Estados Unidos volvió a desempolvar su anacrónico manual de intromisiones en los asuntos internos de los demás. Esta vez fue el turno de Uruguay, un país con el que había tenido, apenas, algunas escaramuzas diplomáticas desde que los sudamericanos se independizaron, allá por 1825. Esta vez, aunque ahora los actores tratan de relativizar las cosas, la injerencia fue tan burda que dejó sus huellas. Lo dicho, dicho está. El gobierno de Tabaré Vázquez violó lo que ha sido casi una norma –recibir la patada y callar el dolor–, y reaccionó con firmeza y en un tono entre crítico e irónico. La Casa Blanca no está acostumbrada a recibir este tipo de cachetadas.

El canciller Rodolfo Nin Novoa, un hombre al que en el propio Frente Amplio gobernante sindican como excesivamente moderado, fue el encargado de responder a la recomendación que Washington les transmitió a sus súbditos en cuanto a los cuidados que deben tener de ahora en adelante cuando piensen viajar al «peligroso» Uruguay. Palabras más, palabras menos, recordó que las agresiones y las intromisiones en los asuntos ajenos han sido una constante en la historia de la gran potencia. Y, sobre todo, recordó que con su política de permisividad hacia los amantes de las armas, los racistas y los xenófobos, el gobierno de EE UU no tiene autoridad moral para juzgar a nadie.

El 2 de agosto, el Departamento de Estado divulgó un comunicado en el que señaló que «los crímenes violentos, robos armados, robos de vehículos y rapiñas se han incrementado en todo el país y ocurren en áreas urbanas visitadas por personal de la Embajada, tanto de día como de noche» (¿prostíbulos, salas de juego clandestinas?), lo que hace que los viajeros deban tener mayores cuidados ante la criminalidad. Por eso, «Uruguay pasó del Nivel 1 al Nivel 2 de recomendaciones, de la toma de precauciones normales al incremento de esas precauciones». En materia de seguridad, quedó en el mismo nivel de los superlativamente violentos Brasil y Colombia. Según aclaró la Embajada, las estadísticas que le permitieron llegar a esa conclusión fueron suministradas por la Fundación Propuesta, una colateral de Vamos Uruguay, el sector ultraderechista del Partido Colorado liderado por el senador Pedro Bordaberry, hijo del fallecido dictador Juan María Bordaberry. Propuesta fue, además, la que aportó los datos que le sirvieron al senador Jorge Larrañaga (Partido Nacional o Blanco) para darle forma al proyecto de reforma constitucional que se plebiscitará el 20 de octubre, junto con la elección presidencial. Ese proyecto, al que la Embajada y la dirigencia de EE UU elogiaron tanto, busca incrementar las penas de los culpables de cualquier delito y endurecer el combate a la violencia, valiéndose incluso de las FF AA.

El 5 de agosto, la cancillería uruguaya retrucó. «El Ministerio de Relaciones Exteriores alerta a los compatriotas que viajen a EE UU a extremar las precauciones ante la creciente ola de violencia indiscriminada, en su mayor parte por crímenes de odio, entre los cuales el racismo y la discriminación, que costaron la vida a más de 250 personas en los primeros siete meses de este año». Agregó: «Ante la imposibilidad de las autoridades (de EE UU) de prevenir estas situaciones debido, entre otros factores, a la posesión indiscriminada de armas, se aconseja evitar los lugares donde se producen concentraciones de personas (…), y no concurrir con menores a esos lugares». Chau Disney World. Valiéndose del índice de Ceoworld Magazine 2019 y otras estadísticas globales, Nin Novoa recordó: no hay ninguna ciudad uruguaya entre las primeras 50 más violentas del mundo, mientras EE UU tiene a tres entre las 20 extremadamente críticas: Detroit (Michigan), Baltimore (Maryland) y Alburquerque (Nuevo México).

Acción y reacción, efecto boomerang. Como se le llame, la actitud intervencionista y el hecho de que en los días previos dos masacres colectivas hayan dejado 29 muertos en Texas y en Ohio, replicaron intensamente en EE UU. El 7 de agosto, The New York Times dedicó una nota de tapa para destacar que en la vuelta a clases, tras las vacaciones de verano, los artículos más demandados por los padres son las mochilas blindadas, que se venden entre 100 y 200 dólares. «Tiene paneles reforzados que te protegen de las balas», «Cómprala, nuestra mochila aumentará tus posibilidades de supervivencia», es uno de los discursos de venta de Yasir Sheikh, director de Guard Dog, un gigantes del negocio de la seguridad. Ese mismo día el cineasta Michael Moore (Bowling for Columbine) elogió a Nin Novoa en sus redes sociales y reprodujo el comunicado de la cancillería entre sus millones de seguidores en Twitter e Instagram.