La guerra de 1967 marcó un cambio en la historia del conflicto árabe-israelí. Durante dicha guerra Israel ocupó territorios de tres países: Cisjordania (perteneciente a Jordania), la Franja de Gaza y la península del Sinaí (Egipto) y el Golán (Siria). En tan sólo seis días, el ejército israelí barrió con los ejércitos enemigos e incorporó a miles de egipcios, jordanos y sirios a su dominio territorial y político.

Israel se había convertido en una potencia militar, su ejército parecía invencible y los israelíes se autoconvencieron de que la ocupación de nuevos territorios era “liberal” e incluso “beneficiosa” para la población árabe como si no fuera un ejemplo más de ocupación colonial.

La cuestión palestina cobró una nueva dimensión porque miles de palestinos pasaron a vivir bajo directa ocupación militar israelí. En las zonas ocupadas se implementó una política de colonización y se comenzaron a construir pequeños poblados israelíes que en algunos casos se fueron convirtiendo con el tiempo en verdaderas ciudades.

Las Naciones Unidas no reconocieron ninguna de las ocupaciones y en noviembre de 1967 adoptó la resolución 242 que llamaba a Israel a retirarse de los territorios que ocupó durante la guerra y volver a las fronteras del 4 de junio de 1967, un día anterior a la guerra, algo que no ha sucedido hasta ahora.

A la ocupación de Cisjordania y de Gaza -donde hoy los palestinos quieren construir un Estado independiente- se la ha comparado con el sistema de segregación y discriminación que existió en Sudáfrica, conocido como Apartheid. Más allá de las diferencias, muchas de las medidas implementadas se asemejan a la prácticas del Apartheid.

Hoy, más de 200 asentamientos de israelíes ocupan menos del 10 por ciento de Cisjordania, pero controlan cerca del 40 por ciento del mismo y sus recursos naturales, con ciudades construidas sólo para judíos y donde existen carreteras prohibidas para los palestinos. El territorio palestino está fragmentado de tal manera que para ir de un lugar a otro un palestino necesita del permiso de los soldados israelíes que tienen más de 400 puestos de control para vigilar sus movimientos y decidir quién pasa y quién no. Por otra parte, el muro de ocho metros de altura construido desde 2002 que rodea ciudades palestinas como Belén las ha convertido en verdaderos guetos de los cuales para entrar o salir se depende del permiso de los soldados israelíes como bien se vio cuando estuvo el Papa Francisco o recientemente el presidente Donald Trump. No es casual que dos ex ministros de educación israelíes hayan sostenido públicamente que sí existe una política de Apartheid como también sostiene el ex presidente de los Estados Unidos Jimmy Carter que escribió un libro titulado “Paz en vez de Apartheid”.

Han pasado 50 años de aquella conocida guerra y la ocupación israelí continúa a pesar de los Acuerdos de Paz firmados en 1993 y el deseo de los palestinos de tener un Estado independiente.