El guión estaba claro. Tras haber superado una moción de censura en Londres, Theresa May debía marcharse tras la cumbre europea de Bruselas revitalizada, con nueva munición para convencer a su Parlamento de que apruebe el acuerdo del Brexit, pero todo se torció.

Los europeos estaban dispuestos a «ayudar» a una primera ministra británica bajo ataque continuo de sus detractores en Reino Unido. Entre bastidores, lo convirtieron incluso en el objetivo de la reunión del jueves y el viernes.

Pero una de las imágenes que permanecerá en la retina es la tensa discusión captada por las cámaras este viernes entre May y el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, que reavivó el doloroso recuerdo de la cumbre fallida en Salzburgo (Austria) tres meses atrás.

«Mantuve una conversación acalorada» con Juncker, reconoció ante la prensa la premier, quien, en un intento por minimizarla, dijo que «este tipo de discusiones se pueden mantener cuando se desarrolla una relación de trabajo».

El jueves, el titular de la Comisión se mostró abiertamente «molesto» por las nuevas garantías solicitadas por la líder conservadora sobre la aplicación de su acuerdo de divorcio y lamentó incluso un debate «nebuloso» en torno al Brexit.

Esta palabra no le gustó a la mandataria británica. «No hablaba de ella», se justificó un día después el ex primer ministro luxemburgués, de 64 años, preguntado por su tensa conversación.

El ambiente fue «muy malo» durante la discusión a puertas cerradas el jueves entre la dirigente nacida en la localidad inglesa de Eastbourne hace 62 años y sus 27 homólogos europeos, aseguró a la Afp una fuente diplomática.

«Theresa May era incapaz de expresar lo que quería» y la canciller alemana, Angela Merkel, la interrumpía regularmente para preguntarle qué esperaba exactamente, explicó esta fuente.

Para otra fuente, la inquilina del número 10 de Downing Street estaba «fuera de lugar». «Habló del espíritu navideño para conseguir apoyo» en el Parlamento británico, «pero sin poder decir cómo, ni cuantificarlo».

Sus 27 homólogos estaban «incrédulos, asombrados», según un participante en la reunión. «Exasperó tanto a sus colegas que salió con menos de lo que podría haber conseguido», dijo una tercera fuente europea.

El primer ministro neerlandés, Mark Rutte, rebate en cambio esta versión. «Ella fue muy clara, muy abierta sobre lo que quería de nosotros y lo pusimos negro sobre blanco», explicó.

En las «conclusiones» escritas de la cumbre, los 27 se limitaron a reformular un principio presente en el acuerdo de divorcio sobre el «backstop», el controvertido mecanismo de último recurso para impedir una frontera para bienes en la isla de Irlanda (ver aparte).

Ante la «confusión» de las palabras de May, según una fuente diplomática, sus pares renunciaron a añadir un punto, presente en borradores precedentes, sobre su disposición a otorgar «nuevas garantías» más adelante.

«¿De qué sirve hacer promesas de ese tipo si no estamos seguros de que esto sirva para convencer al Parlamento británico?», comentó otra fuente diplomática.

La guinda sobre el postre vino al final de la cumbre. En rueda de prensa, May anunció nuevas discusiones «en los próximos días» con la UE. «¿Para hablar de qué? Todo está dicho», comenta un alto responsable europeo, que pide el anonimato.

Poco después, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, reconocía que no tenía el mandato para organizar nuevas negociaciones, pero se mostraba accesible. «Nosotros nos quedamos aquí en Bruselas y estoy siempre a disposición de May», aseguró el ex primer ministro polaco, una frase objeto de burla de Juncker, a su lado, que consideró «bueno saber que Donald estará en Bruselas por Navidad».

Retomando su seriedad, el presidente de la Comisión apeló a «calmar el juego» con el Reino Unido, expresando todo su «respeto» por una Theresa May que tiene todavía por delante el reto de convencer a Westminster. «

Cómo funciona el stopback

¿Cómo evitar la reintroducción de una frontera clásica entre Irlanda, país de la UE, y la provincia británica de Irlanda del Norte al tiempo que se preserva el acuerdo de paz de Viernes Santo de 1998? A ese reto, el acuerdo responde en dos tiempos.

La solución final pasa por la futura relación entre británicos y europeos, especialmente por un eventual acuerdo de libre comercio, que todavía deben negociar y que regirá al término del período de transición, inicialmente, el 31 de diciembre de 2020. Si pese a todo siguen sin una solución al término de la transición, ambos acordaron un «backstop» o «red de seguridad» que pasa por crear un «territorio aduanero único» entre la UE y Reino Unido, sin aranceles ni cuotas en el mercado europeo para productos británicos.

Sin embargo, de cara a mantener la unidad del mercado único europeo y no sólo la integridad del Reino Unido, Irlanda del Norte mantendría aquellas normas del bloque necesarias para evitar una frontera clásica en la isla, como las relativas a los productos agrícolas o las fitosanitarias.

El Reino Unido o la UE pueden poner fin a este protocolo sobre Irlanda, que acompaña el acuerdo de divorcio, en cualquier momento tras la transición, pero de mutuo acuerdo.

De hecho, el artículo 4 del protocolo sobre Irlanda en el acuerdo de retirada ya explicita que el backstop sólo se aplicará «temporalmente» hasta que sea substituido «total o parcialmente» por un acuerdo posterior, en el marco de la futura relación.