Tocan a una, nos tocan a todas (Klementyna Suchanow, Polonia)

El 8 de marzo cambió todo. Marca la frontera entre dos eras: la de la impunidad por la violencia de género y la del momento en que cada acto de violencia no pasará desapercibido. La red que creamos nos permitió enteramos inmediatamente de lo que ocurría con nuestras hermanas en cada rincón del mundo. Ese mismo día supimos de seis casos de violencia contra las participantes del Paro Internacional de Mujeres. Tres fueron cometidos por civiles (en Turquía hubo un ataque en un campus universitario; en México fue un chofer de camión; y en Chile, el propietario de una tienda que amenazó a manifestantes con un arma de fuego). Hubo tres más perpetrados por representantes del poder: en Rusia detuvieron a unas mujeres por colgar una bandera en un balcón del Kremlin; en Nueva York, por acercarse demasiado al edificio de Trump; y luego lo de Buenos Aires, donde fueron detenidas unas 20 mujeres, en la segunda agresión tras la sucedida un día antes por hacer pintadas). El paro internacional brindó a los gobernantes un mensaje muy claro: nunca más ninguna de nosotras se sentirá sola. El lema “si tocan a una, tocan a todas” se volvió real e internacional.

Extender nuestra lucha (Analba Brazão Teixeira, Brasil)

El mundo tembló. Y fueron las mujeres quienes lo hicieron temblar. Creo que esta energía y esta fuerza política feminista global, particularmente en América Latina, se extenderá en la lucha contra el capitalismo, el racismo y el patriarcado.

Entiendo que esta experiencia tiene un gran reto: continuar esta articulación aprovechando la movilización realizada y convertir esto que hemos vivido a través de Internet en acciones concretas. Darle al movimiento feminista una perspectiva horizontal, considerando los contextos sociales de sus luchas y su resistencia. Con el avance del ultra conservadurismo en Latinoamérica y el mundo, la articulación feminista internacional se vuelve más importante para promover una ideología que enfrente los problemas sociales con propuestas. Los movimientos feministas han logrado conectar alrededor de luchas concretas y el reto es mantenernos conectados. A corto plazo, nos queda la responsabilidad de analizar este fenómeno y continuar con la construcción de esta fuerza política. Sabemos lo que queremos: ¡existir! La lucha por la vida de las mujeres es lo que nos conecta.

Caminemos a la par (Cristina Burneo Salazar, Ecuador)

La desobediencia civil es la vía histórica para la reforma social. En Ecuador, diez años de agresiones del Estado nos han desmovilizado, pero la fuerza del 8M nos dio una posibilidad de resistencia renovada que estuvo alimentada por el enorme contagio internacional. Y vino de las mujeres.

A pesar de eso, el 8M empezó de luto con el asesinato de casi 40 niñas en Guatemala. Protestaban en su albergue porque las estaban violando, incendiaron sus colchones y se dieron cuenta de que las habían encerrado. Las dejaron morir calcinadas. El 8M de hace cien años empezó con obreras asesinadas con un incendio. Hoy, ese fuego vuelve a encenderse.

Recuperemos los espacios cotidianos, el feminismo una a una, el comunitario. Necesitamos un feminismo que resista discursos fríos de “superación de la desigualdad”. Debemos disputarles el sentido, también a los estados, y creer en nuestras luchas: las que están en los cuerpos, en las calles, en los lugares marginados de nuestros países. Mantengamos el contagio global, el luto mundial por ellas, y caminemos a la par en una nueva internacional.