En el febrero caliente de 1937, Cayetano Córdova Iturburu se embarca en el vapor Florida rumbo a España. “Policho”, como lo apodaban, era poeta, crítico de arte y firma destacada del diario Crítica. Pieza clave de la vanguardia del periodismo argentino. También, militante combativo del Partido Comunista. En la aventura lo acompañaba otra gran pluma, su amigo y colega Raúl González Tuñón. El viaje tenía dos metas: participar del II Congreso Internacional de Escritores Antifascistas y, sobre todo, poner el cuerpo como corresponsal en los frentes de la Guerra Civil española. La contienda entre la República del pueblo y el fascismo de los “señoritos” y las hordas de Franco, Hitler y Mussolini.

Seis meses pasó Córdova Iturburu al otro lado del Atlántico. No regresó el mismo hombre. “Fui a España convencido de la justicia de la causa de su pueblo. He vuelto más convencido todavía. En el doloroso pleito entablado entre el pueblo de España y los invasores de su suelo y los que han abierto las puertas a sus invasores, no soy un espectador. Soy un combatiente”, escribe el poeta en el prólogo de la edición original de España bajo el comando del pueblo, el libro que reúne sus crónicas de trinchera.

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La obra fue publicada en 1938 por la editorial antifascista Acento. Ocho décadas después, es recuperada por el joven sello Omnívora Editora, con un completo trabajo introductorio firmado por Magalí Andrea Devés y potentes fotos tomadas por el escritor con su fiel cámara Rolleiflex.

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Despachos de guerra, crónicas encendidas, manual de supervivencia en las trincheras, documento histórico imperecedero, reflexión perentoria sobre la necesidad de unidad popular para frenar el avance fascista.  El libro de Córdova Iturburu es todo eso, y aún mucho más. También un tratado sobre el rol del intelectual militante, como Miguel Hernández, como André Malraux, como el propio Policho. En esa trinchera también aparece retratado el estoico poeta Jef Last, un holandés errante que escribe versos mientras silban sobre su cabeza las balas enemigas. Entre sus mil y una hazañas,  el argentino recuerda: “Durante la noche anterior a la fiesta universal de los trabajadores, Jef Last y el sargento Vico, arrastrándose en la oscuridad llegaron hasta cien metros de las líneas enemigas. Tres horas, tres largas horas, tardaron en llevar a cabo ese recorrido y volver sigilosamente a las posiciones leales. Pero al día siguiente -1º de Mayo- los fascistas tuvieron que soportar, a cien metros de sus líneas el espectáculo de una bandera roja, de cuatro metros de altura, que ondeaba en el aire frío de la madrugada. Como es natural abrieron fuego sobre ella para derribarla. No tengo noticias de que lo hayan logrado todavía.”

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Cantos en prosa poética a los heroicos obreros, campesinos y brigadistas se entrelazan con profundas indagaciones sobre la reforma agraria, el cuidado del patrimonio cultural y la organización del frente popular.  En la última entrada de su libro, fechada el 28 de mayo de 1937, Córdova Iturburu escribe: “En los frentes heroicos de la lucha y en la retaguardia laboriosa España canta sus nuevas canciones populares, fervorosa  y resuelta a la victoria o a la muerte. Podrán aniquilarla. Pero nadie podrá rendirla. Nadie. Ni el oro de la infame piratería internacional ni el hierro y el fuego de sus mercenarios. Desde las cenizas y los escombros de sus ciudades mártires, desde sus campos cada día más fecundos y desde sus trincheras irreductibles, se alza el canto de España. El nuevo canto. Nadie podrá vencerla -¡nadie!- porque trabaja y lucha con la misma alegría vital y fervorosa con que canta.” Esos cantos siguen vivos en estas páginas escritas por Cayetano Córdova Iturburu. Crónicas que siguen entonando hasta el oscuro presente el invencible: “¡No pasarán!”.