La salida del mundo familiar es un mecanismo fundamental de la adolescencia, pero el aislamiento ha puesto un sostenido paréntesis a esta necesidad. La pandemia afecta a todos los grupos etarios, pero los y las adolescentes la están padeciendo especialmente. A ellos les habló el presidente el viernes. “Sabemos que en la juventud es muy importante el encuentro con amigos –les dijo–, estar cerca de los afectos, compartir, disfrutar. Sabemos que no podemos hacerlo”. Y señaló que pueden creer que son inmunes pero no lo son, y que si bien pueden ser quienes mejor sobrelleven la enfermedad, también contagian.

Así están, aislados en una época de la vida que impulsa a salir y a encontrarse. “Para la construcción identitaria, a esa edad es necesaria la interacción con los otros, con los pares. Por eso es que la situación obligada de aislamiento social, preventivo y obligatorio puede generar disrupción, displacer y situaciones de enojo e irritabilidad”, explica Juan Carlos Escobar, médico, director de Adolescencias y Juventudes del Ministerio de Salud de la Nación.

Diferentes estudios, tanto de organismos estatales como el Instituto Nacional de la Juventud como de organizaciones sociales que trabajan con adolescentes y jóvenes, investigaron las conductas y sentimientos que expresan en el contexto de la cuarentena. La mayoría coincide en que el principal impacto se dio sobre su salud mental: estrés, irritabilidad, enojo, angustia e incertidumbre son los que más se reflejan.

Estos estudios indican, además, que a mayor edad más difícil es la convivencia con adultos en el aislamiento. “Pareciera que los pibes más grandes tienen menos posibilidad de hallar con quién hablar. Es decir, adolescentes más chicos tienen una mejor vinculación en general con sus madres y padres, pero a medida que crecen en edad se generan situaciones más conflictivas. A este cuadro, hoy, se le suma la hiperpresencia de los adultos”, grafica Escobar.

A los adolescentes se los etiqueta como conflictivos e intolerantes. ¿Es realmente así? No. ¿Qué está sucediendo en el contexto del aislamiento? “Pueden plantear conflictos de convivencia, pero no es cierto que sólo escuchen a sus pares, o que requieran que se les impongan las cosas, o que sólo se tranquilizan con el celular y la computadora en cuarentena. Por el contrario, vemos un alto acatamiento de los adolescentes jóvenes a las medidas. Y tampoco es real que la interacción física con les amigues se supla exclusivamente con el uso de la tecnología y los encuentro a través de una pantalla”, explica el funcionario. “Desde el Ministerio de Salud venimos reforzando que el aislamiento es físico pero no emocional. Necesitamos habilitar espacios donde circule la palabra, donde podamos expresarnos. Es importante –como adultes– no mostrarnos omnipotentes. No tenemos que saberlo todo ni tenemos que estar entreteniéndolos todo el tiempo. Los pibes no son sólo receptores de nuestras propuestas, ellos pueden tener otras”.

No todas las viviendas lo permiten, pero los especialistas en adolescencia señalan que es fundamental que todos los que conviven en cuarentena tengan momentos de privacidad. “Es necesario reforzar la cuestión de los espacios privados. Tener presencia ausentada. Estar y dejarlos solos. Límites y compañía, pero con privacidad”, agrega Escobar.

“Es eslogan de Quedate en Casa puede servir para algunes –y es una de las principales características por lo cual el pico de la pandemia se ha enlentecido y se ha podido controlar en nuestro país– pero no es una realidad plausible para todes”, acota.

Más allá de las características edilicias de una vivienda, hay otros factores que inciden negativamente en la convivencia entre los adolescentes y sus familias: desde luego las necesidades básicas insatisfechas y un hábitat poco saludable, pero también si hay situaciones de consumos problemáticos, de maltrato o violencia, que son determinantes y se profundizan en este contexto.


