Durante un congreso latinoamericano de estudiantes en abril del 2000, en una cena de camaradería con la delegación argentina de la FUA, le preguntamos a Fidel, entre otras cosas, si no era conveniente hacer la transición en vida. Nos miró y dijo: “No se preocupen, cuando comience a chochear dejaré el poder”. Quedamos sorprendidos y conformes por la respuesta. Pero sonriente nos dice: “El problema es que negar el chocheo es parte del chocheo”.

Este es el recuerdo más fuerte que tengo de uno de los líderes latinoamericanos más grandes de la historia. Que nos dio la primicia: dejó el poder cuando la salud lo condicionó, pero tenía la cintura de responder cosas incisivas con una cintura destacable.

Sin duda, con la epopeya de la Revolución Cubana, Fidel será juzgado por la historia como el comandante de un proyecto de democracia y libertad de los pueblos de América Latina. Porque logró darle un proyecto de dignidad a una isla que era casi un paraíso fiscal de los Estados Unidos.

Su muerte llega en un momento crucial y complejo para Cuba en un escenario que cambia drásticamente con la llegada de Donald Trump al gobierno de los Estados Unidos, que podría volver al esquema de bloqueo y sometimiento para Cuba.

Será su legado presente en las nuevas generaciones la base de la continuidad de su propuesta emancipatoria para los pueblos de América Latina. Especialmente por los miles de médicos que formó la Escuela Latinoamericana de Ciencias Médicas en el continente, cuyos profesionales son un mensaje de solidaridad y fraternidad para los hermanos del continente.

Por eso, por el momento, a Fidel le decimos, Hasta siempre, comandante!

* Observatorio Política Latinoamericana UBA