Desde el 18 de febrero pasado, los ciudadanos italianos en Argentina empezaron a recibir el material para poder elegir a los cuatro diputados y dos senadores que los representarán en Roma por la circunscripción Sudamérica. Sobre un padrón de un millón y medio de votantes, unos 900 mil viven en la Argentina. Por eso desde hace varios días aparecieron campañas en las redes sociales, en los medios y en las calles, de los candidatos de las ocho listas que compiten en los comicios.

Entre ellas, por primera vez se presenta el nuevo partido de centro-izquierda, Liberi e Uguali (LeU), fruto de la escisión del oficialista Partido Democrático de un grupo de dirigentes liderados por el ex juez antimafia y ex presidente del senado, Pietro Grasso, apoyados por buena parte de la Confederación General Italiana del Trabajo (CGIL), disconformes con las políticas de austeridad del PD.

Abogado, doctor en ciencias de la información, y uno de los especialistas más reconocidos en políticas de comunicación en Argentina, Damián Loreti aceptó la proposición que desde LeU le hicieron para que sea candidato a diputado desde Buenos Aires. “Para tener una participación real, está bien hacerla en el marco de un partido político que también actúa en Italia”, puntualiza al respecto. “Porque en la medida en que en Italia sigan prevaleciendo las políticas de regresión como la ley de empleo, la reforma jubilatoria, la política de austeridad, o una reforma educativa a la baja como la que aquí quiso hacer el centro-derecha, termina impactado en la situación presupuestaria italiana y sobre la calidad de los servicios que se puedan tener para los italianos e italianas que no vivimos en Italia. No hay modo que les vaya bien a los que vivimos en el exterior si a quienes viven en Italia les sigue yendo mal”.

Cita las cifras del desempleo juvenil italiano -el segundo más alto de Europa- y de los estándares de condiciones de género en el mundo del trabajo -los peores del continente-, y de la gestión de los flujos migratorios “Nosotros que sabemos cómo es la vida de la migración por nuestros antepasados, podemos dar ahí un aporte definitorio junto con nuestros compañeros de la CGIL”, asegura.

Desde el comienzo del sistema de votación en el extranjero en 2006, en Italia se han generado un sinfín de polémicas acerca de su legitimidad. Quienes votan lo hacen desde sus casas, y en muchos casos sin conocer el idioma, la historia y la cultura italianas. En los meses previos a la votación algunos sectores han propuesto modificaciones a la ley electoral para imponer un examen de idioma para poder acceder al voto.

“La constitución italiana garantiza a todos los italianos, independientemente de donde estén, el derecho a votar. Tomar examen de lengua italiana para votar sería un mecanismo de cercenamiento de un derecho constitucional”, explicó Loreti, para quién, en realidad, lo que se está planteando es un problema de interpelación por parte de la instituciones italianas en el extranjero. “Los que están aquí no son emigrantes de primera o segunda generación, sino jóvenes de 20, 30 o 40 años que son descendientes de italianos, tienen un pasaporte, pero no alcanza con eso para ser italianos. Esa interpelación no está hecha. Sólo por citar un ejemplo, si uno quiere entrar a ver en la página web de la RAI las señales televisivas originales no lo puede hacer. Sólo se pueden ver desde Italia”.

Para corregir eso, LeU propone trabajar en torno a lo que ellos llaman ejes de inclusión e integración. “Nosotros estamos tratando de trabajar con un público de ciudadanos y ciudadanas que nunca han votado porque nunca supieron de qué se trataba, nunca supieron de la importancia que tiene”, explica Loreti al respecto. Efectivamente los niveles de participación suelen ser relativamente bajos. El voto no es obligatorio, y en nuestra región suele votar el 30% del padrón. Según Loreti esto sucede porque los italianos en nuestro país “nunca supieron, por ejemplo, que la ausencia de un senador italo-sudamericano implicó la caída del gobierno Prodi porque no fue a votar”, en referencia al senador italo-argentino Luigi Pallaro, que en 2008 faltó a la votación del presupuesto y propició la pérdida de la mayoría parlamentaria del centro-izquierda.

“Eso forma parte de cuánto se pone en conocimiento a los votantes para generarle un tipo de interés, porque sino la relación se traduce sólo en tener un pasaporte para hacer trámites. Y nuestra idea es interpelar mucho más, sobre todo a las nuevas generaciones, a que vivan la italianidad de modo mucho más cercano. Es decir, que esto implica acciones de los dos lados, que los italianos en el extranjero se sientan interpelados, y que los interpelen”.

Según el candidato, una de las claves está en la formación universitaria. “Es imperativo promover una política de fomento de la cultura más de tipo académico, y del idioma italiano también a nivel universitario. Hay muchísimas carreras que tienen un segundo idioma, que generalmente es francés, a veces alemán, o portugués porque es obligación del Mercosur. Y la gente de la comunidad italiana no tiene modo de verse reflejada en ese plano. Y no es una comunidad menor. Es la comunidad de italianos fuera de Italia más grande del mundo”, puntualizó.

Las elecciones se realizarán el 4 de marzo para los ciudadanos que residen en Italia, y desde el 19 de febrero rige la prohibición de difundir encuestas. Según los últimos sondeos, la coalición de centro-derecha de Berlusconi se posicionaría primera, pero necesitaría aliarse con otros partidos para tener la mayoría parlamentaria y formar un nuevo gobierno.

“Hay una fuerte presión en los medios italianos hacia lo que llaman el voto útil, que sería una especie de voto por la estabilidad. Lo que pasa es que ese voto útil está siendo tironeado fuertemente por el centro-derecha. LeU definió que no formará parte de gobiernos de alianza con sectores de centro-derecha”, explicó Loreti, que sin embargo aclaró que tampoco están trabajando con sus ex compañeros del PD, terceros en las encuestas, y entre los cuales hay quienes promueven una alianza con el centro-derecha, como en Alemania, para garantizar la estabilidad política. “Hay mucha resistencia por parte de nuestros compañeros italianos a hacer cualquier cosa con ellos. Sobre todo porque la alianza para garantizar una supuesta estabilidad allí en Italia está muy mal vista por nuestros compañeros de LeU”.

Hasta el 1 de marzo los italianos en América del Sur tendrán tiempo para enviar su voto al consulado que les corresponda por su residencia. Pero Loreti asegura que el trabajo de LeU en Argentina irá más allá de las elecciones, “porque, además, lo que llega en los medios masivos y hegemónicos argentinos es lo que rebota de los medios masivos italianos, y creemos que hay que trabajar mucho para romper eso tanto en Argentina como en el resto de Sudamérica”.