, era el de Lasso. Pero la sociedad decidió enterrar esa propuesta con sus votos. Lasso no pudo perforar los menos de 20 puntos que se habían estancado en los últimos días. Esto a pesar de los pronósticos favorables de todas las consultoras, incluso de una que lo daba como ganador. El resultado fue sorpresivo para propios y extraños. Incluso en la edición de ayer de Tiempo asegurábamos, tomando esos números, que el segundo sería Lasso y que Pérez haría una muy notable elección, aunque en tercer lugar.

La segunda lectura tiene que ver con lo que se viene para las próximas semanas, de acá hasta el 11 de abril. Quizá el tiempo que resta, en otras circunstancias demasiado extenso, sea provechoso para delinear todas las estrategias posibles para que cada fuerza llegue a esa fecha con un panorama claro. La hipótesis es que se confirme el segundo puesto de Pérez, aunque hay que tener en cuenta que Correa, con fundamento, insiste en las redes que todavía no hay nada definido y que no descarta un repunte final de Lasso.

De no ser así, entre los dos candidatos que pugnan por el segundo puesto es Pérez. Tiene poco para perder y mucho para ganar. Si Arauz lo derrota, quedará como la segunda fuerza capaz de disputar el debate político en un territorio de ideas similares, con la posibilidad de seguir creciendo, ya que no arrastra el estigma de haber gobernado, ni persecuciones judiciales, ni delitos atribuidos.

Si Arauz pierde, es Correa el que pierde y con ello su proyecto. No quiere decir que no pueda resurgir en el futuro, pero el golpe sería mucho más duro. Por otro lado, es muy prematuro para hablar de eventuales alianzas y hasta pactos de coalición posibles, algo que parece improbable al día de hoy con la brecha que hay entre ambas expresiones, sobre todo del lado de Pachakutik. En cualquier caso, los números de la elección ya confirman que el correísmo tendrá el bloque mayoritario en la Asamblea Nacional y ese es todo un dato que se deberá evaluar. El otro elemento incontestable a escasas horas de los comicios, es que sea una u otra fuerza, el próximo gobierno del Ecuador estará mucho más a tono con los proyectos populares que empiezan a resurgir en la región que con los lineamientos del poder económico y el bloque conservador expresados en el Grupo de Lima, Prosur y la cúpula de la OEA.