Todo lo que sucedía hace un año era una negociación. Jorge Sampaoli buscaba salir del Sevilla, donde trabajaba, para tomar el mando de una Selección deprimida. Si hay que marcar un punto de partida caprichoso de esta gestión, debería ser el instante en el que el club español y la AFA anunciaron en sus cuentas de Twitter que se había llegado a un acuerdo. Fue el 26 de mayo a la hora del almuerzo. Unos días después, Sampaoli, que asumió con citas a José Larralde, se tatuó en el cuerpo la bandera argentina. No pasó un año exacto de todo eso, pero pasó de todo: desde la clasificación taquicárdica a Rusia 2018 a la goleada traumática con España, la última imagen del equipo. Ese camino se terminará de desmalezar mañana cuando se lance por la web una lista de 35 futbolistas, la convocatoria preliminar y obligatoria para todas las selecciones, de la que no será difícil detectar cuáles serán los 23 nombres definitivos para el asalto final a Moscú.

Todo lo que se sabe hasta acá de esa lista definitiva es que sólo quedan tres nombres por revelar. Salvo un volantazo de último momento, sobre 20 hay certezas: los arqueros Sergio Romero y Wilfredo Caballero; los defensores Gabriel Mercado (ayer salió por lesión en el empate 2-2 de Sevilla con Betis), Federico Fazio, Nicolás Otamendi, Nicolás Tagliafico, Marcos Rojo, Javier Mascherano y Marcos Acuña (estos dos últimos están ubicados en ese combo, más allá de cómo los utilice luego el entrenador); los volantes Manuel Lanzini, Eduardo Salvio, Lucas Biglia, Giovani Lo Celso, Ever Banega y Ángel Di María; los delanteros Cristian Pavón, Paulo Dybala, Lionel Messi, Sergio Agüero y Gonzalo Higuaín. Franco Armani y Ricardo Centurión se quedarían con dos de esos lugares, aunque nunca hayan estado antes en una convocatoria de la Selección mayor. Y Guido Pizarro es el que más convence para que todo esté completo.

La lista ampliada se conoció este lunes, pero los 23 elegidos se anunciarán el 21 de mayo, en Ezeiza. Para ellos no será sorpresa, Sampaoli fue anunciándoles a cada uno sobre su decisión. Como un obseso –aunque hacia afuera parezca navegar en un mar de indecisiones– , el entrenador probó todo lo que quiso. El poco tiempo de gestión pareció jugar en contra y, sin embargo, también pudo ser a favor: le permitió acelerar cambios, hacer pruebas sin condicionamientos, y establecer lo que ya se observa como un recambio. Si la lista definitiva es esta, más de la mitad de los convocados no jugaron el último Mundial. Lo mismo ocurre si se toma la Copa América, aunque cambien algunos nombres.

Además de las decisiones de Sampaoli, la clave para el recambio también estuvo en la predisposición de Messi, las charlas que el entrenador mantuvo con el talismán de la Argentina, resuelto a ejercer un liderazgo amplio. Messi sabe que su generación comienza una retirada lenta, que se necesitan otros jugadores. Aunque cueste encontrarlos. Jugadores que, además del talento, estén preparados para afrontar un Mundial. Acaso por esa búsqueda Centurión puede terminar en Rusia sin haber sido convocado antes. Para tener un jugador que se saque a un rival de encima, que vaya al mano a mano, que rompa. La otra opción para esa función que baraja Sampaoli es Diego Perotti. Y así como se forma ese espejo para el mano a mano, se forma el de los jugadores para buscar el vacío. Di María es el dueño de ese lugar. Pavón está destinado a ser su suplente. En el laboratorio de Sampaoli, por ahí giran los satélites que se necesitan alrededor de Messi.

«No me puedo confundir y dejar todo librado a su persona –dice Sampaoli en su libro, Mis latidos–. Al contrario, al estar Messi, la idea es atacar su entorno futbolístico. Es decir, el equipo sin Messi. Sacarle responsabilidades a él, y que ese entorno se acomode a formas de un jugador que está establecido que va a estar».

El socio de Messi, agrega, lo va a elegir Messi. Una definición que puede tomarse literal, pero también dentro de un concepto. Va a ser cómo funcione Messi lo que determine quiénes terminarán jugando a su lado. Interpretar cómo se activa esa cadena de la felicidad es lo único puede ocupar a Sampaoli por estas horas, o por las que sigan una vez que entregue la lista de jugadores que se hospedarán en Bronnitsy, la ciudad de 20 mil habitantes, 50 kilómetros al sur de Moscú, el refugio para la obsesión mundialista.