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(Foto: Télam)

La salud y la educación

Respecto de la salud de los jóvenes, desde la cartera sanitaria siguen desaconsejando los controles médicos generales, de rutina, para no sobrecargar el sistema de salud, pero se reforzó la existencia de determinados servicios, como los de salud sexual y reproductiva. El acceso a métodos anticonceptivos y a la interrupción legal del embarazo son esenciales. “Es una normativa de la OMS y el sistema de salud debe responder más allá de la pandemia. Lo mismo que en las situaciones de abuso sexual o de intento de suicido, donde obviamente son urgencia”, explica Escobar.

Por fin, atravesada por las pantallas y la conectividad, la modalidad educativa posible en estos tiempos puso en cuestión paradigmas establecidos. Por un lado, quedó evidenciada la brecha digital y educacional que muestra que el acceso a redes, a dispositivos móviles y a la tecnología en general, no es homogéneo para todos los estudiantes ni todos los hogares.

Por el otro, con la demanda escolar instalada en casa, madres y padres tienen que cumplir con su función y también con tareas de índole docente, que tanto pueden afianzar la relación de convivencia como sumarle tensión.

En tercer lugar, la pandemia dejó a la vista el rol central de la escuela, no solo como lugar de transmisión de conocimientos o conceptos, sino también como un tiempo y lugar esencial de encuentro, de socialización entre los adolescentes. Será crucial resolver ese déficit metodológico, ante la perspectiva de que la nueva normalidad entregue un protocolo mixto para los procesos educativos, parte presencial y parte virtual.  «

En primera persona:

Julieta (18 años, del barrio de Belgrano, CABA)

«Siento que mis emociones suben y bajan. Extraño mucho todo. Pero trato de no pensar este año como un año perdido. Me di cuenta del valor de muchas cosas pequeñas, como el contacto real con las personas que quiero. 
Mi 2020 iba a ser un año muy cargado. Iba a empezar el CBC, mi primer trabajo, ganar plata por mi cuenta, ahorrar para vacaciones. Estaba muy entusiasmada».

Lautaro (16 años, del barrio de Nuñez, CABA)

«Empecé viviendo la cuarentena como algo positivo por no tener que ir al colegio pero ahora se extraña la rutina y los amigos. Esperaba un 2020 completamente distinto. Quería hacer cursos afuera del colegio. Ahora me tengo que quedar encerrado y adaptarme a lo que se puede hacer online.
Desde mi visión, por mi edad, puedo pensar que está bien que nadie salga pero si te ponés a pensar en la gente que tiene un trabajo y no puede sustentarse sin trabajar, entonces pensaría que se tiene que flexibilizar de algún modo. Cuidarse y tener un sustento económico».

Sofía (16 años, de Belgrano y Olivos)

Vive mitad de semana con su mamá y mitad de semana con su papá. «A veces estoy bien, pero me agarran bajones de la nada o mal humor por estar todo el día en mi casa y tener que convivir todo el tiempo con mi familia. En 2020 tenía pensado hacer un montón de cosas, juntarme con mis amigxs, ir al gimnasio, empezar taller de fotografía. Pero bueno… quedará para otro momento. Saber que estoy perdiendo mucho tiempo por estar encerrada me pone mal. Pero tengo la suerte de tener todos los recursos para estar bien. Pienso en la gente que no puede, y me pone muy mal.
Me siento contenida por las medidas que se tomaron; creo que tenemos un gobierno que se preocupa por nuestra salud. Pero también creo que no se puede seguir subsistiendo mucho tiempo más así. Hay gente que está sin poder trabajar. Sería importante que flexibilicen las cosas que realmente importan, no salir a hacer ejercicio”.

Ana (15 años, de Del Viso, Pilar)

«Tengo días y días. Extraño mucho a mi familia, a mis amigos, a como era todo antes. Hay días que me enoja mucho la situación.
Para este 2020 tenía proyectada muchas cosas. Iba a ser de los mejores años de mi vida. Tenía un recital que esperaba hace mucho tiempo; también mi fiesta de 15 – que venía planificando desde los 10 años -. Pero todo se tuvo que suspender. Fue muy fuerte.
Creo que las medidas que se están tomando son necesarias, si no hubiera sido un caos como pasó en otros países. Si todos ponemos voluntad va a pasar más rápido y se va a volver a la normalidad».

