Cecilia es pediatra hace años en el hospital de Quilmes. Su situación laboral, explica, no es la mejor, ni por las condiciones ni por el contexto, y menos aun en términos salariales. De hecho, recibe su sueldo en concepto de “pasantía”. Lo suyo, lo de sus colegas, es amor a la profesión y a la salud pública, “a pesar de todo”. Su ejemplo refleja la situación actual de los centros de salud del Conurbano. El cóctel es complejo: falta de profesionales, cierre de servicios, hospitales terminados hace tiempo y sin inaugurar, y una fuerte caída de la inversión.

Según un relevamiento de la Asociación Sindical de Profesionales de la Salud de la Provincia de Buenos Aires (CICOP), la mayoría de los 80 hospitales que dependen del gobierno bonaerense está en una situación de crisis, ya sea por falta de profesionales o por deficiencias en su infraestructura, que arrastran hace años. Lo sabe Hugo Grass, director ejecutivo del Hospital Magdalena Villegas de Martínez, en General Pacheco, partido de Tigre. Al arrancar 2018, exigió a los profesionales “abstenerse de realizar partos debido a la ausencia de neonatólogos que hagan sustentable la cobertura de guardias”. Es la única maternidad de alta complejidad del distrito. Ahora derivan pacientes hacia el Hospital de San Isidro o al Cordero, de San Fernando.

“El cierre de servicios y la falta de profesionales es por los sueldos que se están pagando y las condiciones laborales. Cruzás a Capital y ganás mucho más, por menos horas”, expresa Marité Sosa, del Interzonal Fiorito, de Avellaneda, donde este año hubo fines de semana en los que tampoco funcionó el servicio de neonatología. La razón es pura matemática: son sólo cuatro neonatólogos para cubrir los siete días de la semana. Si la guardia se desborda, o si alguno debe ausentarse o tomarse vacaciones, se les vuelve imposible cubrir el servicio. Y aunque estén todos, los partos donde surgen complicaciones suelen ser derivados.

Terapia intensiva, pediatría y neonatología son los más afectados, aunque se empiezan a ver complicaciones en otros servicios clásicos como clínica y guardias. Ocurrió en el Cetrángolo, de Vicente López (faro de la región en lo que es tratamiento de enfermedades respiratorias), donde en febrero anunciaron el cierre de la guardia y del servicio de terapia intensiva. La provincia debió salir a aclarar que hasta fin de marzo no iban a cerrarse, que pondrían remplazos y a fin de mes llamarían a concurso para tres nuevos cargos. Pero las propias autoridades sanitarias admiten que eso no es garantía. El año pasado no pudieron cubrir cuatro cargos de “neo” en el hospital de Escobar. “No hay neonatólogos, no hay”, se lamentó su directora, Fernanda Bigliani.

Los médicos del Conurbano observan cómo día a día se alejan de los ingresos que se perciben cruzando la General Paz. El salario inicial de un flamante médico en provincia representa alrededor de un 65% de uno similar en la Ciudad de Buenos Aires. Y por más horas trabajadas. Así lo grafica Fernando Corsiglia, presidente de la CICOP: “Nuestro sueldo está en $ 20.300 por 36 horas planta, y 23 mil con 36 horas guardia; en Ciudad ronda los 30 mil, con una carga horaria de 30 horas. Después, esa diferencia se va estirando a lo largo de la carrera.”

Junto a otras organizaciones como ATE y Judiciales, la CICOP reclama un llamado a paritarias por parte de Vidal. Y ya realizaron los primeros paros de este año. “El sistema de Salud está sufriendo una crisis que se agudiza día a día. Vivimos una situación inédita en los hospitales de la provincia, hay dificultades para conseguir profesionales”, apunta Corsiglia.

La Comisión Directiva Seccional Hospital Gandulfo, de Lomas de Zamora, denunció otro hecho “invisible” en el día a día: hay trabajadores internados por tuberculosis, algo que ya había ocurrido en el verano anterior. “Esta situación pone de manifiesto, por un lado, la mala calidad de vida de la población que se atiende en el Gandulfo y, por otro, la exposición a la que estamos sometidos quienes allí trabajamos”, expresaron en un comunicado. “A pesar de las denuncias efectuadas, no se modificó el sistema ni cambiaron nuestras condiciones laborales, sino que empeoraron”, agregaron.

En este contexto, los anuncios de despidos efectuados por municipios de Cambiemos en los últimos meses, acordes al plan de ajuste en el Estado anunciado por la Nación, terminaron arrojando nafta al incendio de la salud pública. Fueron 688 cesantías, repartidas entre Morón, Quilmes, Tres de Febrero, La Plata y el Posadas, el único hospital de la provincia que depende de la administración nacional.

El programa estrella de la gobernación en materia de Salud es el denominado Plan Integral de Guardias. “Ya hay 30 guardias de hospitales provinciales puestas a nuevo y funcionando con todo lo que necesitan”, sostuvo Vidal días atrás, y apuntó contra el kirchnerismo: “Nos hicieron creer que hacer se trataba de cortar cintas e inaugurar edificios nuevos”. Sin embargo, un informe de la fundación Soberanía Sanitaria destaca que hay al menos cinco flamantes centros de salud en el GBA que estaban casi terminados hace dos años y fueron paralizados por la nueva gestión. Uno de ellos es el Hospital del Bicentenario, en Ituzaingó. Los vecinos y el intendente, Alberto Descalzo, reclamaron su apertura, incluyendo un abrazo simbólico a las instalaciones. Aseguran que “se encuentra terminado en un 95% desde diciembre de 2015”.

Como en otras áreas sociales, la Salud sufre un retroceso presupuestario. En el último año de gobierno de Daniel Scioli, la cartera sanitaria ocupaba el 6,76% del presupuesto total bonaerense; en 2017 la administración macrista lo bajó a 5,65%, sin incluir la inflación interanual. Para este año lo subieron a 6,3%, aunque el monto nominal sigue siendo inferior al que se destinaba hasta 2015. A eso hay que agregarle la subejecución: “En el Programa Materno Infantil tenían asignados $ 500 millones y solamente se ejecutaron $ 191 millones. En el Plan Provincial contra el Cáncer contaban con $ 606 millones y fueron ejecutados sólo $ 104 millones”, denunció la senadora provincial por Unidad Ciudadana, Teresa García.

La falta de inversión tiene sus consecuencias concretas. En el hospital Meléndez, de Adrogué, el tomógrafo y el endoscopio no funcionan hace meses. En su centro obstétrico llegan a hacer dos partos en la misma sala, por falta de espacio y exceso de demanda. En el Bocalandro, de Tres de Febrero, directamente no pueden brindar el servicio. Faltan pediatras. Dice la representante gremial, Mónica Beresovsky: “Podemos tener cubierta guardia e internación de lunes a viernes, pero no los fines de semana. Esto es así desde hace casi dos años.” 