El Mercado Común del Sur (Mercosur) entró nuevamente en zona de turbulencias y profundizó la crisis institucional crónica que atraviesa desde hace varios años luego de que el gobierno uruguayo decidiera avanzar en acuerdos de libre comercio por fuera del bloque regional.

Las tensiones habían reaparecido cuando, hace unos meses, Montevideo anunció que estaba avanzando en un TLC con China (lo que todavía no se concretó) y esta semana se terminó de pudrir con el viaje del canciller uruguayo a Nueva Zelanda para sellar el pedido de ingreso del país oriental al Acuerdo Transpacífico (CPTPP), una plataforma de libre comercio que integran 11 países pero que es incompatible con los compromisos asumidos por la unión aduanera del Mercosur.

Ante ese inminente hecho consumado, los gobiernos de Argentina, Brasil y Paraguay coordinaron una respuesta diplomática inédita: las cuentas de sus cancillerías postearon a la misma hora un comunicado conjunto advirtiendo a Uruguay con futuras represalias: «Ante las acciones del gobierno uruguayo con miras a la negociación individual de acuerdos comerciales con dimensión arancelaria (…), los Coordinadores Nacionales de Argentina, Brasil y Paraguay ante el Mercosur tienen a bien comunicar a la Coordinación Nacional de Uruguay que los tres países se reservan el derecho de adoptar las eventuales medidas que juzguen necesarias para defender sus intereses en los ámbitos jurídicos y comercial».

De todos modos, la rápida  advertencia de sus tres socios no amilanó al gobierno uruguayo. Esa misma noche, el presidente Luis Lacalle Pou anunció con un tuit que la decisión se había hecho efectiva: «El ministro de Relaciones Exteriores Francisco Bustillo acaba de presentar formalmente en Nueva Zelanda la solicitud de ingreso al CPTPP. Más oportunidades para nuestro país y nuestra gente. Un Uruguay abierto al mundo. Confiamos en los uruguayos y todo su potencial».

Las discrepancias en el Mercosur son variadas y vienen de larga data, pero se profundizaron desde la llegada de Lacalle Pou a la presidencia uruguaya y su rechazo a la norma fundacional del organismo que sólo permite a sus miembros negociar en conjunto acuerdos de libre comercio con otros países. El pico máximo de tensión se vivió en la cumbre virtual de marzo de 2021, cuando Lacalle Pou dijo que el bloque «no puede ser un lastre» y advirtió: «No estamos dispuestos a que sea un corset del que nuestro país no pueda moverse».

Aquella vez, quien recogió el guante y devolvió el golpe fue Alberto Fernández, que le respondió sin eufemismos: «Una carga es algo que hace que a uno lo tiren de un barco y lo más fácil es bajarse del barco si la carga pesa mucho».

Una cumbre «divertida»

El nuevo cortocircuito se da justo en la previa de la LXI Cumbre de presidentes del Mercosur que se realizará este martes en la sede que el organismo tiene en Montevideo, donde Lacalle Pou deberá entregar la Presidencia Pro Tempore al mandatario argentino.

En conferencia de prensa, el uruguayo justificó las recientes maniobras unilaterales de su gobierno y, con una adjetivación al menos llamativa, vaticinó el clima que se vivirá en el cónclave: «(La cumbre) va a estar divertida y vamos a hablar de estos temas porque nos asiste el derecho internacional, nos asisten hechos recientes de decisiones que no son tomadas por consenso, por ejemplo, la primera baja de aranceles acordada entre Brasil y Argentina».

La jugada de Lacalle se da en medio de un escándalo de espionaje a dos senadores del Frente Amplio que tiene como principal imputado a su exjefe de seguridad, en una trama de consecuencias impredecibles que melló su popularidad (ver «Relaciones peligrosas»). Tal vez la maniobra busque reorientar la atención mediática hacia el plano internacional, mostrando a un presidente que confronta con sus pares para «defender los intereses nacionales».

Lo cierto es que, de cara al round de este martes contra Alberto Fernández, Lacalle se puso en contra de quien fuera su aliado Mario Abdo Benítez, el presidente paraguayo también de signo neoliberal, quien el jueves pasado señaló que la decisión uruguaya «obviamente desnaturaliza la esencia de Mercosur».  Por su parte, Jair Bolsonaro, en retirada y prácticamente recluido, no asistirá a la cumbre y en su lugar enviará al vicepresidente Hamilton Mourao.

Se viene entonces una cumbre que evidenciará la crisis profunda que atraviesa este proyecto de integración económica que, empero, tiene en el horizonte la llegada de Lula como principal esperanza para no caer en el abismo.   «

Relaciones peligrosas

La eliminación del Mundial de Qatar hiere el sentimiento tan futbolero de los uruguayos, que además tuvieron una semana de alto voltaje político, especialmente con la relativa al accionar mafioso de algunos integrantes del círculo íntimo del presidente Luis Lacalle Pou, como su exjefe de custodia, Alejandro Astesiano, quien se halla detenido por formar parte de una organización que falsificaba documentación para otorgar pasaportes a ciudadanos rusos.

Esta semana un informe de La Diaria, informó sobre «una empresa de seguridad e investigación, con sede en Miami», Vertical Skies, que le encargó al exjefe de la custodia la elaboración de «fichas» con los datos personales de dos senadores del Frente Amplio, Mario Bergara y Charles Carrera, quienes justamente son los responsables de una denuncia sobre la poco clara concesión del puerto de Montevideo a la empresa belga Katoen Natie, que como «parte de pago» por los favores recibidos, «donó» dos patrulleros para la Armada, episodio por el que Astesiano habría recibido una transferencia de dinero de la compañía.

La reacción de la fuerza progresista fue inmediata y le exigió al gobierno su posición sobre esas «prácticas mafiosas de extorsión». Fernando Pereira, su presidente, aseguró que el FA espera del presidente «un rechazo terminante a este tipo de prácticas que creíamos que en el Uruguay no iban a existir nunca más».

El pedido a Astesiano fue realizado por «un militar retirado uruguayo, que figura como gerente de la compañía de Miami», quien luego de la denuncia de los dos senadores le mandó un chat al excustodio: «Necesito todos los datos personales y vinculaciones que me puedas conseguir».