Candela (17 años, de Belgrano, CABA)

«Empecé disfrutando de estar en casa con tiempo libre, pero con el paso de los días me di cuenta todo lo que me estaba perdiendo. Necesito salir a dar una vuelta para distraerme. Estar en mi casa todo el día me sofoca y me siento deprimida. Ya no tengo ganas de hacer cosas. Estoy bastante caída.
Había planificado al 2020 como uno de los mejores años de mi vida. Tenía mi quinto año, mi viaje de egresados, mi fiesta de egresados…el último año de cole. Todo se arruinó. Es un año que yo pensaba que nada podía salir mal.
Siento que las autoridades no tomaron medidas teniendo en cuenta a los adolescentes. Están dejando ir a los menores de 16 años con un adulto, pero no especifican qué cosas pueden hacer o no la gente de mi edad. Es como: arréglense como puedan».

Fidel (25 años, Villa Zavaleta, CABA)

Forma parte de la organización La Garganta Poderosa.

«Vivo la cuarentena con un poco de paciencia y otro poco de saturación. Pero cuando miras al barrio es horrible. Familias enteras en los comedores, mis vecinos sin laburo. Es muy duro.
En 2020 tenía pensado terminar la secundaria para poder empezar a estudiar. También interiorizarme en la cuestión comunicacional para sumar en la militancia de la organización a la que pertenezco.
Me afecta mucho ver que los problemas estructurales que estuvieron históricamente en los barrios populares hace que estemos más en riesgo. La carencias en sistema de salud, en lo sanitario, lo habitacional, la falta de servicios básicos, el laburo, el no tener morfi ni espacios de contención. Es todo muy fuerte.
Creo que las medidas que se tomaron hasta ahora están bien, pero también creo que los mensajes que transmiten son hablados sólo para un sector de la sociedad que no somos los barrios populares, los vecinos que la luchamos día a día
Después de la muerte de Ramona fue un sacudón de cabeza. Ahí se empezó a mirar los barrios populares pero para ver si la gente cumplía o no con la cuarentena. Y no es que no la cumplimos por falta de voluntad, es por el hacinamiento, la falta de luz, por no tener agua. No podes hacer un aislamiento si no tenés para morfar; y la mayoría de las familias que viven así se mantienen en base a changa. Y un claro ejemplo fue la medida de prohibir los cortes de servicios si no se pagaban…lo que pasa es que nosotros no tenemos gas natural y la garrafa hay que pagarla sí o sí.
Vi vecinas contagiadas de coronavirus por poner su cuerpo, por su vocación de lucha.
Siempre quedamos en una trampa donde somos castigados los mismos”.

Contra las violencias y por la salud sexual y reproductiva

Un alerta respecto de los adolescentes es el aumento de la violencia y el abuso intrafamiliar. El aislamiento y las condiciones de habitabilidad en hogares con necesidades básicas no cubiertas son factores que agudizan situaciones donde ya estaba presente la violencia. Para prevenirlas se reforzaron los canales de comunicación con los adolescentes. Por ejemplo, en las provincias donde funciona el Plan de Prevención de Embarazo no Intencional en la Adolescencia, se promovieron dispositivos de asesorías en salud integral en escuelas secundarias, adecuados al formato virtual, para que los asesores puedan sostener ese canal de diálogo con los jóvenes a través de WhatsApp, redes sociales, etc.


También se elaboraron recomendaciones para equipos de salud para el abordaje de intentos de suicidio y autolesiones en adolescentes en el contexto de pandemia.


Los otros canales habilitados son:


El 0800-222-3444 de Salud Sexual y Reproductiva.


La línea gratuita 102, para todas las consultas y denuncias relacionadas con la vulneración de derechos de niños, niñas y adolescentes en todo el país.


La línea 144, del Ministerio de la Mujer, para la prevención de la violencia de género.


Y el sitio web www.hablemosdetodo.gob.ar, que responde a inquietudes anónimas de los adolescentes sobre sexualidad, métodos anticonceptivos, diversidad, consumos problemáticos, relaciones violentas, trastornos de la conducta alimentaria, prevención del suicidio, bullying, grooming y acoso laboral.