El próximo 16 de mayo se cumplen 100 años del nacimiento de uno de los mayores escritores de América Latina, Juan Rulfo. Le bastaron dos libros, Pedro Páramo y El llano en llamas no sólo para ocupar un lugar protagónico dentro del panorama de la literatura latinoamericana y para ser traducido a más de 60 idiomas, sino también para mostrar una forma de escribir que va a contrapelo tanto del barroco ponderado por otro grande como Alejo Carpentier como de la profusión de personajes y milagros de García Márquez.

 En su prosa seca y precisa puede sentirse el silencio sobre el que resuenan sus palabras. Según parece, esta forma de escribir no fue sólo una posición estética, sino también ética que habrían heredado sus descendientes. Cuando todo el mundo se apresta a reeditar, mencionar y homenajear por diversos medios a ese hombre silencioso, el presidente de la Fundación Juan Rulfo, Víctor Jiménez, en representación de los herederos del escritor, pidió al gobierno mexicano «abstenerse de gastar cualquier suma» en homenajes públicos, según lo informa Contacto

La Fundación propone, en cambio, que el dinero destinado a las celebraciones, se utilice para dar becas a escritores, fotógrafos y cineastas noveles, “ya que esas fueron las disciplinas artísticas que practicó el Premio Príncipe de Asturias de las Letras”. Por todo homenaje la Fundación prepara una edición que incluye Pedro Páramo, El llano en llamas, El gallo de oro y otros textos poco conocidos del autor. También incluirá la traducción de sus obras al náhuatl, el maya y el zapoteco. 

Además, la institución propone también una exposición itinerante por varias ciudades de México de las fotografías del escritor, una faceta menos conocida de Rulfo, pero a la que le dedicó su tiempo y su talento con excelentes resultados artísticos. 

En la celebración de los cien años de su nacimiento  no faltan los conflictos. Según lo informó Télam, la familia del escritor negó que pretenda censurar las actividades preparadas por el centenario del narrador y desestimó versiones de desencuentro con la Fundación Juan Rulfo, cuyo presidente declinó participar en la presentación de un libro que banalizaria el legado del autor. El hijo del escritor, Juan Pablo, dijo que «No hay ninguna enemistad, ninguna diferencia en absoluto. Creo que lo importante es mi padre y su obra».

 El libro que el presidente de la Fundación considera que es ambiguo y no le hace honor al autor de Pedro Páramo es  Había mucha neblina, humo o no sé qué, que la escritora Cristina Rivera Garza. Ante el rumor de que la familia podría censurar algunas manifestaciones de homenaje, Juan Pablo  aseguró: «En ningún momento existe la intención de censurar, de ninguna manera; sí puede existir hacer un reclamo, una protesta pero no una censura en absoluto.» 

Es sabido que cuando alguien sale a desmentir algo es porque existe algún problema que se quiere desestimar en público. Como dice un viejo refrán, “cuando el río suena es porque agua trae”.