“Buenos Aires y Madrid son ciudades extremadamente parecidas” y “nadie es profeta en su propia tierra” son dos frases trilladas, simplistas e inconducentes. Frente a la catarata en términos cuantitativos que puedan esgrimirse para robustecer estos postulados, un solo emergente cualitativo basta para echarlos por tierra: Andrés Calamaro. Hace tres décadas este músico cofundaba Los Rodríguez, un emblema del rock en castellano que se mantiene imbatible hasta el día de hoy y cuya poderosa impronta augura un futuro en el que continuará cada vez más vigente a ambas orillas del Atlántico.

Si bien es cierto que las capitales argentina y española tienen numerosos puntos de contacto, la carrera de Calamaro demuestra que en lo que respecta al campo artístico lo más interesante no es el parecido o la emulación, sino más bien la retroalimentación y el aprendizaje mutuo. También es ampliamente aceptado el lugar común que refiere al reconocimiento que se produce únicamente en distantes latitudes; en ese punto, la trayectoria de El Salmón es un ejemplo particular, ya que no emigró para triunfar: triunfó -en términos comerciales- tras su emigración. Lo que parece un mero juego de palabras es un esfuerzo por ponderar la inmensa experiencia obtenida por Calamaro en nuestro país desde fines de la década del ’70 hasta su viaje a España en 1990: tocó con la inmensa mayoría de los próceres del rock nacional, siendo su participación en Los Abuelos de la Nada el momento de mayor exposición pública hasta entonces.

Pero todo creció exponencialmente tras aterrizar en Madrid, donde se reunió con su compatriota Ariel Eduardo Rotenberg Gutkin (más conocido como Ariel Rot) y los locales Julián Infante y Germán Villela para fundar Los Rodríguez. Mientras que Calamaro se hizo cargo de la voz principal y los teclados, Rot e Infante se repartieron las guitarras y las voces adicionales, y Villela la batería: el éxito del grupo fue arrollador y significó la piedra fundamental para que Calamaro se constituyera en uno de los principales referentes del rock en castellano, tanto en España como en Latinoamérica.

Los Rodríguez logró conjugar la sonoridad, actitud y estética rockeras con géneros tales como la rumba, el flamenco y el bolero, tomando además elementos herederos de tradiciones musicales diversas, desde el tango hasta el reggae. En ese amplio espectro ubicaron a su cancionero repleto de temas que lograron una popularidad inmediata por tener algo en común: apelan a una interpelación directa con sus seguidores que podrían estar en España, Argentina, México o Colombia pero sentían que les estaban hablando directamente a ellos. Reconocemos lo que podríamos llamar “costumbrismo castellano” en sus letras certeras y al mismo tiempo poéticas, y en sus melodías festivas y en simultáneo arrabaleras, como una suerte de punk que se escribe con ñ.

En 1996 todo era demasiado grande para el grupo: su éxito había crecido tanto como las diferencias entre sus miembros, que pusieron fin a Los Rodríguez ese mismo año. En el breve período en que la banda se mantuvo activa lanzó tres discos de estudio: Buena Suerte (1991), Sin documentos (1993) y Palabras más, palabras menos (1995) y dos grabaciones en vivo, Disco pirata (1992) y Hasta luego (1996).

Lo relativamente corto en lo que a lanzamientos respecta es proporcionalmente opuesto a lo extenso de su lista de hits: “A los Ojos”, “Mi Enfermedad” (canción reversionada por numerosas hinchadas de fútbol y cantada por Fabiana Cantilo, la versión predilecta de Diego Armando Maradona durante su paso por el Sevilla), “Dulce Condena”, “Sin Documentos” (que incluye un autohomenaje al track “Copa Rota”), “Salud, Dinero y Amor”, “Me Estás Atrapando Otra Vez” (interpretada muchas veces como una canción de desamor cuando en realidad se trata de Rot refiriéndose a la heroína), “Milonga del Marinero y el Capitán”, “Palabras Más, Palabras Menos” y “Para no olvidar”, entre muchas otras.

Tras la separación de la banda, los músicos incursionaron en sus respectivas carreras solistas, aunque una de ellas quedó trunca: en diciembre de 2000 Infante murió luego de una sucesión de problemas de salud a causa del Sida. En 2002 Los Rodríguez volvieron a tener un lanzamiento oficial con un nuevo recopilatorio con canciones en vivo, Para No Olvidar, en formato de CD y DVD. Recientemente, con motivo de los 30 años de formación del grupo, acompañaron la salida a la venta del libro escrito por los españoles Kike Suárez “Babas” y Kike Turrón “Sol y Sombra, Biografía Oral de Los Rodríguez” y publicaron un nuevo disco en vivo titulado En las ventas 7 septiembre 1993.

En relación a estas novedades del grupo, Calamaro sostuvo: “Teníamos casi 30 años y empezamos un grupo de cero en esa época tan bonita en Madrid. Empezamos sin ninguna canción. No sabíamos qué iba a ser de los ‘90, pero los años ‘70 y ‘80 fueron para nosotros nuestra adolescencia y los años en los que empezamos a ser músicos”. Así, tal como con las décadas, Calamaro cruzó un océano y unió ambas orillas del Atlántico como un salmón que va siempre en contra de la corriente.